Cap. 2

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        Estaba en el curso. La primera materia del comienzo escolar era una de las peores: Historia. Empezamos el año mal, muy mal.

       Entra con su rostro apagado, se oye el sonido de su cuaderno arrojado con fuerza en su banco. Todos quedan mudos ante ese sonido.

       - ¡Buen día alumnos! - dijo.

      Todos y cada uno de los alumnos de este curso le tenemos miedo. Su mirada es penetrante y llega a provocar esa extraña sensación de odio. El aire que se respira en su clase es de temor. Nadie se atreve a levantarse del banco en sus clases, nadie habla y todos acatamos cada una de sus órdenes sin oponernos a ninguna.

      Las reglas que impone son extremadamente estrictas y las repite al comienzo de cada año:

     " No deberán comportarse de una manera inadecuada al contexto en el que se encuentran, yo soy la única que puede hablar mientras que ustedes solo lo harán cuando se les de la palabra, no tienen permitido el uso de dispositivos tecnológicos en ningún momento de ninguna clase, está terminantemente prohibido elevar la voz y/o levantarse de sus asientos. Cualquiera que se atreva a desobedecer alguna será amolestado con una baja de puntos y bajara su nota"

      Utiliza palabras que son demasiado formales. Es una de esas mujeres totalmente correctas, que siguen al pie de la letra cada una de las reglas, que su ropa es perfecta sin ningún tipo de arruga, que su maquillaje siempre está impecable, que su cabello siempre está perfectamente planchado y que su vocabulario es totalmente amplio.

      Muchos de los estudiantes rebeldes que la han tenido y han sabido comportarse, por lo menos en su hora de clase.

       Me sentaba en el último banco, este año me tocaba sola ya que Sam y Emily se sentaría juntos en el banco de adelante. No los juzgo, porque es un sorteo ganado limpiamente.

        Esto me ayudaría a reflexionar durante el trayecto del año en los estudios que quiero seguir. Pero también en pensar en frío sobre Alexander.

        Oh! Alex...

          Concentré mi atención en la estricta profesora que tenía enfrente mío para no meterme en problemas el primer día de clases. Estaba explicando las horas de clases que nos daría ella.

        Todos estaban con su atención puesta en ella, nadie dirijia su vista hacia la ventana, nadie hablaba, no volaba ni una mosca.

         El calor aún era fuerte, pero tampoco nadie se atrevía a abrir las ventanas. Un solo sonido que interrumpiese a la profesora sería el motivo de un rencor eterno que tendría hacia ti, es por eso que no éramos capaces de nada.

         Tomó de su bolsillo un marcador y comenzó a hacer un cuadro. Se volteó y dijo:

         - Copien -

            Sus palabras eran frías y cortante; me helaban la sangre.

          No lo dudé, saqué una hoja y comencé a copiar. Mi letra era temblorosa y desprolija. El esfuerzo era en vano si de todas maneras mi caligrafía se había desmejorado por no escribir en mucho tiempo.

         Comencé con el cuadro, Sam y Emily no podían voltearse a hablar conmigo.

         Así la clase continúo en silencio, copiando con miedo y ganas de salir corriendo.

          Se oye el toque del timbre indicando la salida del recreo. Nadie se levanta sin que de la orden.

       - Puedo salir al recreo - dijo una vez más con ese tono de voz amenazante.

       Nos levantamos sin hacer demasiado ruido y salimos.

       - Windy! - dice Sam detrás mío.

     Me voltee y dirigí su vista hasta él.

       - ¿Qué te sucede? ¿Dónde llevas la cabeza? - dice con un tono divertido.

       - No lo sé, Sam. Discúlpame - dije tomándome la cabeza

      Emily llega y me da una palmadita en la espalda.

       - ¿Todo bien? - pregunta frunciendo el ceño

      - Si, supongo. - dije yo algo preocupada.

      - ¿Supongo? Es Alex ¿Verdad? -  preguntó Emily.

       Ambos estaban observándome a la espera de mi respuesta.

       - Si, es Alex. ¿Qué tal si él tiene a una chica que conoció durante el verano? - expresé. Era un tema que me había intrigado durante todo el verano.

      - Windy, ¿Lo has comprobado? - preguntó Sam.

       - No, claro que no -

       - Entonces no tienes porque preocuparte por algo que no sabes si es cierto. Son solo preocupaciones de tu mente - dijo Sam.

      Emily asistió con su cabeza y claramente tenía razón

      Seguimos caminando por el pasillo del colegio hasta llegar a las escaleras. De entre todas las voces que se oían, escuché una muy familiar y que había extrañado; la de Alex.

       Voltee hacia atrás y ahí estaba. Su uniforme totalmente desprolijo, el cuello de la remera sin doblar, el cinturón a la vista y las zapatillas un poco sucias.

        Sus ojos estaban brillosos y su sonrisa espléndida.

         Alex es de estatura alta, mayor a la mía, sus ojos color café, su cabello de un castaño oscuro y de tez blanca.

        No había ni siquiera un personaje de libro que me enamorase más que él.

        A penas voltee a ver él también dirigió su mirada hasta mí. No me avergüenzo de eso, porque a pesar de ser una chica aislada, vergüenza no tengo de absolutamente nada.

      Me mostré al mundo tal cual era como siempre lo he hecho. Los que han decidido aceptarme así con muy pocos pero ya no es problema para mí.

       Terminé de bajar las escaleras y Sam me miró y me sonrió. Pronto se acercó y me dijo:

     - Dudo de que tenga a alguien más que tú en ese corazón - dijo él sonriendo.

      Solo reí. Estábamos esperando a Emily cuando de pronto viene corriendo Alex:

       - ¡Hermanito! - dice a Lyan que estaba a nuestras espaldas.

       Lyan es su mejor amigo, uno de sus confidentes, que todo lo sabe de él y que hasta donde tengo mis recuerdos siempre a sido su amigo.

       Emily llegó y se acercó a nosotros.

      - Windy, Sam - dijo emocionada - ¿Ya leyeron el nuevo libro de Cata? -

        Cata era una escritora que teníamos en común los tres. Sus libros era atrapantes y muy entretenidos. Escribía variados géneros literarios pero el que más me había gustado se llamaba: "Misterios de Berlín". Era un libro con una trama de misterio. Se trataba de los sucesos extraños que se desarrollaban en la ciudad de Berlín, asesinados, desapariciones y almas sin descanso. Es un libro de mucho éxito.

      El nuevo libro del que Emily hablaba se llamaba: "Marineros de alta mar". El título dejaba mi mucho que desear pero sabiendo la calidad de sus escritos era curioso leerlo.

       Por la tarde iríamos a la librería en la que conseguíamos los libros de Cata.

       - Si, ya quiero leerlo - exclamó Sam.

        - Me intriga saber si es tan bueno como Misterios de Berlín - dije con una sonrisa.

        - No hay un libro que lo supere - dijo Sam riendo.

        - Windy, volteate - dijo Emily.

       Obedecí. Alex estaba mirandome, pero al notar que yo lo estaba observando intento disimular lo obvio.

    

   

      

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