Cuando el extraño hombre de traje y mirada aterradora lo jaló del brazo en la calle y lo metió a un vehículo oscuro y de cristales tintados, Jungkook pensó en dos cosas: la primera, que probablemente lo encerrarían en algún lado y la segunda, que lo matarían y que no valía la pena ni el esfuerzo de resistirse o gritar. El vehículo se movió vertiginosamente por las calles de Seúl y durante un largo trecho, el hombre aterrador cubrió sus ojos con una venda oscura.
Había escuchado historias de los otros niños del barrio, de cómo señores como aquel secuestraban a niños para vender sus órganos o hacerles cosas incluso peores. Algunos decían que todos los secuestrados terminaban siendo esclavos o prostituidos (lo que fuera que eso significara) a gente de la clase alta.
Tenía mucho miedo. Tanto que sentía que en cualquier momento se orinaría encima, pero sospechaba que si lo hacía en el asiento de cuero del vehículo solo terminarían peores las cosas para él, así que se contuvo tanto como pudo.
Al cabo de lo que parecieron horas, el vehículo se detuvo y el hombre aterrador le quitó la venda de los ojos. Le daba miedo mirar, pero la curiosidad de niño era demasiado fuerte. Jungkook escudriñó el exterior como quien no quiere la cosa y se topó con la imagen más extraña de todas: un campo absolutamente vacío.
Lo iban a matar. Definitivamente lo iban a matar.
—Baja del auto, chico. No estoy de broma. —demandó el hombre utilizando un tono tan intimidante que hizo que se le helara la sangre.
Con terror pero con esperanzas de sobrevivir, Jungkook obedeció las órdenes del hombre y bajó del vehículo. No estaba seguro de dónde debía mirar o qué debía hacer, pero antes de preguntar, su secuestrador rodeó el carro y volvió a agarrarlo del codo y mientras el auto desaparecía en la distancia, el hombre lo hizo avanzar por metros en aquel campo aparentemente vacío.
Aunque soplaba el viento, estar tan en medio de la nada bajo el sol, sin ningún árbol en las cercanías hacía que sintiera demasiado calor. Incluso así estaba sudando frío y contaba cada paso que daba pensando que sería el último. ¿Es que no pensaba darle otra oportunidad? ¿Por qué tenía que llegar a tal extremo tan pronto?
El hombre se detuvo.
Jungkook miró a los pies de ambos lo que parecía ser una tapa de alcantarillado que no parecía posible de abrir, al menos por fuera. Su secuestrador sacó un móvil del traje y tras presionar la pantalla un par de veces, unos segundos después la tapa se abrió: un muchacho en sus veinte los recibió con una sonrisa.
—Bienvenido de vuelta, general. —saludó el chico. Estaba trepado a unas escaleras y un rifle le colgaba del hombro—. Veo que trae a alguien con usted. ¿Protocolo habitual?
—Así es, 085.
Tras asentir con la cabeza, 085 bajó las escaleras para darles espacio para bajar. El hombre aterrador lo mandó primero y cuando llegó abajo, 085 le puso una mano en el hombro y le guiñó el ojo como si nada de aquello fuera excesivamente raro. Dentro estaba tan fresco que para él, vestido con shorts andrajosos y una camiseta demasiado fina, hacía frío. Todo estaba recubierto de metal, tanto las paredes, el techo y el suelo. Aunque había fluorescentes encendidos, la iluminación no era buena.
Una vez que el hombre aterrador cerró la tapa y bajó las escaleras, 085 se ubicó junto a estas donde seguramente era su puesto de guardia y ya no dijo nada más, solo sonrió a Jungkook como intentando animarlo y se despidió del general con un asentimiento de cabeza.
Al otro extremo del pequeño cuarto había una puerta, y fue por ella que el hombre lo guió, esta vez sin tocarle un solo cabello. Jungkook lo seguía por inercia, como si supiera que tratar de huir era inútil.
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Binary Code || JinNam
Romantik"¿Qué quieres de mí?" "Es muy sencillo. Necesito que hackees su computadora." En donde Kim Namjoon es un hacker experto y Kim Seokjin es un barista con demasiados secretos. {Secuelas} • Operation: Decode. • Code Breaker.