Epílogo.

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DOS MESES DESPUÉS

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DOS MESES DESPUÉS

NARRADOR EN TERCERA PERSONA

Shawn despertó con el movimiento de Leslie entre las sábanas. La muchacha se removía entre sus brazos, y, con la escasa luz que entraba por los resquicios de las persianas, Shawn pudo vislumbrar como su chica permanecía con los ojos cerrados y volvía a acurrucarse contra el cuerpo del chico. El chico sonrió al sentirla tan cerca de él. Se sentía muy afortunado de tenerla a su lado, el chico más feliz del mundo.

—Eh... —susurró él, depositando un beso sobre la espalda desnuda de Leslie al ver que ella abría los ojos con pereza—. Buenos días, princesa.

Ella gruñó, pero no pudo evitar que sus comisuras se curvaran. Leslie se sentía feliz desde el momento en el Shawn y ella habían arreglado sus diferencias aquel día de junio. Sonreía cada día, y eso era algo que la hacía sentir tremendamente afortunada, pues sabía que muchas personas no sonreían todos los días y eso le parecía terrible. Con Shawn a su lado, todos los días parecía brillar el sol y sonreír no le costaba, era como algo que venía de acompañamiento con su presencia.

—Voy a extrañar despertarme así cuando vuelva a Brown —murmuró ella, con la voz distorsionada por culpa de su rostro hundido en la almohada.

Leslie se había quedado a dormir aquella noche en casa de su novio. Llevaban todo el verano haciendo lo mismo, normalmente iban a dormir a casa de Tobías porque estaba más vacía, pero ese día habían estado cenando en un restaurante cerca de la casa del chico y habían decidido pasar la noche allí. Quedaban menos de dos semanas para que Leslie tuviera que marchar y eso no podía evitar encontrarse en el fondo de la mente de ambos. Aun así, los dos sabían que tenían que aprovechar al máximo sus momentos juntos. Por eso mismo Shawn rodeó la cintura de Leslie con sus brazos y la apretó contra él, contra el latido desenfrenado de su corazón.

—No te pongas triste —pidió él, acariciando la piel desnuda de la cintura de la muchacha—. Quiero ver tu sonrisa, princesa.

Ella rio, pero se dio la vuelta para que su novio pudiese verle la cara. Una gran sonrisa recorría sus labios de principio a fin, y Shawn no pudo evitar contagiarse de ella. Leslie acarició el rostro de Shawn, raspándose las yemas de los dedos con la incipiente barba del castaño. Llevó sus dedos a los labios de su novio y los recorrió con cariño, sin apartar sus ojos de los de él.

—Todavía no puedo creer que ya haya pasado el verano —murmuró Leslie—. Hace dos meses estábamos encontrándonos de nuevo y ahora tenemos que separarnos. No es justo, Shawn.

—Lo sé, pero eres tú la que elegiste estudiar en la otra punta del país —bromeó Shawn acariciando el cabello rubio de Leslie y apartándoselo de la cara. Él admiró lo hermosa que era su novia y la suerte que tenía. Su desnudez estaba causando una reacción en el interior de Shawn, y este dudaba poder aguantar mucho más sin besar la boca de fresa de su princesa, así como decía Rubén Darío en su Sonatina—. Es broma, preciosa —aclaró él al ver su ceño fruncido—. Ven acá, tenemos poco tiempo y quiero aprovecharlo al máximo.

El cliché perfecto © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora