—Bueno, Aiden. Tú sabes mucho de nosotros, pero nosotros no sabemos nada de ti —se interesa Lucy, después de haberse comido un gran trozo del famoso pastel de carne de mi padre y de haber informado a Aiden acerca de todos los acontecimientos desde que sus padres lo dieron en adopción.
Aiden deposita el tenedor sobre el plato vacío, en el que solo quedan unas migajas que en cuanto veo me dan ganas de tomar el plato y lamerlo hasta que quede como los chorros del oro. A pesar de que yo he dejado la dieta por completo, mi madre siempre echa menos comida en mi plato que en los de los demás, y eso se nota. Mi estómago lo nota. Ahora mismo está rugiendo como un león hambriento, que es, en cierta parte, a lo que más se asemeja en este momento.
—Pues no sé... Trabajo en un circo.
Cassie abre sus ojos como platos.
—¿En serio? ¿Eres un payaso? —pregunta, emocionada.
—No, pero tengo amigos que lo son —responde Aiden, sonriendo con ternura ante la efusividad de su hermana pequeña—. ¿Te gustaría conocerlos? —Cass asiente sin pensárselo dos veces. Me echo a reír junto con Lucy. Mi padre sonríe débilmente, mientras que Devorah y Henry evitan mirarse. Shawn, que está posicionado a mi lado, no ha emitido palabra desde que nos hemos sentado a cenar—. Soy algo así como un equilibrista... La única diferencia es que yo hago equilibrismos con fuego.
—¡Eso es alucinante! —exclama Cass—. ¿No es muy peligroso? ¿No te da miedo? Yo estaría aterrada. Me dan miedo las alturas, ¿sabes? Imagínate estando en un hilo a decenas de metros de distancia del suelo... ¡Y encima con fuego! Yo nunca podría hacerlo.
—Te acostumbras. —Aiden se encoje de hombros—. Cuando me propusieron hacer el espectáculo por primera vez, casi salgo corriendo de vuelta al orfanato. Sin embargo, allí conocí a gente que me ayudó y me enseñó a convertirme en el bailarín de las llamas.
La mandíbula de Cassie casi toca el suelo.
—¿Tienes un nombre artístico?
—Pues... Sí.
—¡Tengo un hermano famoso! ¡Eso sí que es guay!
—Tu primo también es famoso —apunto, divertida.
—Ya, pero mi primo no hace malabares con fuego prácticamente volando.
Shawn se cruza de brazos y participa en la conversación por primera vez en la noche.
—¿Y qué hay de mí? Yo también soy guay.
Cassie mira a su hermano fijamente durante unos segundos. Después, se encoje de hombros.
—Supongo.
—¿Supongo? —repite Shawn, arqueando sus cejas—. Vamos, Cass. He visto más películas contigo de las que puedo contar. Te he cuidado cuando estabas enferma. Te he leído cuentos por la noche. Te he acompañado hasta que te quedabas dormida. He jugado contigo a indios y vaqueros. ¿De verdad me estás diciendo que un hermano que has conocido hace menos de una hora es más guay que yo?
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El cliché perfecto ©
Teen FictionLeslie Sparks es el sinónimo de perfección. Shawn Coleman es un auténtico desastre. Ella se vio liberada cuando Shawn se fue de la ciudad tras haberla atormentado durante cinco años sin descanso. Ahora, él ha vuelto. El plan de Leslie es terminar s...