Capítulo 19. Estrella fugaz.

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—Te he traído hielo

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—Te he traído hielo.

Paso mi mano por entre dos de los barrotes de la celda y le tiendo la bolsa llena de hielo que me ha dado uno de los oficiales de policía. Shawn sonríe con agradecimiento, pero dos segundos después, suelta un gruñido de dolor. Ese moratón tan feo que tiene en la cara debe de estar doliéndole mucho.

—¿Te han dicho cuando me van a dejar salir? —pregunta él, echando su cabeza hacia atrás y apoyándola en la pared gris de la celda. Niego con la cabeza, arrodillándome al lado de los barrotes. Si me acerco un poco más, casi puedo sentir que no estamos separados por unas estúpidas barras de metal. Shawn suelta un suspiro al verme.

—¿Se puede saber qué se te pasó por la cabeza para pegar a un policía, Shawn? —cuestiono, rodeando mis piernas con mis brazos.

Él suspira de nuevo, y mi mente vuela a los acontecimientos de hace unas horas.

DOS HORAS ANTES...

Shawn y yo aplaudimos cuando se termina la película. Puede que estemos solos y que no hayamos pagado por la película, pero ha sido una experiencia inolvidable. Mucho mejor que ir a un cine normal. Me echo hacia atrás y miro a Shawn. Está de perfil, con la mirada perdida en la pantalla negra. Ahora que me fijo, su perfil es tan atractivo que podría quedarme horas mirándole.

De repente, él se gira hacia mí, y yo me quedo sin tiempo para analizar. Esbozo una sonrisa en los dos segundos que me quedan antes de que se dé cuenta de que lo estaba mirando fijamente.

—¿Qué? —pregunta él, encogiéndose de hombros. Suelto una risa por lo bajo. Ha estado más atento a la película que yo. Ya que me la sé de memoria, he estado aprovechando a ratos para mirarle de reojo—. No sé de qué te ríes.

—En realidad te gusta la película, ¿verdad?

Shawn se encoge de hombros.

—Nunca he dicho que no me gustara.

—Ya... Ahora que lo pienso, te pareces un poco a Danny.

Frunce el ceño al mirarme. Apenas puedo distinguir su rostro en la oscuridad. Sin embargo, sus ojos destacan. Brillan como dos estrellas en medio del firmamento. Como si dos estrellas del cielo que se extiende sobre nuestras cabezas hubieran caído a la Tierra y se hubieran aposentado en el rostro de Shawn.

—¿Porque fumo? —pregunta.

—Sí, aunque también por la actitud.

—Eso no es cierto —dice, haciendo una mueca. Sospecho que le da vergüenza admitir que en realidad tiene un corazón frágil como el de Danny.

—Ah, es verdad. Se me olvidaba que tú no tienes la parte de ser amable.

Shawn alza sus cejas.

—Muy graciosa. Si empezamos a buscar similitudes, tú eres igualita a Sandy.

Soy yo la que abre la boca con sorpresa.

El cliché perfecto © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora