XV: Calor

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Courtney por fin lloró, lloró mucho. Yo no sabía qué hacer, así que decidí abrazarla y no decir nada. Soltó un gran suspiro y me vio fijamente.

-No sabes lo mucho que te extrañé, idiota.- Me dice con la voz cortada.

-No podía quedarme aquí.- Contesté.

-¿Cómo fue estar del otro lado del mundo?-

-Fue toda una aventura, no creí que no me la pasaría en Francia, el tío de esta chica nos llevó a conocer a fotógrafos en diferentes partes de Europa. Fueron increíbles experiencias, siempre que podía intentaba mandarle fotos a Kat, sentía que de esa forma siquiera podía mitigar mi ausencia aunque fuera por un momento.- Respondo.

-Ojalá me hubieras mandado alguna a mí, así podría haber estado más tranquila. Tu familia nunca te mencionaba ni por error, al parecer les dolía que te hubieras ido pero no querían admitirlo. Katerine parecía más tímida de lo normal hasta que empezó a ir a la preparatoria.-

-¿Qué hay de ti? ¿Entraste a la universidad?- Pregunto y veo en mi amiga una cara de incomodidad.

-Decidí dejarla- me ve pensando que diré algo- no es lo mío lo de estar sentada durante tanto tiempo. Aquí puedo atender y estar de un lado para otro. Sabes que también siempre me gustó estar en la cocina y ayudar a hacer panes.- Me sonríe finalmente aliviada.- Eres la primera persona a quien se lo cuento, a los demás les decía que trabajaba aquí medio tiempo. Pero es tiempo completo servir café y hacer panes.-

-¿Por qué no les dices la verdad a todos los demás? No deberías sentirte apenada, recuerda que yo tampoco he estado en la universidad, pero mis fotografías han sido solicitadas para algunas revistas  y concursos. Aprendí que no siempre se puede seguir el mismo camino que los demás toman o quisieran que tomemos.-

Courtney me miró de nuevo, pero sólo volteó a ver hacia la ventana. La noche ya iba avanzada. Me levanto y termino de recoger todo lo que quedaba.

-No tienes por qué irte esta noche, no sé si lo notaste, pero la cafetería tiene un segundo piso, ahora vivo aquí.- Me sonríe.- Trabajo donde vivo, ¿puedes creerlo?- Hizo otra pausa.- Además, quiero saber más de lo que fue de ti... Bueno, si es lo que tú deseas.-

Acepté, pasamos a la cocina y subimos unas escaleras verticales, el segundo piso era un departamento minimalista, tenía una gran ventana que daba hacia un balcón con vista hacia los bosques. Las estrellas se contaban por montones, mi amiga se mostraba nerviosa por mi presencia en su casa.

-Sé que no es la gran cosa, pero puedes sentirte cómodo, ¿no?- Me susurró.

-Estás tú, es lo que has conseguido con trabajo y esfuerzo y me has invitado, es más que cómodo.- Le sonrío.- Una vez me hicieron hacer vivac en una calle de España. Nos habíamos quedado sin dinero y no hubo de otra más que dormir en un parque. No tiene nada que ver con tu departamento, pero recuerdo que esa noche deseé tener algo con qué cubrirme. Ahora estoy bajo techo y tú te estás preocupando por si es cómodo o no.-

Courtney se acercó al viejo refrigerador de su pequeña cocina y sacó dos latas de Pepsi. Me dio una.

-Eres de las pocas personas a las que les gusta este refresco.- Digo mientras abro la lata, amo esa especie de chasqueo al abrir las latas.

-A ti también te gusta esto, pero no entiendo cómo puedes comer pizza hawaiana, es asquerosa.- Contestó riendo.

-Pues, créelo o no, la pizza hawaiana le debería gustar a todos los canadienses, porque nació en Ontario.- Menciono mientras doy un buen sorbo. Courtney se puso seria después de mi comentario.

-De verdad te extrañaba, no sabes lo difícil que ha sido tener que fingir que soy otra persona, con gustos que no son los míos, con risas que no quería sacar, sólo porque no quería sentirme rechazada. Es cruel que no me pueda adaptar cuando hay grupos grandes, no es lo mismo estar en el salón de clases que en la barra. Con los clientes puedo hablar tranquilamente, sonreír, hacer chistes y hasta cantar enfrente de ellos cuando pasan mis canciones favoritas en la radio. Pero en la Universidad... Era una mierda, siempre andan atrás de ti hablando de si haces el ridículo por esto o por aquello y sientes que en cualquier momento te pueden dar la espalda porque ya no les sirves. Entiendo que sea un ambiente competitivo, pero no es algo en lo que quiera competir yo. No es esa la carrera que quería correr... Y por eso he estado trabajando en el café de mis padres, porque finalmente era lo que me gustaba hacer desde pequeña.- Se detuvo y se levantó rápidamente, me hizo una seña de que no me moviera y unos minutos después llegó con una gran manta, nos sentamos en el suelo y nos rodeé con la manta. No dijimos nada.

Sólo bebíamos Pepsi y mirábamos a la ventana, a todas esas estrellas brillando como si nada hubiese pasado. Como si yo hubiese estado presente todo este tiempo, o al menos así lo sentí en ese momento. Tomé a Courtney por su cintura y la abracé.

-También te extrañé, boba.- Dije sonriendo y finalizando mi lata.

Sin darnos cuenta, caímos dormidos.


Querido KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora