Código #19

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Seokjin lo miró con ojos extraños y se preguntó si acaso aún estaba bajo los efectos de la droga que le habían administrado. Sin esperar a una señal ni nada, Namjoon tomó asiento en la vieja silla de madera que alguien había dejado junto a la cama; le sorprendió notar lo arreglada y carente de botellas de alcohol que estaba el cuarto, aunque seguro era obra de Yoongi y Hoseok, porque cuando abandonaron aquel lugar hace años, las botellas seguían allí.

El mayor siguió todos sus movimientos con la mirada, esperando pacientemente a que se instalara antes de hablarle. Cuando lo hizo, su voz sonó tranquila y débil, en perfecto contraste con su demacrada apariencia.

No quería hacer preguntas al respecto, pero estaba seguro de que lo habían torturado de todas las maneras posibles, desde las más inofensivas a las más terribles. Pero Seokjin no lucía como un hombre recién torturado, parecía un muchacho que acababa de despertar de una siesta.

Era lo que más le asustaba de él.

—Pensé que nunca vendrías a verme —admitió Seokjin sin cambiar la expresión en su rostro—. Una parte de mí supuso que probablemente me odiabas lo suficiente para que no te importara mucho mi estado o lo que tuviera que decir.

—No te odio, Seokjin.

—No, me amas.

Por alguna razón, el que lo haya señalado con tanta tranquilidad no golpeó a Namjoon como lo hubiera hecho en el pasado. En vez de reaccionar demasiado, el menor solo se redujo a sonreírle.

—Sí, es verdad.

—No te merezco, Namjoon —susurró el agente y era difícil decir si estaba siendo sincero o no.

—Probablemente no.

—Me alegro de que estemos de acuerdo —afirmó Seokjin sin realmente demostrar en su cara que le alegrara o no. No mostraba emoción alguna, tenía una constante cara de póker—. Con eso fuera del camino, me gustaría que hablemos. Asumo que Yoongi ya te contó todo sobre la organización y cosas parecidas.

—Sí, me contó de todo un poco —dijo conteniendo las ganas horribles que tenía de acercarse más y revisarle las heridas. Aún con todo deseaba cuidarlo y protegerlo.

Para que no hubiera confusiones, Namjoon le hizo un resumen de las cosas que ya sabía y Seokjin escuchó atentamente en silencio todo. Aunque no decía nada ni se movía, era evidente para él que el mayor estaba contando mentalmente todo y quizás ordenando sus propias ideas al mismo tiempo.

Cuando terminó, pasaron unos segundos antes de que Seokjin tomara mucho aire y comenzara a hablar.

—Mis padres murieron en un incendio cuando tenía tres años. Mi hermana melliza y yo quedamos huérfanos a causa de ello —relató sin mirarlo. Ahora que lo notaba, Seokjin jugueteaba con algo que tenía en la mano—. Antes de siquiera ser enviados a un orfanato, el general Younghwan, líder de Noir, nos rescató y adoptó.

»No sé si desde el principio tuvo planes para nosotros o no, pero nos crió en una base secreta y nos educó en todo lo que su organización se basaba —por un segundo pareció dudar, pero finalmente abrió la palma, dejando ver lo que escondía entre los dedos: una etiqueta de acero—. Mi hermana, Soojin, cayó repentinamente enferma a los seis años y el general me prometió que cuidaría de ella si yo me convertía en recluta.

—¿Qué es lo que tenía?

—Leucemia. Falleció dos años después y tuvo un estúpido funeral donde asistieron todos en la base. Era la última familia real que tenía y se había ido así como así, sin que yo hubiera estado para ella debido al entrenamiento —contestó mostrando por primera vez una emoción real en la cara: tristeza. Recordar aquello destrozaba todas sus barreras—. Ella es la razón por la que te traté tan mal. Vi a Soojin en tu hermano y dejé que mis sentimientos te dijeran cosas terribles. Capaz sea difícil de creer, pero lo lamento.

Binary Code || JinNamWhere stories live. Discover now