VII.- Las pistas.

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Sólo es ir a los lugares de la casa que en lo personal, me dieron muy buenos momentos contigo. Espero puedas saber y recordar dónde nos divertíamos o platicábamos.

Maldita sea, tenía que recordar.

Volví de regreso a casa, Stuart y Beatrice se fueron a una reunión según la nota que dejaron encima de la ardilla de madera. Qué mejor oportunidad para mí que estar solo y comenzar a buscar las pistas.

Intentaba recordar. Lo único que llegó a mi cabeza fue cuando le enseñé a Kat a usar la bicicleta. Cosa que debió haber hecho papá o incluso mamá, pero se lo dejaron al hermano mayor. Así que me dirigí al garage en busca de la bicicleta de mi hermana, no había nada en ella. por más vueltas que le diera no encontraba ninguna nota.

Hasta que vi que debajo del asiento se asomaba una muy pequeña esquina de papel. La saqué y leí lo que había escrito ahí.

Papá y mamá no nos ponían demasiada atención, a veces teníamos salidas familiares a parques y a lugares a los que muchas personas desearían poder ir, ¿pero de qué sirve tener todas las salidas del mundo y todos los regalos del mundo si no estará tu familia cuando más lo necesitas? Eso es lo que esta bicicleta representa para mí.

Si has encontrado esta nota, significa que has encontrado la última carta que te he dejado escondida de cuatro. Si no has encontrado las demás, te diré dónde puedes hallar la siguiente: Ve a donde supiste de mis gustos y me enseñaste sobre el ocultismo. Ahí, en esa madera, está la nota.

Santa mierda, se me olvidaba que en algún momento de mi vida jugué a la Ouija con mi hermana. Creo que todos en algún momento estamos interesados en lo paranormal y queremos tentar a la suerte y jugar con cosas que no conocemos. Recuerdo que de todas las personas a las que se lo propuse, Kat fue la única que me vio fijamente y no dudó en decir que sí.

Subí de nuevo al cuarto de huéspedes. Decían que en casa del abuelo se había muerto una persona de una gran riqueza y quise ver si era cierto. Así que compré un tablero Ouija de México. El Mercado de Sonora se conoce por vender tableros ouija de muy buena calidad, o de mucho poder según mi amiga mexicana.

El envío hacia Canadá me resultó barato, mas tuve que estar parado siempre cada mañana en la entrada de nuestra vieja casa para que mis padres no quemaran el tablero o me castigaran o me hicieran unirme a un convento.

Entré al armario, el tablero si mal no recordaba lo habíamos escondido en una caja de Monopoly. Como nadie más en la casa jugaba juegos de mesa pensamos que iba a ser un gran escondite para nuestro nuevo tablero.

Y en efecto, estaba hasta atrás, debajo de un pato de navidad y rodeado por hombres de jengibre de plástico. La caja de Monopoly se veía muy desgastada, la abrí con mucho cuidado para no tener que comprar otro juego de mesa que sirviera de disfraz a este tablero si rompía la tapa de cartón. Y ahí estaba la nota, encima del tablero.

Recuerdo muy bien que me sentía nerviosa, no quería jugar a la ouija, pero tú te veías tan emocionado y a la vez desilusionado por no tener a nadie que te acompañara. Así que decidí aceptar tu invitación, creía que le ibas a decir a todos menos a mí. Aún no entiendo por qué me invitaste, tenías una chica que le encantaba el ocultismo.

Dijiste que iniciáramos la sesión en tu cuarto. Yo tenía bastante miedo. Al final no sucedió nada, lo más probable fue que no lo hicimos bien, porque después Sam me acompañó en sesiones en mi cuarto y pasaron cosas extrañas.

Y no, no murió alguien adinerado, si no que era un esclavo africano que llegó huyendo de Estados Unidos, murió poco después de que llegara a Canadá. Y donde lo enterraron construyeron esta casa. ¿Recuerdas un arbusto de zarzamoras? Pues sus huesos estaban justo debajo de la planta.

Sam me ayudó a quitar la zarzamora y a desenterrar los huesos. Abu, el esclavo, nos dijo que aquí no podía descansar, mi amiga dijo que ella le iba a buscar un buen hogar pues conocía a un sepulturero que podía darle un descanso merecido. Después de eso no volvimos a contactarnos con él.

Si buscas la otra nota, podrás encontrarla en donde me lograste salvar la vida.

Muy bien, creo que ese lugar sí lo sé. Pero antes, el diario de Kat me estaba llamando. Volví a guardar el tablero en su lugar y me recosté en la cama. Luego recordé, de verdad había un fantasma en la casa.

Querido KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora