Capítulo 13

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Yi no era tan estúpido como para no darse cuenta de que Irelia estaba enamorado de él. Lo sabía gracias a que analizaba los gestos y movimientos que ella realizaba cuando él estaba cerca; al igual que sus acciones.

Pero, él solamente la quería como amiga, jamás sintió atracción alguna por ella, a pesar de que había muchos hombres en Jonia que caían en un atolondrado sueño con tan sólo verla pasar.

Estaba más concentrado en estudiar Wuju y perfeccionarlo que en las chicas.

Hasta que, en la Academia de la Guerra, conoció a una mujer que sí podía afectarle los sentidos como ninguna otra.



—Miren, ahí está el noxiano raro. —dijo Yasuo, con su bandeja de comida en mano. Tanto él, como los demás chicos de Jonia; buscaban un lugar para sentarse en la cafetería de la Academia.

—Sentémonos con él, se ve demasiado solo. —sugirió Akali.

—Yo iré a sentarme con los otros yordles. —dijo Kennen, alejándose rápidamente, como todo ninja en miniatura.

Bardo emitió una melodía, pero nadie lo entendía. Después, se alejó para poder ir a sentarse con Sona y Soraka.

Sólo quedaron Akali, Karma, Irelia, Yasuo y Yi. Los cinco se aproximaron a la mesa en donde se encontraba Talon, la cual tenía como tres libros abiertos y su cuaderno de notas encima.

—¿Sigues escribiendo tu ensayo? —preguntó Karma, sentándose a su lado para poder ver mejor lo que él estaba haciendo.

—Sí... —se limitó a decir Talon, sin hacer contacto visual con ninguno de ellos. Sólo levantó la vista del cuaderno para poder contemplar por unos segundos a Irelia.

—Puedo ayudarte, si quieres. —comentó La Espada Wuju.

—Sí, este flacucho es un sabelotodo. —rio Yasuo, brindándole un golpe amistoso a Yi, en la espalda. El golpe fue tan fuerte (o el futuro Maestro era demasiado débil en esa época) que sus gafas cayeron al plato de sopa que tenía en la bandeja.

—¡Yasuo! —exclamó Irelia, más enojada que el portador de las gafas que quedaron sucias de sopa de tomate— ¿Estás bien, Yi? —su voz sonó extremadamente preocupada.

—Sí, estoy bien —asintió el joven jonio, levantándose—. Iré a limpiarlas.

—Te acompaño.

—No será necesario...

Yi, tratando de hacer un esfuerzo de poder ver bien, se dirigió al baño de la cafetería. Durante el trayecto, sólo vio figuras que se movían: Rojas, negras, azules, verdes, amarillas... Mientras no se topara con los de Noxus, estaría bien.

El baño estaba silencioso (lo cual era raro, porque la última vez que entró había unos chicos fumando una hoja que sólo se encontraba en los bosques helados de Freljord).

Abrió el grifo, y puso las gafas debajo del chorro de agua que salía con bastante presión. ¡Cómo detestaba usarlas! Cada vez que tenía que entrenar, se las amarraba por detrás con una cuerda. Si con tan sólo un golpe en la espalda se salían..., no quería imaginarse lo que ocurriría en una batalla de verdad.

Cerró el grifo, las sacudió, y se las volvió a poner. Sinceramente, no le agradaba mucho verse a sí mismo como un jonio de espada y armadura con gafas. Pero, su maestro de Wuju siempre le replicaba que el aspecto no era lo importante, sino su habilidad física y control mental.

"Eres el mejor estudiante de este arte marcial místico que hubo en siglos, no dejes que lo que los demás digan de ti te debiliten", esas eran las palabras que su maestro utilizaba para alentarlo.

Al apenas salir del baño, y dar unos cuantos pasos, tropezó y cayó de bruces. ¡Alguien había estirado una pierna para  echarlo al suelo! Uno de los cristales de sus gafas se quebró por completo.

—¡Cuidado al caminar, cuatro ojos! —exclamó Draven, colocando su pierna bajo la mesa antes de que el jonio se diera cuenta que él había sido el culpable.

—¿Por qué hiciste eso? —gritó Katarina, pero el hermano de Darius no la escuchó.

—¡Idiota noxiano! —exclamó Irelia, y empezó a atacar al Glorioso Ejecutor con su habilidad de Hojas Trascendentes. Confundido, Draven le lanzó un Hacha giratoria.

—¡Pelea de comida! —exclamó Cho'Gath.

—Mejor dicho, pelea de armas... —le corrigió Malzahar.

Los protagonistas de la épica pelea en la cafetería quedaron atrapados en una prisión rúnica del Profesor Ryze.

—¡Por toda Runaterra! ¡No se les puede dejar solos sin que se peleen! —exclamaba el Profesor— ¡A la oficina de la directora, ahora!

Cuando la prisión rúnica desapareció, Irelia y Draven se fueron con el Mago rúnico detrás de ellos. En sus miradas había odio.

Pero, para Irelia, había valido la pena: No podía tolerar que molestaran al joven de quien estaba enamorada.

"Cualquier cosa por ti, Yi", pensaba ella, y sonrió mientras entraba a la oficina de la directora Fiora.



Yi se incorporó, con la ayuda de Yasuo. Ahora, la visión que le daba sus gafas era exactamente igual la de un caleidoscopio sin colores brillantes: Quebrada, como un rompecabezas sin armar.

—¿Estás bien? —Katarina se acercó al jonio de anteojos rotos, con paso inseguro, sin pensar en lo que dirían los demás si la veían hablando con él.

Antes de que Yi pudiera contestar, sintió que una mano pequeña y peluda lo estiraba del brazo.

—Sólo hay que reemplazar la lente rota, ven conmigo. —dijo el profesor Heimerdinger, dando brincos para que su estudiante le entregara las gafas rotas. Yi se las entregó, y se fue con el yordle a su laboratorio; con la chica de cabello rojo siguiéndolos a cierta distancia.

"Nuevo proyecto: Crear unas mejores gafas a este joven", se dijo Heimer. Esa noche, comenzaría los planos para construir las gafas de siete lentes.   

En los arbustos (Katarina x Maestro Yi) [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora