Capítulo 25. Corazones rotos.

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Esto es una locura

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Esto es una locura.

Mientras me siento entre Amelie y Gabrielle en el círculo de adolescentes que están reunidos en uno de los tres salones de la casa, me pregunto a mí misma mi nivel de idiotez. ¿En qué momento he accedido a jugar verdad o atrevimiento? ¡Todo el mundo sabe que ese juego es un suicidio! Y mucho más cuando te gusta alguien... Y ese alguien también está jugando.

«Estupendo, Leslie. Te has lucido.»

—¡Bien! Veo las suficientes caras aquí como para comenzar el juego, así que vamos a empezar —exclama un chico de cabello claro y ojos castaños, disfrazado de cowboy. Su cara me suena, así que interpreto que debe de pertenecer al equipo de baloncesto o al de fútbol, porque son para los que animamos. Cuando se gira y le sonríe a una morena sentada algo lejos de mí, lo reconozco. Es Larson, el novio de Kylie, una de las animadoras del equipo. Por la soltura con la que se mueve por la habitación, creo que esta es su casa y por tanto, él es el anfitrión de la fiesta—. Todo el mundo sabe como jugar a verdad o atrevimiento, así que vamos a saltarnos esa parte.

La mayoría de los adolescentes asienten, entre los que encuentro a los amigos de Shawn y a las mías, incluyendo también a Easton, que está sentado al lado de Madison con su mano entrelazada con la de mi amiga. Sin embargo, una chica algo rellenita con la cara llena de pecas se cruza de brazos.

—¿Y si nos negamos a contestar o no queremos hacer el reto? —pregunta, desafiante.

—Entonces esa persona tendrá que quitarse una prenda —contesta Larson, sonriente. Él tiene novia, seguramente no le preocupe contestar a la pregunta de quién le gusta o de quién está enamorado. No obstante, a mí sí que me importa. Solo espero que la botella no me señale—. ¿Todos conformes?

—Por mí sí —interviene Adam. Él está disfrazado de socorrista, o algo parecido. En realidad, creo que no ha querido esforzarse mucho y ha cogido una camiseta blanca y un bañador rojo del armario—. No tengo problema en quitarme la camiseta. Estoy seguro de que las señoritas lo agradecerán.

Un par de chicas de un curso inferior al nuestro se ríen y sus mejillas enrojecen, pero Gabrielle se cruza de brazos y clava la mirada en el suelo, molesta, tras soltar un resoplido. Algo me dice que han pasado cosas entre la pelirroja y el amigo de Shawn que ella no me ha contado.

—En ese caso, vamos a empezar.

Larson coloca una botella de cerveza vacía en el centro del círculo. El miedo se apodera de mi cuerpo en el momento en el que el chico hace girar la botella. El trozo de vidrio verdoso da vueltas y más vueltas, hasta que se detiene en una muchacha que está disfrazada de egipcia. La chica se muerde el labio inferior cuando todas las miradas caen sobre ella.

—¿Verdad o atrevimiento, Gillian? —pregunta Larson, sentándose al lado de su novia y rodeando con su brazo los hombros de ella. Recibo un pinchazo en el corazón cuando descubro a Shawn mirándome desde el otro extremo del círculo. Cuanto me gustaría poder estar así a su alrededor, acurrucarme en su pecho sin importar lo que dijeran los demás, que él pudiera abrazarme y cogerme de la mano sin vergüenza. Aparto la mirada rápidamente, sin querer torturándome más.

El cliché perfecto © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora