25.Prisión

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Narra Murdoc

-¡Deberían meterme en una celda de oro! ¿¡Acaso no saben quién soy!?

-Me vale un kilo de verga quién seas, carnal. Ahora métete en tu maldita celda y cállate.

-¡Yo también puedo jugar a creerme el muy mexicano, "carnal" -pronuncié con dificultad

Estaba en una prisión mixta en Tijuana, México. Esos hijos de puta me trajeron aquí.

Debo admitir que aquí las chicas son demasiado buenas, tienen un cuerpo exquisito y se acuestan con cualquiera. La principal atracción para ellas son los recién llegados. ¡Parece que es mi día de suerte, ja!

Compartía la celda con una chica, no podía verla bien, estaba en la cama de arriba.

-Hola, encanto -dije apoyándome en el borde de la cama.

Su cabello era corto y de color rojo con un cuerpo de muerte.

Me ignoró por completo, tenía un libro en la mano y en la otra un vaso de agua

-Eh... ¿Hola? -dije otra vez

-Silencio.

-¿Disculpa?

-Silencio -repetió- estoy leyendo y no tendré sexo contigo.

Me quedé en silencio. MIERDA.

-Será... ¿Cuando termines de leer?

-Leena. -le dió un sorbo a su agua

-¿Eh?

-Leena, ¿y tú?

-Oh, Murdoc. Murdoc Niccals, creador y bajista de la famosa banda Gorillaz. Seguramente nos haz escuchado por la radio o---

-No... No nos permiten escuchar música. -interrumpió

-Oh, pues... eh...

-Me gusta tu cabello. -dijo sin prestarme mucha atención, ni siquiera me miró.

-Oh, gracias -sonreí- a mi me gustan tus tet...

Antes de terminar de hablar volteó a mirarme con el ceño fruncido. Wow, es... Es hermosa. Sus ojos son verdes como los de Noodle. Aunque... Los de Lenna son más lindos, si eso es posible.

-¿A que hora podemos salir de aquí?

-En tres horas.

-Carajo.

Me recosté sobre la cama de abajo e intenté dormir. Esta ropa negra me pica...

.  .  . 

-Eh... Oye, levántate. Ya es tiempo de salir

Abrí mis ojos pesadamente y me senté en la cama. ¿Me quedé dormido? Vaya mierda...

-¿Salir?

-Pues... Son las tres de la tarde, nos toca comer y si no vamos rápido no quedará nada para nosotros

Me levanté de la cama y la seguí hasta el pabellón de la cocina. Esto era como una escuela para adultos, solo que... Mucho más agresiva.

La cocinera tenía cara de cerdo y cuerpo de este. Nos miraba como si quisiera matarnos o algo así. Puso una especie de puré que a primera vista parecía vómito y agua turbia.

-¿Pero qué mierda? Oiga señora, hay un pelo en mi vómito. -hablé algo molesto, Lenna me dio un codazo

La cocinera me miró y sonrió

-Así sabe mejor -dijo y puse una mueca de asco

Nos sentamos en la mesa color gris y con palabras escritas que no logré descifrar bien.

-Nunca le reclames algo a Gertrudis, nuevo. No sabes de lo que puede hacerte esa perra cocinera.

-Esto es ridículo. ¡Yo debería estar diciéndole a mi robot que me cocine, no comer está cosa! ¡Debería estar comiendo comida gourmet y golpeando a Face-ache! ¡Discutiendo con Russel sobre algún tema interesante o vigilar a Noodle! ¿¡Qué carajos estoy haciendo aquí!?

-Cálmate. Tal vez la comida se vea asquerosa, pero no sabe tan mal.

-¿Qué?

Ella tomó mi tenedor, lo llenó de puré y lo metió a mi boca rápidamente. Obligadamente tuve que masticar la comida... Bueno, no sabe tan mal, pero aún así no quiero.

Aparté el plato de mi y me recosté sobre la mesa

-Come.

-No. No quiero, no me gusta.

-Come, nuevo.

-Dije que no y no. -dije dándole la espalda- 2D y Russel vendrán a sacarme de aquí uno de estos días, lo verás. Me burlaré de todos ustedes -reí

-Como digas. -dijo tomando el jugo de manzana

Dormí en la hora de almuerzo. Salimos todos al patio y unos tipos de reunían para jugar basketball. Me senté a ver cómo jugaban

-Hey, mira. -Leena me dio un origami de un ave

-Gracias...

Nunca nadie me había regalado un origami.

Pasaron 15 minutos y volvimos a nuestras celdas.

-Hoy me toca hacer el pan con las demás, me llamarán en unos minutos -dijo Lenna subiendo a su cama

-Bien. -dije sin interés

Mi estómago rugía, tenía hambre... Me arrepiento de no haber comido el vómito.

Se llevaron a Lenna y cerraron nuevamente la celda.

-¡Oye tú! -oí una voz ronca- ¡SI, SI! ¡Tú! ¡Nuevo!

-¿Quién diablos...? -un hombre negro me estaba llamando, estaba al frente de mi celda

-Lanzame esa lata de soda -dijo señalando lo que había tras mis rejas. ¡Oh, Satán! ¡Una lata de soda! Este es mi día de suerte

-¿Te refieres a esta lata?... Hmmm, no lo creo -la abrí

-¡Oye, no te la tomes, imbécil, yo la vi primero!

-Pero está cerca de mi. -dije acercando mi boca a la lata

-¡ES MI LATA, ME PERTENECE!

-¡Pues ahora es mi lata! -la bebí en su cara

-Te arrepentirás, maldito -dijo mirándome con cara de asesino

La soda no me había llenado, moría de hambre y no había nada que comer. Demonios, busqué bajo la cama de mi compañera a ver si había alguna galleta o algo, pero no hallé nada.

Sin más, me tiré en la cama y me tapé con las sábanas, durmiendo al instante.

.   .   .

Oí el sonido de la reja abrirse y me levanté inmediatamente, era Lenna entrando.

-Hey, mira. Te traje esto -me lanzó un pedazo de pan caliente. -me lo comí rápidamente

-¿Por que eres tan buena conmigo? -dije con la boca llena

-Pues... Eres el primer chico que no ha intentado violarme y respetas mi privacidad.

-Gracias... Por el pan.

-No es nada, nuevo.

-¿Sabes? Creo que deberías llamarme por mi nombre

-Descansa, nuevo.

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora