XI.- Amo (realmente odio) la piña.

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Hace una semana que me fui con Sam y los demás al café, no resulté castigada porque papá y mamá no se dieron cuenta de mi ausencia, yo llegué por la tarde a casa y ellos aún no llegaban. ¿Puedes creerlo?

Además, no he hablado mucho con Sam desde lo que me dijo esa noche. Hemos llegado a cruzar unas cuantas palabras pero nada más... Todd me ha preguntado si nos habíamos peleado o si de repente nos habíamos caído mal de la nada. "Así son siempre las mujeres, ¿no? De un día a otro pueden odiar más que a nadie en el mundo a la persona que para ellas era la más agradable y comprensiva del mundo".

Pienso que es muy exagerado, quizá esté teniendo problemas con su novia. ¿Tú qué opinas?

Hoy es viernes y por primera vez nuestros padres se quedarán en casa, estoy muy sorprendida porque incluso prepararon la cena. Lástima que hayan pronosticado una tormenta eléctrica para esta noche y que tú no estés aquí para presenciar tal milagro...

En fin, Tod me ha dicho también hoy que Sam está muy distraída y tonta. Que debía hablar con ella. Yo le contesté que en realidad no pasaba nada entre nosotras y que tampoco comprendía por qué de la nada ya no nos hablábamos.

-Bien, si no pasa nada entre ustedes y quieren hablarse como de costumbre... ¡Samantha! Ven acá de inmediato.- Nuestra amiga volteó a vernos y se levantó de la mesa en la que estaba comiendo.- No voy a dejar que nuestra y su amistad se rompa porque ustedes se dejaron de hablar. No pienso partirme en dos para estar con ustedes a la vez.- Me susurró. Y llegó Sam.- Kat tiene algo que decirte. Dice que es privado y que debo marcharme, así que las dejaré solas.-

Y así fue, Todd salió de en medio caminando tranquilamente, como es costumbre en él. Y se creó un silencio muy incómodo entre nosotras.

-¿Qué estás leyendo?- Preguntó Sam señalando el libro que traía debajo de mi brazo.

-Matar un Ruiseñor, siempre lo dejaba a la mitad y por fin ya estoy por acabarlo.- Creo que mi voz salió muy rápida de mi boca, sabes que cuando estoy nerviosa hablo muy rápido y atropellado.

-Ya veo... ¿Todo está bien entre nosotras?- Preguntó tímidamente.

-Sí... No sé por qué debería estar algo mal entre tú y yo.- Respondí.

-Oh... De acuerdo.- Sam se vio triste y se fue.

Parece que papá y mamá han invitado a alguien a comer, y a pesar de esta lluvia ha llegado. Ya decía yo que ellos no se iban a quedar sólo para cenar con su hija. Me llaman, debo bajar.

(Horas después)

No sabrás qué pasó.

Era Sam quien estaba en la casa, llegó muy empapada.

-Tu amiga vino a verte, y mira que no le importó el clima. Será mejor que le digas dónde está el baño, se duche con agua caliente y nosotros secamos su ropa.-

Subimos al baño, le dije que podía estar un rato en la bañera o usar la regadera, lo que más le gustara. Le indiqué cuáles eran las llaves para el agua fría o la caliente y le di una toalla.

-¿Vas a querer ver cómo me baño, Kat?- Me sonrió y me guiñó el ojo, se veía de mejor humor ahora.

-Sólo quítate la ropa, ponla en esa cesta y avísame cuando pueda entrar.- Salí del baño y esperé 5 minutos, sí Kenneth, fueron 5. Lo sé por el reloj del pasillo.

Volví a entrar y no vi a Sam en la bañera, ella estaba envuelta en una toalla, esperando a que yo viniera.

Nunca había puesto mucha atención en el cuerpo de mi amiga. Sus cabellos de oro caían sobre sus hombros, las puntas adornaban sus clavículas. Tiene cintura de reloj de arena, y su piel tiene tez de melocotón...

Querido KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora