XIX: Heridas.

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-¡Disculpa! ¡Me emocioné y me dejé llevar por el momento!- Dijo Courtney alejándose rápidamente de mí.

Yo no podía decir ni una palabra, parecía que mi cerebro no terminaba de procesar todavía lo que había sucedido hace unos segundos.

-Sabía que no te gusto, que no te gusté pero vaya, no sabes cuánto tiempo esperé para poder intentarlo...- Mencionó completamente ruborizada.

Quería decir algo, notaba que mi silencio la inquietaba cada vez más, como si la hiciera pensar que acababa de cometer un crimen sin perdón. Intentaba siquiera separar mis labios, decirle que no había problema, deseaba detener el tiempo y poder pensar en una respuesta adecuada. Pero la emoción de mi amiga se marchitaba tan deprisa que no pude pensar en reaccionar de otra manera: la abracé y después besé su frente. Pude oler en su cabello un aroma a moras, algo muy característico de ella. 

La mirada de Courtney cambió a una de sorpresa, quizá en ese momento no era la respuesta que ella esperaba de mí, pero era la mejor que pude darle.  Sin importarme nada más, volví  a abrazarla, enterré mi rostro en su cabello y ella se hundió en mi pecho.

-Debo abrir en unos minutos, Kenneth.- Susurró Courtney.

-¿Sí? ¿Querrás que me vaya ya? Sólo déjame lavar lo que acabamos de usar y listo...-

-No es que quiera que te vayas, sólo que no  me gustaría tenerte todo el día esperándome aquí arriba o algo así.- Mi amiga se despegó de mi pecho y me vio directamente  a los ojos.

-No te preocupes, podré volver más tarde si gustas.-

-Tal vez otro día, debo ir con mis padres.- Respondió.

Asentí.

-Bueno, cuando quieras salir puedes buscarme en casa de mis padres.-

Bajé las escaleras y salí del café. No sin antes haber robado un cronut del aparador, ignoraba si el trozo de repostería llevaba años ahí o algunos días, seguía bueno cuando le di un bocado.

Regresé a casa, vi a mis padres preocupados por primera vez en mi vida.

-¿No sabes nada de dónde está Katherine?- Preguntó Stu.

-Les he dicho que no  la he visto desde que llegué.-

-Tal vez quiso seguir el ejemplo de su hermano y decidió largarse de la casa.- Mencionó Beatrice desde la cocina.

-Razones hay de sobra.- Contesto irritado por el comentario.- Tan buenos padres son que se preocupan por su hija desaparecida sólo cuando ya pasaron cuatro días. No han dado ni un jodido aviso o algo similar, sólo están esperando a que sus hijos regresen mágicamente después de un año para actuar como si no hubiera sido la gran cosa.-

Stuart se quedó completamente pasmado, Beatrice asomó su cabeza por la puerta de la cocina.

-Si en lugar de objetos y dinero hubieran actuado como nuestros putos padres en algún momento supongo que nada hubiera sucedido. Pero no, prefieren culparme a mí, o a la niñera, o en su momento a Connor, que fue más padre que ustedes dos juntos.- Estaba furioso.- ¿Cuándo van a aceptar que tienen la culpa? Resulta que vuelvo y tengo la puta culpa de que mi hermana no esté.-

-No tienes idea de lo que hemos pasado, no tienes derecho a juzgarnos.- Dijo Beatrice saliendo de la cocina.

-Pero ustedes sí pueden juzgar a mi hermana por irse de una jodida casa vacía.-

-No está vacía.- Responde Stuart.

-Claro que lo está, sin su hermano y sin su abuelo, Kat no tenía familia, por eso se fue.-  La mirada de mis padres se encolerizó.

-Muy bien, si aquí no tienes familia es mejor que te largues.- Señaló mi madre hacia la puerta.

Sin decir nada subí al cuarto de huéspedes y tomé mis cosas, bajé con paso decidido.-

-Hey, Ken, tu madre no lo dice en serio...- Replicó mi padre.

-¿Te digo algo, Stu? La casa sería mejor si no fueras un calzonazos.- Sin decir más salí y cuando por fin estaba en el umbral Beatrice azotó la puerta.

"Bueno, parece ser que estás solo en la búsqueda de tu hermana, no hay problema, siempre has estado sólo..." Decía en mi cabeza mientras estaba caminando sin rumbo.- "Bueno, en realidad sólo tenías a Kat y al abuelo, pero uno ya no está contigo... Espero que mi hermana siga viva al menos".  Trataba de no pensar tanto en ello pues me preocupaba.

Acabé en el parque, el lago estaba congelado, se veía completamente hermoso. Me acerqué a una banca y tomé el diario de Kat, de repente, como si sintiera que ella estuviera dentro del libro, lo abracé fuertemente.

-Espero que me ayudes a encontrarte, Kat.-


Querido KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora