Capítulo 25

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—Los tiempos cambian, Kat —murmuró el Maestro Yi—; ya no existe el trabajo en equipo... Ahora todos te insultan si fallas, y no hacen casos a los gritos de auxilio.

—Tienes razón, y lo peor es cuando esperan mucho de ti —opinó Katarina, a lo lejos divisó a Irelia, caminando muy cerca del rastro de líquido rojo con aroma a hierro que había dejado El segador carmesí. Ella tenía la frente en alto, como si se hubiese prometido a sí misma que hoy sería un día completamente diferente, que saldría de la División de Bronce o subiría de Maestría, o que tendría una racha de victorias.

—¡Irelia, cuidado con la sangre...! —exclamó La espada Wuju, pero ya era demasiado tarde: Irelia pisó una parte del charco, y resbaló. Cayó sentada en el suelo, manchándose la falda de la armadura con sangre.

Justo en ese instante, Vlad salió del sanitario, y vio a La voluntad de las hojas sentada en el charco que él había hecho.

—Ay, maldita sea... —murmuró él, y se acercó para ayudarla. Extendió su pálida mano, y ella la agarró.

—¿Fuiste tú? —preguntó Irelia, las nalgas le dolían por el impacto al suelo, y estaba furiosa. Antes de obtener respuesta alguna, gruñó: — ¡¿Quién te crees que eres para dejar sangre por doquier?!

—Irelia, fue un accidente...

—¿Qué? ¡Accidente será hacerte sangrar más! —La voluntad de las hojas volvió a presentar su lado agresivo, ese lado que había estado escondido debajo de tranquilidad y paz interior.

—¡Yo también menstrúo como tú! —exclamó Vladimir, y un inmenso deseo de desaparecer de ahí lo invadió. Haber admitido que él sufría lo que ellas tenían cada mes, lo hizo sentir... ridículo.

Irelia lo miró de pies a cabeza, y no sabía si reír o molestarse más. El jovencito con bufanda de rayas rojas y negras alrededor del cuello, con colmillos que sobresalían de su boca y de cabello tan blanco como los pétalos del árbol que crecía en su casa; no demostraba signos de estar bromeando, más bien, mostraba humillación. Además, vio la sangre que había manchado la ropa de él, a pesar de que eran prendas oscuras.

—Vlad... —dijo ella, pero El segador carmesí  la miró de manera fría y distante. Extendió sus brazos, y la sangre del suelo y la que quedó por la falda metálica de Irelia se elevó hacia él en hilos, que acabaron formando una esfera roja sobre su mano derecha.

El Maestro Yi y Katarina trataron de acercarse, pero Vlad dio media vuelta y empezó a caminar, aún con la esfera flotando sobre la mano.

—¿Ya te metiste un tampón, segador menstruante? —Ahri estaba recostada contra el marco de la puerta de uno de los salones de clase, con el teléfono celular en manos. Estaba leyendo los comentarios de la fotografía que le había tomado a su compañero.

—Tus chistes no tienen gracia. —le dijo Vladimir; levantó la esfera sangrienta sobre sí (que había aumentado de tamaño), y la arrojó sobre La vastaya de nueve colas.

Ahri quedó completamente empapada de sangre. Los que se encontraban en el salón de clases, al igual los que se encontraban en el pasillo, se rieron a carcajadas de la zorra ensangrentada.

—¡¿Esa era tu sangre, maldito asqueroso?! —gritó Ahri, sacudiéndose. Su uniforme, sus nueve colas y orejas estaban rojas.

—Eso, y su habilidad de Marea Roja. —dijo La daga siniestra entre risas que trataba de reprimir.

¡Hasta Irelia y la directora Fiora se estaban riendo!

La vastaya de nueve colas no tuvo más opción que alejarse corriendo de ahí. Ahora, ella era el hazmerreír del día.

—¿Lo grabaste? —preguntó Kayn a Ekko, porque vio que tenía un celular en la mano.

—Voy a retroceder en el tiempo para hacer eso, ahora me doy cuenta de que he olvidado oprimir el botón de grabar... —contestó El joven que fragmentó el tiempo.

Ekko repitió el momento en que la esfera de sangre caía sobre Ahri, como diez veces seguidas (es que era demasiado gracioso como para dejarlo pasar). Y lo grabó en diferentes ángulos. Sin duda, sería el fragmento perfecto para la cinemática de la noche de graduación del próximo año.

En los arbustos (Katarina x Maestro Yi) [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora