Capítulo 51. Héroes.

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Miro al techo y lo único en lo que puedo pensar es en Leslie

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Miro al techo y lo único en lo que puedo pensar es en Leslie. Y en sus lágrimas.

Me siento como una absoluta mierda, tumbado sobre mi colchón y sobre las sábanas grises y arrugadas. Tengo los ojos fijos en el techo blanco, clavando la mirada en una araña que se mueve por el techo de la habitación, inquieta. Mientras la observo, pienso en cómo me gustaría que me picara. Y no, no para convertirme en Spider-man, adquirir súper poderes y conseguir mi final feliz de película de superhéroes salvando a Leslie y dándole un beso boca abajo, sino para morirme gracias a su veneno.

Porque sí, puede que suene extremista, pero en este momento lo que menos me apetece hacer es vivir.

Después de dejar a Leslie, me siento completamente dividido. Hay una parte de mí, que tengo que decir que es pequeña, que está feliz. Feliz porque ella va a serlo, estando lejos de mí, cumpliendo su sueño y comenzando una vida sana y nueva en un lugar maravilloso como es Rhode Island. Además de eso, va a experimentar lo que es ir a la universidad, algo bastante importante, es decir, acudir a fiestas universitarias, involucrarse en las actividades, reunirse en las bibliotecas y atiborrarse a cafés bien cargados. Eso sin olvidar las amistades para toda la vida que haces en la universidad, y, por supuesto, los típicos romances universitarios, de donde salimos la mayoría de los nuevos habitantes de la Tierra.

No voy a mentir; me da miedo que Leslie se olvide de mí. Me aterra que encuentre a alguien más y que no vuelva a acordarse de lo que vivimos. Si alguna vez viera a la mujer de mi vida caminando de la mano con otro hombre, riendo por algo que él está diciendo y luciendo tan sonriente y brillante como siempre, me volvería loco.

Por otra parte, sé que ella estaría mejor lejos de mí, con alguien de su clase, que pudiese cuidarla y protegerla, o que, simplemente, no tuviera nada de lo que protegerla. Alguien que no se enfadase por cualquier asunto, alguien que la respetase y la tratase como la princesa que ella es. Porque ella tiene razón: nosotros formamos parte de un cliché, el del chico malo y la chica buena.

Y todos sabemos cómo termina esa historia.

El chico malo nunca se queda con la chica buena. Ella acaba con un hombre perfecto, rubio, alto y con estudios en Harvard, mientras que él pasa el resto de su vida recordando el único amor verdadero de su vida.

El cliché perfecto © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora