PARTE 17 - EL YIN Y EL YANG

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Adrien no sabía qué pensar. El tiempo que había estado encerrado en aquel tétrico lugar, parecía estar haciendo mella en su cabeza.

Ya sin ánimo de nada, dejó ir una risotada incrédula, apenas causando una reacción en la fémina de ojos azul cielo.

- ¿De qué te ríes?
- La verdad es que ni yo mismo lo sé. - se refregó el copete, apartando el pelo hacia atrás- a ver, que yo me aclare. ¿Me estás diciendo que estás medio akumatizada? - ella asintió levemente- vale, no tiene sentido.
- ¿Por qué no?
- Pues porqué, o estás akumatizada... o no. No puede haber un a medias.
- Adrien...

Ella intentó aproximarse, llevando las manos al rostro del muchacho para contemplarlo directamente a los ojos.

- Mírame. - él se resistía, reacio a corresponderla- por favor.

Adrien la miró por el rabillo del ojo, escudriñando sus labios de cereza dibujar una dulce sonrisa, tentado en abrir su corazón a aquella musa de porcelana.

Tras unos instantes, él dejó de ofrecer resistencia, perdiéndose en sus zafiros al comprender su ruego.

- ¿Me crees? - él no respondió, humedeciéndose los labios receloso-
- De ser así... ¿cómo es posible?¿cómo ha llegado a pasar esto?

La azabache se acurrucó a su lado, recargándose sobre su hombro con la espalda contra la pared.

- Yo soy la chica del espejo. Tú me rechazaste. - el de mirada esmeralda se tensó, aún inamovible mientras la escuchaba- yo entiendo porqué lo hiciste, pese a no ser la Marinette de siempre, sigo siendo una parte de ella.
- ¿Qué quieres decir?
- Bueno... - sus zafiros buscaron los iris del joven- ... el ser humano está compuesto por el Yin y el Yang. Ambas energías han de encontrarse compensadas entre sí, por cada luz luminosa, ha de haber una oscuridad que la complemente. Marinette siempre ha sido todo luz, reteniendo en su interior sus más arduos y perversos deseos, lo que lleva a una alteración del equilibrio.
- Entonces, eso significa que tú eres... como el Yin de Marinette.
- Aprendes rápido, gatito.

Su sonrisa era más de pesar que de regocijo, retomando el relato apesadumbrada.

- Cuando tomé el control sobre mí cuerpo, ella se resistía, odiándome por hacer lo que anhelaba. Sintiendo que no estaba siendo fiel a sí misma. - apoyó la barbilla en su muñeca, inclinándose a sus rodillas- pero lo que en realidad la lastimaba era tu rechazo. Por eso fue akumatizada.
- Pero, sigo sin entenderlo, yo la quiero. Solo dije eso porque...
- Te desilusionó ver esa faceta suya. Es decir... - sus miradas conectaron, sintiendo el pesar que destilaban sus palabras- ... que renegaste de mí.

Adrien seguía procesando la verdad qué significaba su lamento, culpándose por haber sido el necio desencadenante de aquel desastre.

Plagg tenía razón. No debí haber llegado tan lejos.

- Marinette y yo somos una sola. Si no puedes aceptarme a mí, tampoco puedes aceptarla a ella.
- Pero tú no has sido akumatizada. ¿Por qué?
- Como dije antes, es cuestión de equilibrio. Yo era consciente de lo que hacía, actuaba tal y como me daba la real gana. - evidenció con falso orgullo- así que acepté tu rechazo. Me lo merecía, aunque me doliera. - volvió a recargarse contra la pared, bufando con pesadez- pero mi parte luminosa no lo aceptó, corrompiéndose y quedando sumergida en la oscuridad, dejándose llevar por la impotencia y la rabia.
- ¿Y ahora qué podemos hacer?

Adrien se puso enfrente suyo, posando las manos sobre sus rodillas en un gesto desesperado.

- ¿Cómo puedo salvarte?
- Tiene que volver el equilibrio. - él la estudió con el ceño fruncido - el yang tiene que imponerse.
- Pero... el yang es tu parte akumatizada. Tendría que conseguir purificarla, y yo no poseo el poder necesario para hacerlo. - se quejó con la desesperación haciéndose notoria, agudizando el tono de voz- ni siquiera puedo convertirme en Chat Noir.

[+18] Mi otra yo - Ladynoir/MarichatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora