¿Sabes ese momento en el que deseas que tu vida sea solo un sueño? Un sueño del que puedas despertar en cualquier momento. Un sueño que no sea real. Un sueño del que pueda salir pellizcándome, y seguir con mi vida como si nada hubiera pasado.
Este es uno de esos momentos.
Estoy paralizada. Mientras veo a Shawn besando a la castaña, lo único en lo que puedo pensar es en que ojalá todo esto sea un sueño. Que pueda pellizcarme y me despierte en mi cama, rodeada por cojines, y que haya un mensaje de Shawn en mi teléfono diciéndome algo gracioso. Que me levante de la cama y pueda contestar al mensaje, prepararme para ir al instituto y verle allí, como todos los días. Hablar con él, hacerle sonreír y observar su endemoniadamente irresistible ser hasta que se me sequen los ojos. Pienso en todos los momentos que hemos pasado juntos, los momentos de risas, los de llantos y esos en los que estábamos tan cerca que me daba miedo hasta respirar. Pienso en los momentos en los que solo quería lanzarme a sus brazos y llorar, en los momentos en los que me hacía reír hasta que me doliera el estómago y los momentos en los que mi corazón latía tan rápido que él podía oírlo. Los momentos en los que la electricidad fluía a nuestro alrededor y nuestras bocas estaban a punto de ser fundidas en una.
Cuando Shawn separa sus labios de los de la chica y se da cuenta de que lo he visto, lo único que quiero es que me trague la tierra.
—¿Leslie? —cuestiona, incorporándose y acercándose a mí. Las lágrimas luchan por brotar de mis ojos, pero trato de retenerlas. Camino marcha atrás hacia la puerta, no queriendo humillarme más públicamente. Soy consciente de que todos los ojos del cuarto están puestos sobre Shawn y mí, así que intento no avergonzarme mucho y esconder mi rostro detrás de los rizos que caen de mi cabeza—. Espera, yo...
—No tienes que explicarme nada —consigo decir tras tomar aire, forzando una sonrisa triste a la vez que retengo las lágrimas.
Shawn trata de acercarse a mí, alargando sus brazos hacia mi cuerpo e intentando tocarme, pero retrocedo y alcanzo la puerta. Recorro la sala con la mirada una última vez, incluyendo los semblantes preocupados de mis amigas y la expresión arrepentida de Shawn, y salgo del cuarto. Después, agarro el pomo de la puerta entre mis temblorosos dedos y lo giro para abrir la puerta.
Salgo de la casa.
Y echo a correr.
Estoy sola, así que no tengo por qué retener las lágrimas. Dejo que mi cuerpo se sacuda con sollozos mientras me quito los zapatos de tacón y los agarro con la mano para correr. Pronto descubro que está lloviendo, pero no me importa. Mis pies se mojan con el agua de la lluvia, al igual que mis descubiertos hombros y mis desnudos brazos. Los guijarros de la carretera se clavan en las plantas de mis pies, pero nada de eso es comparado con el dolor que siento en mi corazón.
Tras correr durante quince minutos sin interrupción, llego a un parque apartado de la civilización. No hay casas cerca, y lo único que parece habitable es una caseta de madera destartalada. Queriendo estar sola y llorar en paz, me acerco al parque de juegos y me siento en un columpio, aferrándome a las cadenas de los lados con las manos. Alzo la mirada hacia el cielo para descubrir que está nublado, gris y con amenazas de tormenta. Las gotas de lluvia caen sobre mis mejillas y ya no sé si lo que resbala por mi cuello son lágrimas o producto del clima.
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El cliché perfecto ©
Novela JuvenilLeslie Sparks es el sinónimo de perfección. Shawn Coleman es un auténtico desastre. Ella se vio liberada cuando Shawn se fue de la ciudad tras haberla atormentado durante cinco años sin descanso. Ahora, él ha vuelto. El plan de Leslie es terminar s...