Capítulo 12

821 52 1
                                    

Un silencio abrumador los separaba. Julie golpeaba el asiento copiloto con sus dedos, mientras Max se concentraba en la autopista que se encontraba a sus ojos.

- Necesito parar. – le dijo él de pronto. Julie lo miró de inmediato. Esperaba en realidad otro tipo de conversación, algo mejor y más intenso, tal vez que hablaran de los dos.

- ¿Estás bien? – preguntó ella, deduciendo que era lo más inteligente que se le había ocurrido preguntarle. Max detuvo el carro, estacionándolo en un estacionamiento cerca de una cafetería en medio de la autopista.

- Sí, solo que estoy cansado. – admitió él, sobándose los ojos. Había manejado tanto que pensó que se desmayaría en medio del camino.

Y volvieron a quedarse callados. Max rompió el hielo por segunda vez.

- ¿Te molesta si nos quedamos a dormir aquí por hoy? – le preguntó, quiso mirarla pero sabía que se distraería con sus bonitos labios, sus ojos y todo lo que le gustaba. Apartó la vista hacia el parabrisas. ¿Cómo es que podían estar tan fríos después de haberse dicho que se amaban?

- No - negó ella.

- Vale. – Max abrió la puerta del carro e intentó salir.

- ¿Max?

- ¿Qué pasa? – dijo con una pierna fuera del auto.

- ¿Te pasa algo conmigo? – le preguntó Julie. Se miraron de nuevo, por unas milésimas de segundo.

- ¿Por qué lo dices?

- Nada.

- Estoy bien. – le afirmó Max. Esta vez sí logró salir del carro, abrió la parte trasera del auto y sacó la maleta improvisada de Julie. Ella también bajó, de alguna manera se había enojado por todo ese berrinche que Max estaba haciendo y ni siquiera sabía por qué, pero si él no quería hablarle, entonces ella tampoco lo haría. Tiró la puerta y se adentró a la cafetería. Max siguió sus pasos, se río y ella se volteó al escucharlo.

- ¿Se puede saber de qué te ríes?

- ¿Y es que ahora no puedo reírme o qué?

- Primero estás enojado y ahora te ríes, quién te entiende Max Williams. - Julie lo ignoró y continuó su camino. Dentro, la cafetería se convirtió en un alboroto, muchos hombres la observaron sin discreción alguna.

Un silbido se escuchó desde las mesas más lejanas.

- Oye guapa. . . - gritaron desde al fondo. - ¿Has venido así para mí? – y los demás hombres rieron.

- Hola lindura - un hombre pasó por su lado, susurrándole al oído.

Y pudieron seguir gritando más halagos subidos de tono para ella, si es que no hubieran visto a Max detrás de ella. Entró y la tomó de las manos, tal vez bruscamente, apartándola de la mirada de todos esos hombres. Julie trató de zafarse, pero él aumentó la fuerza en sus brazos.

- Quiera una habitación. – le dijo a la mujer de treinta años que atendía el lugar. Esta sacó una llave de entre sus bolsillos delanteros del traje, la extendió.

- Son treinta dólares, guapo. - Julie soltó una risa exagerada al escuchar la voz ronca y masculina de esa mujer. Fue entonces cuando se percató que no tenía culo ni senos. Mierda, era travesti. Max se incomodó y más porque Julie se reía de la situación. Sacó de la billetera los treinta dólares que le había pedido.

- Ahí están. – le entregó.

- Duerme bien, campeón. – le dijo dándole las llaves mientras le sonreía sutilmente.

Julie lo miró, aguantándose las carcajadas. Max la miró mal, avanzando justo detrás de ella hasta la habitación.

SEDÚCEMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora