Capítulo 20

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Narrador Omnisciente

"Niña, pásame mis pastillas, las que están sobre la mesa" Ordenó Sinuhe a Taylor señalando el objeto mencionado.

La salud de Sinuhe empeoraba cada día más, y de esa forma, las dosis de medicamentos que debía tomar para soportar los dolores y enmascarar los síntomas de su severo cáncer tenían que aumentar.

Taylor, armándose de paciencia para no contestar de mala manera a la suegra de su hermana, fue hacia el lugar indicado, tomó las pastillas y se las llevó a la mujer.

"¿Y el agua? ¿Con qué me las voy a tomar? ¿Saliva?" Espetó la mujer sarcásticamente  y Taylor frunció el ceño, pero una vez más, echó mano de su paciencia y su adoración por Camila y Lauren y cumplió la tarea sin reclamar nada, recordando las dos reglas que ambas mujeres les habían pedido seguir, a pesar de que esa señora no era nada para ella. 

Para Sinuhe era imposible tratar bien a Taylor, a fin de cuentas, era la hermana de Lauren y nada que viniera de Lauren podía ser digno de algo, mucho menos de su respeto o agradecimiento. Cosa que se repetía con Sofía.

Al principio se había sentido conmovida de que Camila hubiera decidido ponerle a su hija menor el nombre de la que habría sido su primera bebé, pero al ver a la niña en cuestión y encontrar en ella los rasgos idénticos a los de Lauren, no pudo más que sentir rechazo por la que, en teoría, era su nieta. Para Sinuhe, su único nieto era Lawrence, pues él tenía su sangre corriendo por sus venas, y no sólo eso, también era un Mahone. Aunque Camila no quisiera aceptarlo. 

Lawrence era hijo biológico de Austin Mahone, y aunque el tipo ya llevara varios años pudriéndose a metros bajo tierra, su padre, el abuelo de Lolo, continuaba con vida y por lo tanto, todavía alguien a quien reclamar la parte de la herencia que le correspondía. 

Por supuesto, la ambición de Sinuhe no tenía absolutamente nada que ver con un beneficio personal, ella estaba segura de que, incluso aunque consiguiera convencer a Camila de que pidiera lo que le pertenecía por derecho a su hijo, de ese dinero ella no vería ni disfrutaría nada porque le quedaba poco tiempo de vida. Pero al menos, quería asegurarse de que el pequeño Lawrence tuviera todo lo que merecía por sangre y que, obvio, tomara el apellido de una familia de renombre y dejara en el olvido el apellido mediocre de la cualquiera que tenía como supuesta madre. 

Todavía no podía hacerse a la idea de que su hija se hubiera casado con Lauren, pero sabía que no estaba en posición de reclamar nada. Ella había fallado como madre al abandonarla y al haberla llevado por un pésimo camino, pero ahora, con su última oportunidad se encargaría de corregir su error y no detenerse hasta que su pequeña Camila y su nieto, retomaran su posición en la élite de aquella ciudad y para eso, debía conseguir que Camila abriera los ojos y se diera cuenta de que su mujer no era lo que decía ser. 

Su hija estaba demasiado ciega de amor, pero por una parte la entendía, pues cuando ella misma finalmente se sintió así por alguien había terminado por abandonarlo todo, incluso a su propia hija con tal de pasar el resto de sus días con él. ¿Y todo para qué? Para que al final el muy maldito se largara en cuanto se enteró de su enfermedad. 

No quería eso para Camila, no permitiría que su relación con Lauren avanzara hasta el grado de que su hija se quedara sin un sólo dólar por culpa de esa arribista. 

"¿Dónde está Lawrence?" Preguntó luego de haberse tomado los medicamentos, una vez que Taylor regresó de la cocina con un vaso de agua al que deseó haberle puesto un poco de cianuro. Sí, Taylor estaba bastante avanzada en clase de química para su edad. 

"Está haciendo tarea en su cuarto." Contestó la mayor de los niños.

"Dile que su abuela quiere que baje para platicar con él." Le ordenó y luego de un suspiro y de haber rodado los ojos, Taylor finalmente pudo irse a su habitación. 

Believe Me - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora