Código #2

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Aunque deseaba más que nada poder salir corriendo del café antes de que se dieran cuenta de lo que había hecho, con todo el escándalo no había podido terminar su transacción con el barista; dejar el pastel de lado no era una opción ni siquiera en una situación así. Taehyung siempre era su prioridad.

Pensó en llamar la atención del pelinegro con un gesto de la mano, pero nada más terminó de atender al cliente al que Jungkook le había derramado postre encima, el mayor caminó decididamente hasta detrás de la barra y directo hacia la cocina, sin fijarse en absolutamente nada más que su camino, como si fuera un misil teledirigido.

Antes de poder darse cuenta o detenerse, Namjoon se puso de pie y lo siguió. Intentando ser lo más discreto posible se acercó lo más que pudo a la puerta de la cocina, a la distancia suficiente para poder oír lo que los dos baristas discutían.

—¿Cómo pudo pasar esto, Jeon Jungkook? Estás mejor entrenado que esto. —regañó Seokjin sonando totalmente distinto, como si su voz hubiera perdido toda la calidez.

—No fue mi culpa. Ese desgraciado me puso el pie.

—Ah, ¿Un cliente oportunista?

—Aparentemente sí. —asintió el menor. Incluso desde su posición pudo oírlo suspirar.

—Bueno, no podemos hacer nada. Lastimosamente el cliente siempre tiene la razón. —terminó Seokjin volviendo a sonar cada vez más cariñoso. Se notaba que le tenía mucha estima al menor—. No dejes que te afecte tanto, ya sabes que este trabajo no es tan importante.

—Está bien, hyung.

Namjoon casi se cayó de cara al piso cuando ambos salieron de la cocina, pero con unos reflejos increíbles Seokjin lo atrapó de los antebrazos y le dirigió una mirada que le intentaba informar de que sabía muy bien qué estaba haciendo allí parado junto a la cocina. El hacker tembló un poco, si lo pillaban tan pronto...

Jungkook hizo una reverencia educada a ambos y se marchó a atender a los clientes, esta vez asegurándose de que nadie cometiera la picardía de hacerlo tropezar. Obviamente no podían permitirse regalarle postres o bebidas a todo aquel que quisiera hacerse el gracioso. Seokjin en cambio lo ayudó a estabilizarse y caminó hasta detrás de la barra para cerrar su laptop y apoyarse sobre la mesada y fijarse en Namjoon:

Es que cada gesto tonto que hacía era tremendamente atractivo. No se imaginaba lo fastidioso que debía ser eso, ser tan guapo que todo lo que hicieras llamara tanto la atención. O capaz sólo era Namjoon, quién sabe.

—Disculpa que te haya abandonado así, tuve que ir a resolver el pequeño error de mi compañero. —murmuró Seokjin jugueteando con la manga de su camisa—. Tengo que cobrarte por el pedido, ¿No es así?

—Ah, sí. ¿Se encuentra él bien? No creo que debas ser muy duro con él.

—Oh, descuida, Jungkookie es un chico duro y ya me explicó lo que pasó. —le tranquilizó mientras arrancaba un papel de su libreta y comenzaba a escribir rápidamente. Al terminar, le deslizó el papel con un número—. Esto es lo que necesitaré como entrega, mañana podrás pagarme el resto.

Se apresuró a sacar su billetera y pasarle la suma necesaria. El mayor ya había preparado una especie de factura para que la firmara y de ese modo confirmar el pedido. Tras despedirse de él Namjoon salió de la cafetería y miró el cielo despejado y el sol de la tarde brillando con fuerza: se sentía como una mierda.

No había ni una pizca de malicia en ese muchacho y sin embargo él estaba trabajando para técnicamente arruinarle la vida y todo porque necesitaba un poco de dinero extra. Ya, en cierto modo quizás era comprensible cuando se analizaba la situación de su hermano menor y su vital posición como quien lo mantenía, pero aún así...

Binary Code || JinNamWhere stories live. Discover now