Capítulo 17

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Advertencia: Este capítulo contiene descripciones explícitas de índole sexual... Se recomienda discreción.


La noche era casi acogedora en la Grieta del Invocador, pero al mismo tiempo intimidante (bueno, siempre había sombras que sólo desparecen si uno pasa por ahí).

No había nadie además de ellos, habían creado una "batalla" en el Modo de Herramienta de Práctica.

—¿Estás segura de que nadie vendrá? —se atrevió a preguntar el Maestro Yi, sosteniendo un centinela.

—Estoy más que segura, Yi. —murmuró Katarina. Se puso en marcha, sin antes agarrar a su amado jonio de la mano. El Maestro Yi tomó la delantera, ya que tenía más velocidad de movimiento que ella.

—Tenemos toda la noche, querido. —rio La daga siniestra, tratando de seguirle el paso.

Se detuvieron en medio de su arbusto favorito (el que estaba a unos pasos del río, en una de las junglas del equipo rojo).

—¿Qué haremos, Kat? —preguntó el Maestro, algo inseguro. ¿Cuál era la intención de Katarina para esa noche? ¿Por qué de noche y no de día?

Katarina le pidió que se sentara en el suelo y que se quitara las botas y las gafas; la obedeció sin dudarlo: Se sentó con las piernas cruzadas, dejó las gafas en el suelo. Ella se sentó en su regazo, encarándolo, envolviéndolo con las piernas.

—Ponte tus gafas normales, si es que quieres ver lo que haremos. —sugirió ella, y de un bolsillo las quitó y se las puso a él.

—¿De dónde las sacaste? —El Maestro Yi sonó confundido, porque había dejado esas gafas en su casa (en un cajón del armario), antes de salir para la cita.

La daga siniestra rio, y posó sus labios sobre los de él: Un cálido beso, que comenzaba a volverse más intenso.

El Maestro Yi, casi instintivamente, comenzó a quitarse la parte superior de la armadura y casco. Cuando estaba por quitarse la camisa, Katarina comenzó a mover sus caderas, provocando así fricción en la entrepierna.

—Katarina... —La voz de La espada Wuju enmudeció al apenas sentir la mano de ella dentro de sus pantalones, mientras que otra trataba de bajarlos hasta la altura de los tobillos.

No podía creerlo, ¡estaba totalmente desnudo frente a ella! La excitación recorría cada parte de su cuerpo, brindándole un deseo primitivo que fue reprimido durante toda su vida y que ahora se encontraba totalmente liberado.

—Estás demasiado excitado, según veo. —sonrió Katarina. Se quitó los guantes, para agarrar el pene de su pareja y oprimirlo con delicadeza al mismo tiempo que subía y bajaba en un ritmo casi brusco.

El Maestro Yi no pudo evitar soltar un quejido, mientras la fricción y la opresión iba en aumento. Mojó la mano de su amada con un líquido transparente que incrementaba las cosquillas electrizantes de los roces.

Ella se detuvo.

—¿Ya se acabó? —preguntó él, tanto aliviado como desalentado.

—Apenas es el comienzo, cariño. —ella se empezó a desnudar frente a él. Se dio cuenta de que ella también estaba excitada, al pasar una mano entre las piernas para sentir su propia lubricación.

—¿Puedo? —preguntó ella, mirando ambas entrepiernas. Su clítoris rozaba la cabeza del pene, que aún continuaba mojada.

—Nunca lo he hecho... —empezó a decir el Maestro Yi, pero era demasiado tarde: Katarina se sentó sobre sus genitales, lentamente comenzó a hundirse, hasta que su pene estaba completamente dentro de ella.

La Espada Wuju gimió, atrayendo a La daga siniestra más hacia él, en un abrazo. Por primera vez en su vida, estaba conectado físicamente a una mujer: Una mujer de quien estuvo enamorado en secreto por muchos años, una mujer con quien compartía los mismos sentimientos.

Los movimientos de cadera de adelante para atrás iban en aumento. Él ya estaba sudando, y sentía un inmenso cosquilleo en la espalda baja y en las piernas.

Katarina se levantó de forma brusca, justo a tiempo: Del pene de su pareja brotó un chorro de líquido viscoso blanquecido.

El Maestro Yi quedó tendido boca para arriba sobre el césped verde, con la respiración agitada, aun con palpitaciones en la entrepierna. Había experimentado un orgasmo (su primer orgasmo). Katarina recostó la cabeza sobre su pecho, para oír los latidos rápidos de su amado.

—Katarina...

—¿Sí?

—Te amo. —al apenas terminar la frase, el Maestro Yi se quedó dormido.

—Y yo a ti, Yi. —Katarina cerró los ojos también, sin dejar de sonreír.


En los arbustos (Katarina x Maestro Yi) [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora