I.- El retorno.

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Llegué a medianoche y completamente empapado. No creí que fuera a llover tan fuerte, ni siquiera que fuera a llover.

La casa se veía completamente sola y apagada. Supuse que mis padres fueron a buscarme al aeropuerto a pesar de que les pedí que no lo hicieran. Sinceramente me daba igual, a quien quería ver era a mi hermana Kat, la había dejado sola en una de las etapas más importantes de un estudiante: la preparatoria.

Entré, supuse que las llaves de repuesto iban a estar debajo de aquella estatuilla de ardilla que siempre cuida la entrada. Una vez adentro escuché cómo la lluvia azotaba fuertemente el techo, pronto se transformó en granizo.

Recuerdo que me encantaba presumir a mis amigos que vivía en una casa gigantesca, me hacía sentir como los ricos de las películas americanas. Pero esta vez noté que siempre ha habido una gran sensación de soledad en una casa tan grande como la mía.

-Kat, ya llegué. ¿Dónde estás?- grité en el vestíbulo.

No hubo respuesta alguna, la televisión se escuchaba a través del pasillo.

Era común de Kat quedarse dormida mientras veía televisión. Llegué a la sala, estaba hecha un desorden y olía a perfume de mujer y pizza. Hallé una nota encima de la caja de pizza, que seguía casi llena (y caliente) para mi suerte, no había comido desde que salí del aeropuerto de España. Me dediqué a comer mientras leía la nota.


Querido KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora