Capítulo 5

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 Y, una vez más en el día, volvió a encontrarse a sí mismo en medio de la sala de su casa (pero esta vez en la oscuridad, con luz de luna penetrando por las persianas de bambú). Esperaba poder ver en la oscuridad, pero al instante se dio cuenta que solamente estaba usando unas gafas comunes y corrientes. Sus otras gafas se adaptaban dependiendo de la cantidad de luz del ambiente.

Pero estaban en el laboratorio de Heimerdinger.

El Maestro Yi suspiró pesadamente, y buscó a tientas el interruptor de la luz de la sala. Luego, se sentó en el pequeño sofá verde, con la cabeza entre las manos.

Y así, volvió a su mente la imagen de Katarina semidesnuda, recostada a su lado, en los arbustos. Su cabello rojo esparcido sobre el césped, suave y brillante. Sus ojos verdes, que lo miraban con actitud atrevida y casi felina. La manera en que acarició su cuerpo, la forma en que lo hizo estremecer: Todo combinado era una sinfonía infinita de sensaciones jamás experimentadas para él.

"Aún tengo la virginidad intacta", pensó Yi. En ningún libro se mencionaba que los practicantes del Wuju debían hacer un pacto de castidad. Para ellos, era casi instinto no tener relaciones físicas de ningún tipo (por miedo a no poder lograr dominar por completo el arte marcial que practicaban por culpa de sus deseos primitivos de placer).

"¿Ella estará pensando en mí como yo estoy pensando en ella?", se preguntó a sí mismo, dirigiendo su vista al reloj que estaba colgado por la pared.

Un viento fuerte comenzó a soplar afuera, que hizo que las ventanas se abrieran.

—Tal vez hoy lloverá... —pensó, mientras se levantaba para volverlas a cerrar. Pero, al llegar a una, encontró a Yasuo sentado en el marco, con su espada larga en la mano.

—¡Hola, hermano! —exclamó El imperdonable, sin poder evitar sonreír.

—¡Por toda Jonia, Yasuo! ¡Te he dicho mil veces que dejes de entrar por la ventana! ¡Tengo puerta! —exclamó el Maestro Yi, apuntando algo.

Yasuo miró el interior de la casa, y vio la puerta que estaba a su lado. Se encogió los hombros, entre risitas.

—Al menos tuve una entrada de película —comentó, para calmar el ambiente—. Deja de quejarte, anciano.

—¿Anciano? ¡Soy tan joven como tú! —refunfuñó el Maestro, e intentó tranquilizarse y reprimir su enojo— ¿Qué quieres, Yasuo?

—¿Qué les pasó a tus gafas raras?

—Están con Heimer, las va a reparar. —explicó Yi, acomodándose los anteojos.

—¡Hacía tiempo que no veía tus ojos! Hasta empecé a creer que te salieron más...

El Maestro Yi sonrió.

—Ni que fuese hijo de Jax... —comentó, y ambos campeones continuaron riéndose.

—¡Oye! —exclamó una voz grave, era Jax (El maestro de armas). Con su farol en la mano, vestía la túnica color morado oscuro con capucha, sus siete ojos azules brillaban en la oscuridad de su rostro. Resultaba ser que se encontraba detrás de Yasuo.

—Pensé que ya te habías ido, Jaxie —dijo Yasuo, poniéndose de pie.

—¡No me digas así! —pidió Jax, agarrando con más fuerza su poco usual artefacto de combate— Ya estaba por irme, nos vemos allá. —al terminar la frase, levantó el brazo que tenía el farol, y comenzó a girarlo como si fuese las hélices de un helicóptero. De esa manera, se alejó volando, perdiéndose en el cielo estrellado.

    —Jax y sus referencias a los videos de Dante Axe —rio el Maestro, cuando ya no pudo ver a El maestro de armas—. Por cierto, ¿adónde irá?    

—Eso estaba a punto de decirte: Hay una fiesta en la Academia de la Guerra, y todos los campeones están invitados —explicó Yasuo—. Vamos, se nos hace tarde.

—Pero yo... —comenzó a protestar Yi, pero un pensamiento lo detuvo: ¿Y si Katarina también estaba en la fiesta? ¡Sería una oportunidad de verla y tal vez charlar!

—¿No quieres ir? —preguntó El imperdonable. Sinceramente, no se sorprendería si La Espada Wuju rechazaba la invitación; lo conocía: El Maestro Yi no era amante de las fiestas o grandes reuniones, más prefería los lugares silenciosos donde meditar y leer era el entretenimiento.

—Vámonos. —dijo Yi al fin, y agarró su espada.

Yasuo quedó impactado, pero al mismo tiempo contento. Ambos salieron a la calle, para ponerse en rumbo a la Academia de la Guerra.

En los arbustos (Katarina x Maestro Yi) [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora