Código #6

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Taehyung soltó una risita.

—No entiendo, hyung, ¿Qué es lo que pasa? —preguntó el menor ubicándose mejor sobre el colchón y mirándolo con una sonrisa.

Lo que actualmente pasaba y sin motivo aparente era que desde que Namjoon había llegado al hospital (muy agitado) el muchacho no se había quedado quieto por un solo segundo, dando vueltas en la habitación como un loco mientras murmuraba para sí y de vez en cuando le lanzaba a su hermano menor una mirada de duda.

Cuando le había preguntado las primeras mil veces qué le ocurría, el mayor solo lanzó los brazos en el aire e hizo un gesto con la cara que parecía decir lo sé, ridículo, ¿verdad? Pero la verdad era que no tenía ni idea de lo que le ocurría a su hermano.

Repentinamente, como teniendo una epifanía, Namjoon detuvo su andar.

—Las manos. Me las tomó. ¿Puedes creerlo? —interrogó Namjoon sonando tan indignado como contento. Nunca antes había visto a nadie expresando cosas tan distintas al mismo tiempo.

—¿Quién te tomó las manos, hyung? —Taehyung intentaba por todos los medios ser paciente, ya que su hermano mayor parecía al borde de un colapso mental.

Él.

Namjoon lo hacía sonar como si fuera evidente, pero es que no era así.

—¿Él? —repitió el menor comenzando a preguntarse si acaso a su hermano no se le había quemado el cerebro por estar siempre en la computadora.

Namjoon puso las manos sobre sus caderas, quedando en pose de jarro frente a él; su expresión era la de alguien que no podía creer lo que estaba a punto de decir y aunque comenzaba a exasperarse, lo cierto era que se estaba divirtiendo demasiado con todo esto. Su hermano podía ser demasiado cómico sin siquiera darse cuenta.


Miró la hora en su celular. Era un poco cerca de las nueve, lo que quería decir que tenía algo de tiempo antes de ir a ver a Taehyung al hospital.

Sin necesidad de pensárselo demasiado, Namjoon decidió que sería una buena oportunidad para ir al café de nuevo; llevaba yendo religiosamente todos los días por casi tres semanas con la excusa mental de que el café y los postres eran buenos. Pero él sabía mejor que nadie que ninguna de esas dos cosas eran las que lo terminaban atrayendo nuevamente a aquel local. De hecho llevaba ya unos días sin negarlo, pero por alguna razón esa mañana no se sentía con las fuerzas de pensarlo.

Estaba nervioso. Ver a Seokjin con frecuencia no te producía acostumbramiento, al contrario, parecía ser que mientras más real pareciera más difícil era encararlo con sus sonrisas y su apariencia perfecta, por no decir su amable y agradable personalidad.

Siempre que se acercaba a él se convertía en un manojo de nervios y algunas veces le costaba decir cosas coherentes; para su suerte eso hacía reír al mayor y no lo hacía quedar (del todo) como un tarado. Desde que Jin se había enfermado ya no habían tenido oportunidad de estar solos, pero aún así habían charlado mucho en el café cada vez que él visitaba, entre clientes y también cuando el lugar estaba casi vacío y Jungkook podía encargarse de los pedidos.

Para ese punto se conocían lo suficiente y también tenían una conexión.

Lo cual había hecho de su trabajo un infierno, claro. La única razón por la que Jisoo no estaba lanzándole una piedra a la cabeza era porque había salido de viaje por algunos días y quería estar presente cuando finalmente Namjoon consiguiera desbloquear la carpeta secreta.

De igual forma, aún no había conseguido abrirla. Intentó con la fecha de cumpleaños de Jin, de Jungkook, de Hoseok. Tomó todos esos números y los cambió de posición, probando todas, todas las combinaciones posibles. Probó escribir los postres favoritos de Jin, los libros que había leído, música que le gustaba; cualquier detalle que le dijera, él lo introducía, pero no ocurría nada.

Binary Code || JinNamWhere stories live. Discover now