Código #17

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Volteó la mirada como pudo para intentar identificar a quien lo sostenía, solo para encontrarse con los grandes ojos oscuros de Jungkook. El chico era quien cubría su boca y nariz con el trapo, pero aún así, mientras sonidos de pasos y de forcejeos se acrecentaban en el cuarto, no podía evitar sentirse inseguro. Con tanto humo era imposible ver nada que no estuviera a centímetros de distancia.

—Mantén ese trapo contra tu rostro, inhala el humo lo menos posible —aconsejó Jungkook soltándolo una vez que él mismo puso la mano sobre la tela—. Quédate quieto, ¿Oíste?

No podría moverse ni aunque quisiera, las piernas le temblaban como si estuvieran hechas de gelatina y su otra mano apenas sostenía la pistola; sus dedos parecían de mantequilla o cualquier otro material resbaloso.

Minutos después, cuando el humo finalmente se iba dispersando y eventualmente desapareciendo en el aire, Namjoon se encontró con una escena tan caótica que no sabía muy bien por dónde empezar a mirar. Como en un cuadro renacentista.

Para empezar, Jungkook se acercó a él con su hermano en brazos y se lo pasó. Namjoon dejó caer el trapo y la pistola como si no fueran importantes y tomó a su hermano con extrema delicadeza, para acunarlo contra su pecho y plantarle besos en la frente. Decir que estaba aliviado de volver a tenerlo entre sus brazos era poco.

—Por dios, Tae, lo siento tanto —susurró contra la piel sudada y pálida de su hermano pequeño, quien apenas se aferraba a él con sus debilitados dedos.

El chico solo negó con la cabeza muy despacio y cerró los ojos. Le faltaban fuerzas para poder mantener los párpados abiertos. Solo ahora que lo cargaba era más que evidente lo delgado que estaba, pues no le ocasionaba problema alguno tenerlo en sus brazos. Era como cargar a un niño.

Seokjin ya estaba recostado en el suelo junto a sus pies, magullado y herido por todos los lados posibles, con la ropa oscura sucia y desgarrada en ciertas partes; de algún modo había llegado allí, probablemente porque Jungkook lo había traído, pues seguía totalmente inconsciente.

Y hablando de Jungkook, una vez dejó a su hermano con él, el chico salió corriendo del salón sin decir ni una palabra o dar una advertencia. Estaba siguiendo órdenes, seguro.

Frente a él, Hoseok lanzó el explosivo por el balcón para que aterrizara en el patio de los Kang, y una vez se hubo deshecho de ese problema, se giró sobre sus talones levantando el rifle contra Jisoo, pues Jaeha ya estaba inmóvil en el suelo.

Tras asegurarse de que el hombre no se despertaría, Yoongi se incorporó desde detrás del escritorio y arrugó la nariz como si estuviera olfateando algo maloliente. No iba vestido igual a Hoseok y a Jungkook, pero sí tenía puesto un chaleco antibalas y correas para las fundas de sus armas. Llevaba además un comunicador de manos libres en la oreja derecha.

—Puta madre, pensé que eran mejores que esto —dijo Yoongi sacando una pistola de su cinturón y también apuntándola a la jovencita—. Evidentemente no pueden vivir sin mí, ¿A que sí?

Por algún motivo no le sorprendía del todo el ver a quien creía casi un hermano mayor allí parado con armas en mano y comportándose como si todo esto no fuera más que lo usual. Tenía mucho sentido cuando lo pensaba y aunque tenía muchas preguntas y ganas de decirle cosas, también sabía que no era el lugar para hacerlo. Ya tendrían tiempo para interrogatorios.

—Intenta hacer algo útil cuando amenazan a tu compañero y a un chico enfermo con un puto C4 —respondió Hoseok avanzando los pasos que le quedaban para acercarse a Jisoo. Ella estaba tranquila—. Diría que te extrañé, 093, pero nos vimos ayer.

Binary Code || JinNamWhere stories live. Discover now