Capítulo trece

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Viernes 18:30 de la tarde.

A primera hora, ese mismo día había ido a clases siguiendo mi rutina, todo había ido igual que siempre. Pero al llegar a casa Kiara estaba de nuevo sentada en el mismo sillón que un día atrás.

—¿Qué tal te fué ayer con tu novia, Jug?

—¿Que haces de nuevo aquí, pretendes drogarme de nuevo? —chasqueo mi lengua, molesto por su pregunta.

—Prometo que eso no va a pasar más.

Me cruzo de brazos manteniéndome en silencio por un par de segundos. No tengo absolutamente nada que decir.

—Lo siento. Pero tengo un pequeño problema y creo que me podrías ayudar —saca un pequeño trozo de papel que tiene guardado en el bolsillo de su chaqueta.

Ese papel, podría apostar, que son más problemas para mí.

—Está bien ¿Que dice ahí?

Por una fracción de segundo, noto cómo su expresión cambia a una de pánico absoluto.

—Es capucha negra. Creo.

Mi corazón late más deprisa. No puedo creer que de nuevo entre en acción capucha negra para dañar a la gente de Riverdale. Esto debería de pasar ya, no tenemos que vivir con miedo en cada maldito instante.

—Deja que la lea. —le pido con un tono más áspero de lo que pretendía que fuera.

Me extiende la nota y comienzo a leerla sin perder el tiempo. No hay ningún código que resolver para entender el mensaje, todo se entiende claramente "Pequeña pecadora, deja de esconderte o tú serás la próxima. Ahora mismo la policía sabe que tienes una pistola y la encontrarán. Considera el pasar la Navidad en la cárcel como un regalo. Así no estarás sola."

Mi cabeza da vueltas intentando comprender lo que acabo de leer. Puede no ser ese tipo, puede que sea alguien con odio hacia Kiara que quiere jugarle una mala pasada.

—Ya habrán ido a casa y tendrán mi pistola. Es cuestión de tiempo que me encuentren. Necesito que vayas a esta dirección —me extiende un trozo de papel— y escondas todo lo que hay allí. Todo.

No me da tiempo a discutir su decisión, cuándo ya ha salido por la puerta. Maldición. Maldita Kiara.

Guardo el papel en mi bolsillo. Habrá tiempo para ir después a esa dirección. Ahora necesito ir a comisaría así que llamo a Archie para que me acompañe hasta allí.

Espero que Hughes sepa lo que hace.

Viernes 19:47 de la tarde.

—¿No puedes conducir más rápido? —grito mientras noto la adrenalina correr por mis venas. Archie está igual o peor que yo mientras conduce lo mejor que puede.

—¡No! —grita en respuesta manteniendo su mirada fija en la carretera. Su respiración es agitada, no hay forma de que ninguno de los dos se pueda tranquilizar.

La camioneta sigue moviéndose por las calles rápidamente, justamente hasta llegar a la comisaría. Sin dejar tiempo para que mi amigo estacione el coche salgo corriendo hasta el interior. No pienso, mis pies se mueven hacia dónde intuyo que puede estar Kiara siendo interrogada. Escucho los pasos de mi mejor amigo aproximarse mientras sigo mi paso acelerado por el pasillo.

—¿Estás seguro de que ella no tiene nada que ver? —pregunta Archie cuándo me detengo frente a la puerta cerrada en la que está siendo interrogada Kiara.

En la sala, a nuestro alrededor, se encuentran nuestras novias. Cheryl Blossom, Josie y Reggie cruzado de brazos.

—Completamente seguro.

—¿Por qué?

—Es mi culpa, no la suya. Por eso lo sé

Noto todas las miradas fijas en mí. Lamento haber dicho esas últimas palabras de una forma tan concisa, segura y sobre todo, con un tono de voz tan alto. Los últimos acontecimientos me han hecho pensar en muchas cosas. Una de ellas es en mi relación con Betty.

—¿Eso qué significa? —la pelirroja habla, con enfado y esta vez no añade ningún insulto hacia mi persona.

El Sheriff Keller abre la puerta de forma brusca dejándonos a todos los presentes en silencio.

—El arma es mía —digo cuándo el hombre está mirándome fijamente.

No puedo dejar que Kiara sea juzgada por tener el mismo arma con la que dispararon a el padre de mi mejor amigo. No puedo permitir que ahora, justo cuándo creo saber quién es en realidad Kiara Hughes la arrebaten de mi lado tan rápidamente. En las últimas horas de mi vida he descubierto tantas cosas que no me importa nadie, sólo y exclusivamente las consecuencias de que ella tuviera ese arma.

—Jughead Jones, queda detenido por posesión de un arma.. —las palabras caen cuándo Cheryl Blossom se levanta de su sitio e interrumpe.

—El arma es mía, tenía miedo y necesitaba protección así que se la compré a un hombre en el norte. —la pelirroja habla convencida. Me la hubiera creído de saber perfectamente el origen de ese arma.

—En realidad es mía. —Archie es esta vez quién habla con firmeza. Suena más seguro incluso que Cheryl. — Sentía miedo y necesitaba una forma de tener seguridad.

La sala se mantiene unos segundos en silencio. Kiara aparece en escena esposada mientras una mujer la retiene. En ningún momento levanta la mirada del suelo. Parece avergonzada, perdida y confundida. Sus aires de grandeza han desaparecido. De nuevo, no parece alguien invencible.

—Sé quién es capucha negra.— Hughes habla. Todo el mundo la mira atónito.

—¿Qué dices, Kiara? —interrumpe el silencio hablando Cheryl.

—Digo la verdad. Sé quién es. Bueno, no totalmente pero Betty conoce cosas que pueden confirmar lo que voy a decir. —se gira hacia el Sheriff. —No soy la mejor ciudadana de Riverdale. Pero ese arma no es de ninguno de ellos, aunque lo digan para protegerme. Es mía, bueno en realidad, era de mi padre. Estaba en uno de sus cajones. No sé ni siquiera como funciona, pero es lo único que me queda de Papá. Es casualidad que sea el mismo modelo del arma con la que dispararon al señor Andrews. O quiz no, quizá Capucha negra lo tuvo en cuenta para que las culpas fueran mías. Es obvio que no disparé, es un hombre es corpulento con ojos verdes quién lo hizo. Estamos perdiendo el tiempo mientras alguien muere ahí fuera, podría apostar por ello.

Un policía se acerca al señor Keller después de el discurso que acaba de exponer Kiara.

—Señor, una llamada anónima acaba de avisar sobre un homicidio.—habla el hombre. Todos no giramos hacia el. El Sheriff sale corriendo fuera de la sala.

Los dos hombres empiezan a hablar ya fuera de la sala, pero logro escuchar el sitio dónde ha ocurrido aquello. Casualmente es la misma dirección que me dió Kiara.

—Jones, deja de pensar tanto. Esto se está poniendo interesante. —me habla la chica frente a mí. Kiara Hughes es un misterio. Pero esta vez tengo miedo por ese motivo y no me gusta. No me gusta nada.

Maldito cliché. » Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora