Capítulo once.

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Jueves 08:14 de la mañana.

Ese misma semana, después de un par de días en absoluta calma, Kiara volvió a clase. Le han dado el alta hace sólo un día, pero ella camina por los pasillos con total y absoluta normalidad. Aunque es la única que parece no estar inquieta ante todo lo que está ocurriendo en Riverdale.

La oscuridad está inundando las calles con rapidez desde los últimos acontecimientos del lunes: dos personas habían sido halladas muertas. Jason Blossom pudo ser un asunto aislado producto de muchas casualidad y problemas internos de una familia inestable. Esa muerte pudo ser el desencadenante de problemas, asesinatos, agresiones y secuestros que hace de nuestro pueblo un lugar tenebroso ausente de inocencia. Cada día todos tienen un poco más de miedo.

—Es increíble.

—¿Qué?

—Kiara se acercó en la primera clase del día y me dijo que no me preocupara por nada, que no tenían planeado seguir conmigo ahora que estoy saliendo con Veronica. —me comenta Archie mientras saco un par de libros de mi casillero.

—¿Demasiado pacífico viniendo de ella?

—Me preocupa. Parecía honesta al decirme que se alegraba por mi.

—Los días en e hospital la han cambiado. No olvides que nos dió las llaves de su casa la otra tarde. —digo esperando a que eso sea suficiente para Archie. Se todas formas, es cierto que ha cambiado si hizo eso.

—Seguro que es porque tiene miedo de que alguien esté esperando a matarla. Es lo que pensaría yo en su situación. Bueno, directamente yo no puedo dormir bien. Si tuviera que volver a una casa en la que no hay nadie probablemente obligaría a alguien para registrarlo todo y ver si no hay nadie esperando detrás de la puerta para meterme un tiro en la sien.

Me quedo sin palabras ante lo que mi amigo dice. Cada palabra suena como una verdad absoluta ante mis oídos. Me preocupa lo paranoico y fuera de sí que parece estar en ocasiones, también me preocupa Kiara si ambos están experimentando ese tipo de miedo. Creía que había experimentando una situación traumática y por eso entendería cada acción de la morena. Bueno, estaba equivocado.

—¿Mañana empiezas en el otro instituto? —habla mi mejor amigo. Intentando cambiar de conversación.

—Sí, he intentado prolongar mi estancia aquí todo lo posible después de ser recluido en aquel lugar con Kiara pero ya no puedo poner más excusas o impedimentos.

Termino de guardar los libros en mi mochila. Observo la mirada pérdida de Archie hasta que sus ojos enfocan a una pareja murmurando sobre Kiara. La chica todavía tiene marcas moradas en su cara, parece demacrado todavía y aunque camina como siempre encima de unos botas de tacón negro está vez sus pasos se ven poco contundentes e indecisos. Aunque, precisamente, no es de eso lo que hablan los dos adolescentes a nuestro lado. Parlotean sobre que sienten pena por ella. Todos creen que abusaron de Kiara.

—¿No podéis cerrar la maldita boca? No sabéis una mierda. —vocifera Archie golpeando mi taquilla logrando la atención de todos. La pareja inmediatamente deja de hablar.

Archie en realidad no sabe lo que pasó allí, en aquel lugar, pero su expresión firme y autoritaria dice lo contrario. Mi mejor amiga da media vuelta sin hacer ningún gesto y desaparece por el pasillo justo detrás de Kiara. Espero que sólo intentara protegerla porque la conoce lo suficiente. Espero que la conozca mejor que yo y por esa razón confíe en que nadie abusó de ella. Lo espero porque yo tampoco conozco a ciencia cierta lo que ocurrió.

Jueves 18:09 de la tarde.

Toda la tarde estaba siendo dedicada a pasear por los pasillos de mi nuevo instituto. No era precisamente lo que tenía puesto en primer lugar de cosas que hacer, pero aún así intenté pasearme sin llamar mucho la atención y escuchar las indicaciones de la chica llamada Toni que se presentó cómo mi guía.

El camino de vuelta a casa sin Betty está vez había sido mucho menos calmado, con un toque de relajación después de un arduo día de clase. Nada de conversación agradable, sólo silencio y mi mente gritando demasiado alto.

Al bajarme de la moto percibo que algo está mal. Me aseguro siempre de que todas las ventanas estén cerradas, pero hay una que claramente no lo está. Inmediatamente me pongo en alerta y camino hasta la puerta. Con un leve toque se abre, eso me produce más nervios. Es obvio que alguien ha entrado.

—Cariño ¿Qué tal tu día en el nuevo instituto? ¿Muy cansado? ¿Demasiadas serpientes? —la voz de Kiara resuena por la habitación.

Ella está sentada en el sofá más próximo a la puerta. Lo único bueno de la situación es que nadie ha entrado para robarme por poco que hay. Pero bueno, Kiara parecer estar demasiado cómoda. Espero que no quiera conversación por un gran rato. Tengo ganas de dormir.

—No quiero hablar de eso ¿Qué haces aquí?

—Estaba esperándote.

—Si crees que tengo ganas de hablar contigo sobre cómo ha sido mi maldito día, entonces estás equivocada.-mi voz suena un poco más contundente de lo que pretendo. Pero si eso hace que se vaya, entonces está bien.

—Vete. Eres la última persona que quiero cerca de mí ¿Qué tal si está vez en lugar de secuestrarme hacen algo menos costoso y me pegan un euribor tu culpa? —grito angustiado descargando toda mi rabia sobre ella.

Está vez ni siquiera tenía un buen motivo para descargar mi mal humor y rabia sobre ella. No había nada más ahí, únicamente Kiara, por eso golpeó la mesa que está entre su cuerpo y el mío.

La chica se levanta sin mostrar emoción alguna. Estoy esperando a que ella también empiece a gritar, pero eso nunca sucede. Parece estar dispuesta a escuchar toda la mierda que llevo dentro cuándo se cruza de brazos y da un paso hacia mí. En otras ocasiones su gesto decidido me alertaria de que la mejor decisión es alejarse, pero esta vez no reparo en algo como eso.

—Estaba preocupada por ti. Siento haber entrado en tu casa de esta forma. No lo haré más. —su tono de voz suena dulce, demasiado para ser ella. Tan irreal.

Kiara da un paso más hacia adelante. Está vez está muy próxima a mí. Coloca su mano alrededor de mi muñeca, ejerciendo fuerza.

—¿Me puedes dar un vaso de agua antes de irme?

Me suelto se su agarre tan rápido que me hago daño, pero me alejo con paso apresurado hasta la cocina dónde sirvo un vaso de agua. También otro para mí. Me giro para poder ver a Kiara, pero ella está ahora a mi lado bebiendo de uno de los vasos.

—Jughead debería haberte dicho que no debes de ser tan confiado conmigo, pero lo eres y ni tú sabes que te lleva a eso.

Me mira directamente a los ojos logrando que sienta un escalofrío por mi espina dorsal. Joder, no confío en ella ahora.

—No confío en ti.

Hace una mueca mientras termina de beber el contenido de su vaso. Una vez que ha terminado me extiende el otro.

—¿Tienes sed o éste es también para mí?

—Tengo sed. —comento simplemente.

Cojo el vaso y me lo llevo a los labios bebiendo todo el contenido de una sola vez. Esa conversación había dejado a mi garganta seca. Probablemente por los nervios o por culpa del ambiente tenso que hay a nuestro alrededor.

—Voy a besarte. —escucho su voz haciendo eco en mi mente.

Coloca sus manos en mis mejillas con gesto dulce. Se aproxima a mis labios y me besa logrando que mi cabeza de vueltas hasta que todo lo que no puedo pensar en nada más. La sensación de mareo se mantiene una vez ese fugaz beso finaliza.

—Lo siento, Jughead

Y entonces, mi cuerpo deja de responder y caigo sobre ella antes de que todo se vuelva negro. Mierda.

Maldito cliché. » Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora