El salto que pegó al llegar al piso de su apartamento no fue humano.
Parada frente a su puerta lo esperaba nada más y nada menos que Kang Jisoo, vistiendo un conjunto celeste claro, con bolso y zapatos a juego. Sus bucles castaños estaban perfectamente estilizados sobre uno de sus hombros y no parecía el trabajo de un principiante. Probablemente había ido a la peluquería ese mismo día, lo cual no le sorprendería de alguien como ella.
Lucía de lo más molesta, aunque algo le decía que ella siempre lo estaba. O por lo menos que era muy fácil ponerla de malhumor, ella era ese tipo de persona.
—¿Qué demonios haces aquí, Jisoo? —exclamó Namjoon mirando a su alrededor e intentando mantener el equilibrio con todo lo que llevaba en las manos.
Ella enarcó una ceja.
—Obviamente vengo a hablar sobre nuestro trato.
—No puedes simplemente venir aquí sin consultarme antes, ¿Y si mi hermano o alguien más estaba aquí? —reclamó el muchacho abriendo la puerta y dejándola pasar al apartamento.
—¿Quién más podría estar? ¿Seokjin? —interrogó ella sentándose elegantemente en el sofá de la sala, con las piernas cruzadas como toda una dama.
Por poco Namjoon tira el café y el pastel que llevaba al suelo, lo cual sería una completa desgracia considerando cómo lo había conseguido y cómo ni había tenido que pagar por lo último. No. Concéntrate, Namjoon, él no es tu amigo, es tu objetivo. Le dolía tener que pensar de esa forma, pero aún así era la verdad, le gustara o no.
—¿De qué estás...?
—Ya me enteré de que es tu amiguito nuevo, pero no hay problema. Puede servirnos de algo que te acerques a él. —Jisoo abrió el minúsculo bolso que llevaba y de él sacó un nuevo fajo de dinero para ubicarlo sobre la mesita frente a ella—. Pero dejemos eso para después, háblame de tus progresos que tengo prisa.
Mordiéndose el labio y sintiendo que nada de esto estaba bien, Namjoon dejó lo que llevaba en la cocina y arrastró una de las sillas junto a la mesa donde solía trabajar con su computadora y se sentó cerca de ella con la laptop en el regazo. Sin mirarla y sin decir palabra la encendió y desbloqueó con un rápido movimiento de dedos; como era de esperarse de un hacker de su nivel, su laptop estaba protegida ante cualquier curioso con una variedad de códigos y algoritmos que sólo él podía resolver. Jisoo sólo se quedó allí esperando a que terminara, como si fuera de lo más normal para ella verlo así tan concentrado.
—Como te comenté, logré acceder a los archivos de su computadora, pero no encontré nada que nos pueda servir. —informó Namjoon demostrándoselo lo más rápido que pudo. Los ojos de ella observaban la pantalla con mucho cuidado—. Sin embargo, buscando un poco más profundo, me encontré con esto.
Presionó otras teclas más y apareció el mensaje que pedía un código para abrir la carpeta con los archivos ocultos. Namjoon notó la forma en la que los gestos de la chica cambiaron y una sonrisa gigante se extendía en su rostro, dándole un aspecto de lo más tétrico, eso sumado al brillo rojizo que la pantalla le había otorgado a sus ojos.
Parecía demasiado emocionada, como si le estuviera mostrando la cosa más maravillosa del mundo. Su mirada casi desorbitada cayó entonces en él y con un gesto de la cabeza, pareció apresurarlo a hacer algo.
—¿Y bien? Ábrela. —ordenó moviéndose hasta estar sentada en el borde del sofá. Con tanta emoción parecía capaz de meterse en la pantalla en cualquier momento.
—No puedo. Lo intenté todo. —admitió el mayor bajando el aparato en la mesita junto a los billetes. El rostro de ella se volvió agrio—. Es una seguridad más fuerte que la del estado y organizaciones como el FBI o la Interpol. No puedo romper el sistema por más que lo intente. Lo que sea que esconde debe ser...
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Binary Code || JinNam
Romance"¿Qué quieres de mí?" "Es muy sencillo. Necesito que hackees su computadora." En donde Kim Namjoon es un hacker experto y Kim Seokjin es un barista con demasiados secretos. {Secuelas} • Operation: Decode. • Code Breaker.