Capítulo 7

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  La tomó con fuerza. Julie soltó un respiro debido a los brazos de Max. 

- Baja. – le dijo firme. Ella se volteó de nuevo. Su voz era igual, la misma que a le gustaba escuchar. - ¿Por qué haces esto? – le preguntó, Julie se dejó caer entre los brazos de Max, éste la sostuvo y colocó sus pies de nuevo en el piso. Se volteó y se miraron por un largo tiempo.

- ¿Qué haces aquí? – le preguntó ella. Se sintió avergonzada por el estado en el que estaba.

Max se quedó callado, de un momento para otro su cuerpo se llenó de temor consigo mismo, de miedo, de timidez porque no la había visto desde hace mucho y de verdad se le hacía difícil. La chica que le había gustado desde que la había conocido y que ahora volvía a ver. ¿Cómo podía ser tan cobarde justo ahora? Antes que no temía en decirle lo que sentía, cuando podía verla desnuda junto a él y decirle cuanto la amaba.

- Me dijeron que te casabas. - dijo él lo más seco posible.

Julie asintió y tragó saliva.

- ¿Por qué no me lo habías dicho?

- ¿Piensas que es fácil contarte esto?

- No, claro que no y menos después de haberme prometido que volverías y nunca lo hiciste.

- Yo. . . yo quería volver

- Ajá. – le cortó él lleno de resentimiento. Tal vez eso no le permitía reconocer que aún sentía algo muy fuerte por ella. – Y por eso ahora vas a casarte.

- Déjame explicarte- le rogó ella. Max se volteó, observó los edificios que se extendían en frente de él. De verdad que la vista era maravillosa. – Max. . . - lo llamó ella. La piel de Max se erizó por completo. de pies a cabeza. Hace mucho que no escuchaba su nombre entre los labios de Julie. – Yo no quiero casarme, te lo juro. Esto ha sido una pesadilla desde que regresé y. . .

- ¿Quién es él? – esta vez no pudo aguantar ni un poco sus impulsos. Estaba celoso. Quería gritárselo y decirle lo mal que le ponía saber que otro en algún momento había podido llegar a gustarle.

- No importa.

- A mí me importa ¿vale? – se acercó a su rostro. – Me importa todo - le dijo. Y sintió una fricción en su corazón y un pequeño nudo en su garganta. – Quiero saber ahora mismo si ese imbécil con quién piensas casarte te ha hecho algo, si te está obligando a hacerlo.

- ¿Puedes escucharme un momento?

- Si te ha tocado, si se ha atrevido a ponerte una maldita mano encima, te prometo que no volverá hacerlo sin pensárselo dos veces y se acordará de mí.

- ESCUCHAME - le rogó ella. Pero él continuó, debía desahogarse de alguna forma y ya que podía, pero solo con una persona existente en la faz de la tierra y esa persona era ella.

- Cuando me dejaste no fui por ti porque sabía que encontrarías a alguien mejor que yo. – Y esta vez no quiso aguantarse las lágrimas. Una de ellas mojó su mejilla izquierda. – Pensé que alguien te daría lo que yo nunca. . . - tragó saliva. Julie se mordió el labio, ninguno de los dos había cumplido sus promesas. Ni él había ido por ella, ni ella había regresad y el momento de enfrentarse había llegado por fin. – Por eso no te busqué días después - admitió. – Lo iba a hacer, te lo juro que lo iba a hacer, hasta puedes preguntárselo a quien tú quieras. – se pasó las manos por los ojos, limpiándose furioso las lágrimas. – Pero no quería que pasara esto contigo, que te obligaran a hacer esto, en serio no quería Julie, si tú me lo hubieras dicho antes, si alguien me lo hubiera dicho antes. . . yo hubiera sido capaz de secuestrarte de nuevo si era posible. – entonces se atrevió a mirarla y le provoco besarla, la tenía junto a él, más bien frente a él. Después de largos meses que habían parecido años, después de haber llorado tanto, después de tantas noches arrepentido y llenándose de culpas, después de haberla recordado tantas veces, después de haberla soñado. Estaba justo en frente de su cuerpo y tal vez mañana ya no lo estaría, tal vez mañana estaría casada con alguien más. Si eso pasaba debía saber la verdad, esa verdad que había brotado de pronto, pero que siempre había estado ahí. – Te amo Julie. – le dijo, tal vez furioso, tal vez lleno de resentimiento pero así lo sentía. – Te amo - bajó la cabeza. – Y no sé qué has hecho conmigo – le dijo rendido. - Pero no dejaré de sentir esto nunca.  

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