Capítulo 24

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A Camila le gustaba Alessandro.

No en un interés romántico o físico, sino que le gustaba su compañía. Él la trataba muy bien, la hacía sentir importante y cada vez que se veían Camila se olvidaba al menos por un momento de todas las cosas que le estaban haciendo daño.

A Camila le gustaba Alessandro como un amigo, a pesar de saber que él tenía otro tipo de interés hacia ella.

Entre otras cosas, la doctora había salido del hospital una vez más. La salud de su madre empeoraba y cada día requería más atenciones. Yendo a trabajar, Camila pasaba la mitad del día fuera de casa y añadiendo a eso sus salidas con Alessandro, estaba desatendiéndose demasiado de sus responsabilidades como madre e hija, motivo por el cuál había decidido dejar de trabjar por un tiempo. Como mínimo, hasta que Sinuhe falleciera.

Llevaba ya una semana de esa manera. Una semana en la que Lauren ni siquiera se había dado cuenta de que su esposa no iba a trabajar. Estaba demasiado ensimismada y Camila, pasando tanto tiempo únicamente con su madre, cada vez sentía que su cabeza estallaba más y más debido a todas las mentiras de Lauren.

Debía enfrentarla, sí. Esa era la mejor opción, pero se sentía incapaz de hacerlo, el que busca encuentra y ella sentía terror de encontrar una verdad en la que el cuerpo y el corazón de Lauren pertenecieran a otra persona.

Camila la amaba, con toda su alma. La amaba desde que sólo era su chofer, casi podía asegurar que la amaba desde su primer beso.

Estaba enamorada de esa Lauren que la protegía, que la enfrentaba cuando estaba haciendo las cosas mal, que se preocupaba por ella, que le decía cuán hermosa se veía cada día. La que le regalaba una sola rosa todas las mañanas. La que le besaba los nudillos.

Extrañaba mucho a su Lauren, y le daba pánico imaginar que esa Lauren ya no existiera, o peor, que perteneciera a alguien más. Y era tanto ese miedo, que se rehusaba a enfrentarse a el.

Lo que Camila no sabía era que sólo necesitaba el empujón correcto que la ayudara a encarar ese miedo. Y ese empujón vendría precisamente de la misma Lauren.

A veces se sentía ridícula, había registrado las cosas de Lauren mientras la ingeniera no se encontraba. Desde sus cajones en la habitación, hasta los compartimentos de su auto. Incluso, había revisado la ropa sucia que Lauren usaba oara el trabajo, temiendo encontrar alguna marca de lápiz labial o un perfume desconocido, pero no había encontrado absolutamente nada. De ser cierto que la engañaba, ella y su amante estaban cuidando muy bien ese tipo de detalles.

"Tienes que dejar de pensar en eso o te vas a volver loca." Se dijo a si misma.

Estaba aprovechando que sus hijos aun no salían de la escuela y que su madre estaba tomando una siesta para meterse al estudio de Lauren y echar un vistazo ahí.

Todo parecía en orden, no había encontrado ninguna nota, o algo sospechoso.

Camila comenzó a abrir y cerrar los cajones del escritorio de Lauren, eran cuatro y tres de ellos no tenían gran cosa, desde simple papelería hasta algunas herramientas que usaba para sus proyectos, el último... ese estaba cerrado con llave.

"Mierda." Murmuró Camila, si ella fuera Lauren... ¿Dónde escondería una llave? "Tienes que parar con esto Camila... Sólo enfréntala." Volvió a decirse mentalmente y entonces luego de agitar la cabeza, fijó su vista en una fotografía.

Estaba sobre el escritorio. Eran sólo ella y Lauren, juntas, felices. Lauren la estaba cargando en sus piernas abrazándola por la cintura, reposando su cabeza en el hombro de la doctora mientras ella le daba un beso en la mejilla. Un ojo cerrado y el otro semi abierto, precioso, brillante y color esmeralda. La blanca sonrisa iluminando su cara.

Believe Me - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora