Cap. 21

5 1 0
                                        

        Estábamos en plena clase de Ciencias. La profesora nos había dado unas páginas del cuadernillo para hacer, pero yo no tenía un cuadernillo.

        Esta vez me tocó sentarme con Max. Yo no estaba tan feliz como cuando me sentaba con Thomas, porque aunque me ponía incomoda al mirarme tanto, era el chico que me gustaba.

         En realidad Max no me desagrada, pero solo quiero que sea un amigo y él ya empezó con los regalitos.

        No lo sé, sé que si yo comenzará a salí con uno de los dos el otro armaría un escándalo. Esto se me hace para problemas.

        Intento concentrarme en hacer las páginas con el libro de Max.

      - ¿Haces tareas solas? - fue su pregunta.

      - Naturalmente si - dije cortante.

      - Está bien -

       Los dos usábamos el mismo cuadernillo, lo que provocaba más de una vez el roce de manos.

       En una de las ocasiones se había tornado más incómodo que de costumbre, yo había apoyado mi mano sobre el libro y Max apoyó la suya sobre la mía.

       No sabía cómo reaccionar, pero decidí quitar la mano lentamente, lo cual provocó que él me preguntase:

     - ¿Por que ese rechazo? -

        No hice más que mirarlo. ¿Qué podría decirle? Es porque me enamoré de tu mejor amigo.

          No, mejor me quedé callada y evite problemas.

                          *********

          Thomas estaba sentado con una chica, ella se llamaba Lynzi.

            La chica me agradaba, tampoco era rival para mi con respecto a Thomas.

                               *****

         En el recreo, Thomas pidió a Max pasar la recreo a solas conmigo. Parecía que se turnaban para pasar tiempo conmigo...

         - ¿Extrañas a tu vieja ciudad? - me preguntaba Thomas sentados en un rincón del patio.

         - Claro que no, me trae malos recuerdos - dije bajando la vista.

          - Pero, ¿De qué malos recuerdos hablas? - me dijo él.

          - Alexander Consoli, de ese mal recuerdo - dije con los ojos llorosos.

           - Cuéntame, quiero saber de ti - dijo Thomas intrigado.

         Mi celular vibra, interrumpiendonos.

       Era un mensaje de Sam.

       " Me estás olvidando ya, con Emily te extrañamos, por la noche hacemos vídeo llamada "

          - ¿Quién es Sam? - dijo Thomas que había leído el mensaje.

         - Él junto a Emily son mis mejores amigos - aclaré sin sacar la vista de mi celular.

         Thomas tapa el celular con su mano y lo baja.

        - Cuéntame de ese idiota -

        Le conté, con lujo de detalles, desde que me gustó hasta que se ganó mi mayor odio y rencor.

        Me desahogué y lloré frente a alguien que no era ni Emily ni Sam.

        - Ese idiota, pagará por haber herido al hermoso corazón que tienes - dijo él mientras me abrazaba.

        Llorar abrazado de alguien que se ganó tu cariño es una de las sensaciones más dulces de la vida.

           - Es muy difícil ocultar esta herida - dije sin desprenderme de sus acogedores brazos

            - Dímelo a mi - dijo Thomas.

            - Eso quiere decir que... - dije alejándome para mirarlo a los ojos.

            - Si, una chica acabó con mi corazón. Y ¿sabes porque te valoro tanto a ti? Porque después de aquel día no hubo chica que me conquistara, pero te vi e hiciste todo lo que nadie hizo - me dijo sonriendo - Me revolucionaste mi ordenado y estricto mundo, volviste a colorear mi alma de colores como un arcoiris, volviste a hacer que sonreír tuviese sentido para mi y me diste las fuerzas que necesitaba -

        - Abrázame y no me sueltes más - dije entregándome a sus brazos.

         Sus abrazos eran especiales. Será que ambos estábamos locos por el otro, será que los dos nos complementamos demasiado bien o será que nuestros corazones estaban hechos para estar cerca.

           En este momento ya mis lágrimas habían dejado de caer. Me había calmado estar con él.

         - Bueno... - dijo Max de pie a nuestro lado.

         Nos soltamos lo más rápido que pudimos para disimular pero era inútil ya nos había visto Max.

         - ¿Qué están haciendo? - preguntó de brazos cruzados y con el ceño fruncido.

         - No es nada - dijo Thomas.

          Me levante para irme de inmediato y evitar que corra sangre.

           - Tú te quedas aquí idiota - le dijo a Thomas deteniéndolo.

          

         
           

 

Lo más inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora