Código #7

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Llevaba tres días sin ir al café y Jisoo volvía de su viaje al día siguiente.

No es que no hubiera querido ir, lo que pasaba era que mientras más analizaba la carpeta con los archivos más nervios y preocupaciones le llegaban, por lo que cada vez que se decidía a ir a ver a Seokjin, terminaba dando media vuelta o dirigiéndose a otro lugar, como si esta revelación cambiara algo en el barista.

Bueno, sí que cambiaba algo, pero obviamente Jin no tenía la más remota idea de que Namjoon sabía su secreto; si es que era suyo, claro está.

Muy en el fondo Namjoon sabía lo que aquella información podía significar pero no podía creérselo; por más que todo fuera repentinamente evidente y que lentamente cobrara sentido en su cabeza una pequeña parte de él no podía aceptarlo. Con cada posibilidad que le cruzaba la mente, cinco excusas también aparecían.

Tenía a Seokjin tan arriba y tan idealizado que ahora era un poco difícil de borrar eso.

Tras llegar a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era ver a Seokjin antes de que Jisoo volviera, finalmente se levantó del sofá y salió del apartamento, utilizando la caminata para poder pensar en lo que estaba a punto de hacer.

Es que una cosa estaba clarísima, no podía simplemente contarle a Jisoo de esto sin saber qué exactamente eran esos documentos para Jin, no solo porque se trataban de archivos del estado y otras cosas confidenciales, sino porque no quería entregar a Seokjin de esa forma cuando no era clara aún la razón por la que los tenía en primer lugar.

Por más que no quisiera y sonara estúpido, lo único que se le ocurría era ir al café, llevarlo aparte y preguntarle directamente al respecto; obviamente que eso levantaría muchas interrogantes en el barista sobre cómo demonios había accedido a tal información pero esos eran cabos que podrían atar una vez que tuviera las respuestas a sus preguntas.

No quería sonar como un idiota, pero Jin tenía suerte de que Jisoo lo había contratado a él y no a otro hacker muerto de hambre que lo vendería fácilmente sin hacer preguntas.

Sin embargo era mucho más fácil decir que hacer. Una vez estuvo parado frente a la puerta del local las ganas de salir corriendo incrementaron; tenía miedo de lo que pudiera pasar una vez le dijera a Seokjin todo lo que sabía. Le aterraba que se enfadara con él y nunca más quisiera verlo por hacer algo tan ruin como hackear su computadora y al mismo tiempo hacerse su amigo.

Le dolería demasiado porque Seokjin le gustaba mucho.

La puerta de la entrada se abrió de golpe.

—Buenas tardes, Namjoon. —saludó Seokjin. No parecía para nada sorprendido de hallarlo allí parado—. Salía nada más a colocar un anuncio, ¿Por qué no entras y te sientas? Voy enseguida a atenderte.

Quería decirle que sí. Evitar hablar de la estúpida carpeta o tener que confesarle que trabajaba para la bruja de su ex y que buscaba hundirlo de alguna forma, pero sabía muy bien que no podía hacer eso. Ya no tenía tiempo que perder.

—No, yo... —Namjoon se rascó la nuca y evitó los ojos de Seokjin a toda costa—. ¿Podemos hablar? En privado.

Cuando se fijó en él notó que aquello sorprendió al mayor; pero no de la misma forma en la que se sorprende la gente corriente, que parece espantarse un poco o ponerse nerviosa, Seokjin parecía de repente cauteloso o alerta, como esperando ya que Namjoon le lanzara la bomba en toda la cara.

El muchacho cambió de expresión con facilidad y una sonrisita se extendió sobre sus labios.

—Por supuesto, dame un segundo.

Binary Code || JinNamWhere stories live. Discover now