XXI: Reencuentro.

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En cuanto me percaté del tiempo, la luna ya estaba arriba. El parque estaba completamente solitario y recordé de inmediato que no me quedaba lugar al cual regresar, supuse que las cosas en casa de mis padres se enfriarían después de unos días, pero no podía hacer vivac en Canadá en plena temporada de invierno.

Suspiré profundamente y sonreí, a pesar de todo lo malo que pueda sentir aprendí que lo mejor es ponerte una sonrisa para mantenerte en pie. Mientras contemplaba el cielo sin dejar de sonreír, sentí una patada ligera en mi pie. Mi "atacante" era Courtney, llevaba una chamarra y un gorro grises, tenía en sus manos unas bolsas de compras, ella se veía confundida y triste.

-¿Tan pronto de volverás a ir?- Mencionó.

-No, no es eso... Es sólo que...- No sabía cómo decirle que me habían echado.

-¿Qué es? Sabes que no deberías guardarte nada cuando estemos solos.- Courtney se sentó a mi lado, observándome con una atención amorosa.

-Me echaron de casa.- Sonreí mientras ella abría los ojos.- Tuvimos una pequeña pelea y Beatrice decidió que no es buena idea que yo siguiera viviendo con ellos, mi padre no hizo nada como siempre y aquí estoy. Pensando cómo voy a utilizar esta banca como refugio para la noche.- Courtney me golpeó la cabeza.

-Sabes que hay espacio en mi casa, si es que lo deseas... Si no, puedo ayudarte a buscar un motel o algo...- Se veía apenada.

La idea de quedarme con Courtney un tiempo me hacía sentir bien, pero la sensación de sentirme un parásito me impedía aceptar su invitación, ella lo notó. No sé cómo.

-No tengas pena en quedarte conmigo, si me ayudas un poco con la tienda y eso... No tendría ningún problema, además se trata de ti.- Me brindó la mayor y más cálida sonrisa que haya visto en mi vida.

Me levanté tomé mi maleta con una mano y con la otra le ayudé a Courtney a llevar sus bolsa, todo el camino lo recorrimos sin decir nada, sólo contemplábamos el cielo nocturno y el paisaje urbano que nos rodeaba. Llegamos juntos a la cafetería y nos sentamos en el sofá de arriba, teníamos la cara helada. Vi el reloj y eran ya las 11:00 pm, nos veíamos exhaustos.

-Courtney, de verdad te agradezco mucho que me permitas estar aquí, no sé cómo a pesar de haber desaparecido un año puedes seguir confiando en mí como si no hubiera pasado nada...- Esa idea no abandonaba mi cabeza y sentía que ya era momento de expresarla.

-Creo que la respuesta es muy sencilla, no te he dejado de querer, incluso aunque te fueras, porque sabía que si te pedía quedarte tú te sentirías atrapado e infeliz. Y ahora que te vuelvo a ver sé que es la mejor decisión que pude haber tomado esa noche en el aeropuerto.- Con cariño se recostó en mi hombro y abrazó mi brazo. Yo le seguí el gesto y acurruqué mi cabeza sobre la suya.

Fue una sensación de tranquilidad, pues sabía en ese momento que donde estuviera con ella podría sentirme a salvo. Tenía un hogar donde menos me lo esperaba, tenía por fin alguien que quería.

-¿Quieres cenar pizza fría? Bueno, no fría, compré pizza de los productos congelados...- Mi amiga se ponía nerviosa conforme más hablaba.

-Si la acompañamos con una película de horror sabría mucho mejor.- Respondí.

-Me parece bien, aunque yo escojo la película.- Respondió señalándome con el control de la televisión.

Mientras colocaba la pizza en el microondas, yo saqué dos platos y coloqué una manta más pesada en el sofá, la cena estaba preparada y nos sentamos a ver películas de zombis, la noche comenzaba a avanzar cada vez más, la última película continuó pero nosotros quedamos completamente dormidos.

A mitad de la noche desperté por culpa de Courtney, me había abrazado muy fuerte el brazo.

-Disculpa, tuve una pesadilla, una realmente aterradora, ni siquiera sabía si estaba sola o no, cuando vi tu cabello naranja a mi lado me surgió la necesidad de abrazarte. No me gusta mucho estar sola aquí...- 

-Descuida, no pasa nada. No pienso irme a ningún lado, al menos no esta vez sin ti.- Sentía mis mejillas calentarse y cómo Courtney me abrazaba más fuerte hasta el punto de sentirla completamente adherida a mi espalda.

-¿Es en serio Ken? Gracias... Es extraño que esto esté sucediendo pero... Me gusta mucho poder hacerlo contigo. Ya sabes, dormir juntos...-

Yo no di respuesta alguna, Courtney siempre me había gustado pero no estaba seguro de decírselo, nunca había estado seguro. Mi amiga quedó completamente dormida.

-Courtney... Te quiero, gracias por ser la única persona a la que he podido acudir, sé que siempre hemos conocido  todo lo que hacemos o las personas que nos llegaron a gustar, o al menos hasta ahora, que no sabes que me gustas y espero que en algún momento tenga la valentía de decírtelo cuando estés consciente.- Me levanté de la cama, sentía una urgencia por seguir leyendo el diario de Kat.

Querido KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora