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Capítulo especial: narrado por Kim JongIn.

Diablos, el solo mirar su cara hacía que mí corazón latiese como loco.

¿Qué clase de control tiene sobre mí?

Jamás me imaginé que aquel tipo con lentes, popular con las chicas y sobresaliente en todo, aquel tipo del que me había enamorado, sería en un futuro mí asistente.

Conocía a KyungSoo desde que tenía 16 años, y finalmente vine a hablar con él cuando se encontraba en la universidad, apenas cumplí 18 años y ya me encontraba en su cama teniendo relaciones sexuales con él, y sí, yo era el qué recibía.

Por eso ahora me complació enormemente poder cambiar los papeles, aunque debo admitir que me sorprendió el darme cuenta que aún pasando diez largos años, sigo sintiendo lo mismo por él.

Pero por su actitud, él también sigue sintiendo lo mismo por mí. Nada.

— ¿Quieres que te vaya a abrir la puerta o qué?

KyungSoo aún estaba dentro del carro, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Verlo así me llenaba de ternura, pero no, aún sigo molesto por lo de ChanYeol.

¿Qué se traen ellos dos?

Negó con la cabeza y suspiré.
Si el principe quiere que su caballero vaya por él, entonces sus deseos son órdenes.

Miré para ambos sentidos de la calle, no había señal de que otro carro se aproximará así que me dí la vuelta estando pegado cerca de mí carro, llegué a la puerta del copiloto y la abrí.

My Lady. —bromee y le tendí mí mano.

—My Lady mis pelotas. —apartó de golpe mi mano y me hizo a un lado mientras agarra impulso para salir del carro.

—Deberías ser más educado con tu jefe.

— ¿Acaso se lo merece? —está bien, entiendo, está molesto por lo de su celular e incluso yo mismo no logro comprender cómo fue que terminé actuando de esa forma tan infantil.

—No lo sé. —me crucé de brazos— ¿Mereces el trabajo?

KyungSoo bajo la cabeza. —¿No puedes pasar cinco minutos sin amenazarme con quitarme el trabajo? —dijo en un susurro, esa reacción no me la esperaba.

Que ganas tenía de abrazarlo y no soltarlo. Claro qué tenía aún más ganas de volver a tenerlo en mí cama, tumbado boca abajo. El recuerdo vino a mí mente fugazmente, con todos los detalles incluidos sus gemidos y el «Kai» qué me volvió loco.

Ya no puedo aguantar más.

—Eh, vamos. —dije mientras intentaba recuperarme de ese pensamiento tan fuerte.

Sin reclamar ni refunfuñar me siguió hasta el departamento y no sabe la alegría que me dio no escuchar un solo quejido de parte de él. Tal vez está esperando lo mismo que yo, y espero que así sea.

Ambos nos encontramos ya en el departamento, Kyung se sentó en los sillones que se encontraban en la sala. ¿Por qué no pasas de una sola vez a mí habitación y a mí cama? Desnudo.

— ¿Piensas quedarte parado mirando todo el día? —ahí empieza él con sus quejidos.

—Sí, puedo hacer eso el resto del día.

KyungSoo se quedó sorprendido por mí respuesta, y puedo jurar que se puso tímido. Vaya hombre que a sus treinta y dos años aún se pone tímido, me encanta.

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