XII: Promesas

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Al final de la entrada del diario estaba una nota con una dirección. "Síguela y después sigue leyendo".

Genial, tenía que volver a salir. Pero no había nada mejor qué hacer. Me volví a cubrir y salí buscando la dirección que me escribió Katherine. Era un cementerio. Sentí mi corazón palpitar rápidamente. Leí la nota.

Busca al abuelo.

Había olvidado que mencionaban que la casa la dejaron en el testamento del abuelo. Pensaba que él seguía en la casa de retiro.

Después de vagar entre la nieve y lápidas encontré la de Connor Gladwell. Ver su lápida hizo que mi corazón se quebrara, le había prometido estar con él sin importar qué pasara. Que a diferencia de mis padres yo no lo dejaría abandonado. Casi de inmediato unas palabras que él me había dicho sonaron en mi cabeza "Sabes, cuando alguien mantiene sus promesas y no sólo las dice es que ya se está volviendo un verdadero adulto. Una palabra tiene peso, hijo, pero el cumplirla es algo completamente diferente".

Con una lágrima cayendo, busqué entre la nieve. No me explicaba por qué sentía calma al estar quitando la nieve de la lápida de mi abuelo. Encontré un cuaderno. Era el diario completo de Katherine. Lo abrí y me senté al lado de la tumba de mi abuelo. Comenzaba a nevar, pero no quería dejar la tumba del abuelo. Leí la primera hoja que aparecía.

El abuelo acaba de morir, preguntó por ti a todos los que estaban presentes.

Su enfermedad se había agravado, Beatrice y Stuart estaban completamente destrozados por la noticia. Me parece algo hipócrita de ellos, casi nunca lo cuidaron. Quiso decirnos algunas palabras a cada uno de nosotros, él sabía que después de esa tarde no volvería a despertar.

Papá y mamá salieron destrozados después de su charla con el abuelo, no quisieron mencionarme nada. Yo no me creía esto, sigo sin creerlo. Pero era tu turno, decidí entrar en tu nombre. Connor ya no veía, pero supo que había entrado yo.

-¿Dónde está Kenny?- Me preguntó con voz temblorosa.

-¿No te avisó que se iba?- Le respondí.

-Oh... Cielos, creí que podría irme agradeciéndoles a ambos la felicidad que me brindaron en lo que me restaba de vida.- El abuelo buscaba mi posición con su mano, yo me acerqué y la tomé.

-Kenny es un gran hombre, pero no entiende que no siempre podrá huir de los problemas, parece que esta vez no pudo afrontar las cosas... A ustedes dos los amo con toda mi alma, lo saben bien. Me dieron una gran bendición y avivaron mucho mi hogar durante un buen tiempo. También no olvido que me hicieron bastantes travesuras.- Sonrió.- Juntos hicieron que este anciano tuviera un nuevo propósito en la vida, me hicieron ver que la familia es siempre lo más importante que tenemos. Siempre manténganse  unidos o al menos no pierdan el cariño que se tienen. Porque lo que hace que las personas sigan en este mundo es el amor. Sé fuerte y firme, no dejes que nadie te diga que tus gustos están mal, pues el cariño siempre tiene una forma distinta de manifestarse en cada persona. Vive de la manera que tú creas correcta y nunca te arrepientas de tus actos. Y a Kenny supongo que la lección que más le daré al irme es que nunca debemos desaprovechar los momentos ni olvidar despedirnos de las personas, uno nunca sabe cuándo será el último día que estará en este mundo.- Connor intentó llamar a la familia nuevamente para un abrazo, pero su aliento comenzaba a escaparse, se estaba muriendo en frente de mí  y por el dolor no pude gritar a los demás. Sólo pude abrazarlo, sentía que si lo abrazaba él se sentiría tranquilo. Y así fue. Me abrazó con fuerza y poco a poco me soltó.

No paré de llorar ni un instante, sentí demasiada impotencia al ver la lápida de mi abuelo ahí, tan sola.  Me dolía no haber dicho siquiera un adiós, haber cometido lo que mis padres, lo abandoné cuando más me necesitaba y todo por un capricho. Todo por huir.

La nevada comenzaba a transformarse en ventisca, sentía que no debía irme. Pero el viento era demasiado fuerte. Me levanté lentamente, toqué su lápida y sin saber si haría alguna diferencia, le pedí perdón a gritos. Tenía un dolor insoportable, mi corazón se sentía quebrado, como la promesa que le hice al abuelo Connor.



Querido KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora