Capítulo doce

3.1K 226 10
                                    

Jueves 20:34 de la tarde.

Sabía que no podía confiar en Kiara. Pero lo hago una y otra vez. Ni siquiera sé lo que quiere de mí, pero desde luego eso no es lo más importante ¿Qué tipo de persona droga a otra de esa forma? Al parecer tengo un imán últimamente para atraer a todas las malas situaciones.

Mis ojos se abren después de un rato consciente. Tardo un poco de tiempo, pero una vez que puedo ver más haya del color negro, observo que estoy en mi habitación y mi cuerpo yace sobre el colchón de la cama. Inmediatamente pienso que por lo menos si está vez he vuelto a ser retenido, por lo menos ha sido en mi casa.

Mi mente vuela intentando encontrar una solución y poder salir de aquí en caso de estar encerrado. Y de nuevo, me vuelvo a sorprender cuándo la puerta se abre dejándome ver a Kiara.

—Me alegro que ya estés despierto.

Mi primera reacción es ir hacia ella y lanzarle un puñetazo por haber jugado conmigo, pero me detengo ya que eso no es racional o algo que yo en realidad haría aunque los efectos de la droga todavía están pasando factura a mi cuerpo y mi mente corre libre pensando cosas absurdas mientras mi cuerpo intenta reaccionar como puede.

—¿Era necesario drogarme? —grito enfadado, fatigado y horrorizado por la maldita situación.

—No, pero ahora sé que no eres tan inteligente como creía. —Se cruza de brazos. Soy incapaz de mantener mi mirada fija en ella por más de dos segundos sin sentir rabia. — Has confiado en mí. Era necesario saber eso antes de nada.

Eso no sonaba nada bien.

—¿Antes de qué?

—Antes de notificarte lo que ha pasado mientras has dormido.

Tomo aire mientras habla. Mi paciencia está a punto de agotarse.

—Kiara, habla.

—Tu novia está en problemas. Bueno, ya sabes, todos últimamente estamos en problemas por el millón de sucesos en los que se está viendo en vuelta está ciudad.. —ella tiene la intención de seguir hablando, pero al ver cómo divaga y no olvidar que mi novia ha sido mencionada.

—¿Puede hablar claro?

—Jughead, tú me haces ser débil. Te aprecio de forma honesta y sincera. Tenía drogarte para que estuvieras dormido y que no coincidieras con tu novia mientras ella se hacía parte de las serpientes. Ha tomado una mala decisión y tienes que ayudarla. No sé que ronda por su cabeza pero seguro que todo tiene un motivo. Ve con ella ahora.

Una vez finaliza me quedo observándola por unos largos minutos. Tantas confesiones en tan poco tiempo. Pensamientos correteando por mi mente sin sentido alguno. Quiero preguntarle sobre muchas cosas, pero siento que lo correcto es correr hacia dónde esté Betty. Incluso dejando de lado las dudas sobre la veracidad de sus palabras.

—¿Dónde se encuentra Betty?

Me extiende un pequeño papel con una dirección y me doy cuenta que al igual que odio a Kiara Hughes, también la quiero. No quiero ser ese tipo de chicos que aman el dolor y estando junto a ella únicamente obtengo dolor.

—Si estabas presente mientras ella hablaba con las jodidas serpientes te habrías metido tú también en problemas, créeme. —se excusa, como si hubiera algo lógico en su actitud y en haberme drogado.

—Hablas de las serpientes con tono despectivo y tú eres una de ellos.

—Sí, al igual que tú. —responde mirándome amenazante, bueno, al menos intentándolo.

Miro una última vez el papel mientras salgo de mi habitación dejando a Kiara a un lado. La conversación había terminado ahí.

—¡Buena suerte! —su tono cantarín me hace ser dubitativo por unos segundos, antes de coger mi chaqueta e irme.

Jueves 23:11 de la noche.

Betty se encuentra sentada a mi derecha. Estamos ambos sentados sobre su cama observando a un espacio en blanco de su pared. Nada pare simple en estos momentos. Los serpientes, decisiones equivocadas, Kiara, besos que no quiero confesar, contradicciones y muchos errores más.

¿Cuál es la decisión correcta? ¿Seguir gritando por que hubiera ido a hablar con las serpientes? ¿Obligar a mi novia a que sea sincera conmigo cuándo yo no lo estoy siendo con ella?

—No deberías haberte arriesgado tanto e ir hasta aquel sitio.

—Necesito información, mucha información que sólo allí puedo obtener. Jughead, tú también haces cosas estúpidas para tener detalles exactos de sucesos importantes.

Suspiro. Tiene toda la razón, pero deberle un favor a esa gente no es algo precisamente bueno.

—Riverdale está en graves problemas. Hay un maldito asesino suelto, de nuevo. Hay que hacer algo, aunque eso signifique deberle favores a la gente equivocada. —su voz suena firme y autoritaria. No lo diré en voz alta, pero tiene toda la razón.

—Mejor me voy ya. Se ha hecho tarde. —digo levantándome de la cama.

—¿Que tal tu primer día de instituto?

Me giro para mirarla a los ojos. En esa pregunta vuelve a utilizar su tono de siempre. Suena tan dulce y tranquilizador que no puedo evitar que un sentimiento cálido se instale en mi pecho.

—He sobrevivido a ello.

Betty me abraza y sostiene sus brazos en mi espalda por un gran rato. No podría luchar contra todo lo que hay sobre mis hombros.

—Eres fuerte Jughead, podremos con todo esto. Juntos.

Asiento, después escondo mi cabeza sobre el hueco de su cuello. Ni siquiera soy consciente en qué momento empezamos a besarnos y caer sobre su colchón de nuevo. Por unos segundos volvemos a ser únicamente ella y yo. Sin nadie más. Estoy aterrado por mis propios sentimientos aunque lo intento esconder en cada minuto. Entre los besos dejo de pensar, me olvido de todo logrando de una maldita vez en ese infernal día que el mundo bajo mis pies brille de una forma genuinamente especial.

🥀💦

Gracias por votar comentar y leer esta historia. 💜

(Bughead en este capítulo, se me hace tan amor-odio)

Maldito cliché. » Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora