Las cátedras concluían tras una extensa jornada, la situación aparentaba retornar a la normalidad. Por supuesto, solo eso: apariencias.
El director jugaba ajedrez en solitario en un viejo tablero, quitó la pieza blanca de una torre. Víctor, Liam y Evans se enteraban de la emancipación de Belmont; ahora él se encargaría de acogerlo en el Báthory. Entre detalles y detalles, alguien golpeó la puerta, era Elizabeth.
—Director, los hombres de la santa sede han llegado —indicó ella.
Azazel hizo un gesto para que los hiciera pasar y se retirase.
Dos hombres de traje negro ingresaron al recinto, donde se encontraban los "cuatro preferidos de Imara Báthory", aunque ya no usaban ese apodo hacía más de trescientos años.
—¿Qué los trae por aquí? —indagó Azazel con su mueca habitual—. Dijeron que se trataba de algo urgente, espero no me hagan perder el tiempo.
—Es urgente —señaló uno con seriedad, ladeando sus ojos con algo de rechazo hacia los vampiros—. La familia Belmont fue exterminada antes del amanecer. Suponemos que es trabajo de los exorcistas, están hechos carne molida, como sucedió a los Nosferatu.
Los cuatro vampiros se levantaron de sus asientos, sin poder responder. ¿Podía ser real?
—No han quedado más que vísceras desperdigadas por el suelo —comentó otro, que le extendía las fotos de las pericias forenses—. Tenemos entendido que toda la familia estaba allí, así que...
—Adam Belmont volvió antes de lo sucedido. —Azazel tragó saliva—. Le pedí que no trasnochara allí, para poder asistir a su cátedra especial —mintió para salvarlo de cualquier sospecha, debía adelantarse a los hechos.
Al ver las fotografías, no podían creer que esos viejos, y tan despreciables seres, hubiesen sido reducido a trozos de carne y huesos en un parpadear. La "eternidad" no era más que un chiste. Los demonios Belmont no eran diferentes a cualquier otro mamífero frente a la muerte.
Tal había sido la masacre, que reconstruir los cadáveres sería una tarea de meses. Tan solo podía compararse con lo sucedido a la familia Nosferatu.
—Siempre tardan en atacar —murmuró Víctor, casi parecía sonreír—, pero cuando lo hacen es porque están seguros de ganar.
—Los Belmont quisieron reunirse todos juntos, rompiendo la regla que los protegía —dijo uno de los sacerdotes—. Se convirtieron en una amenaza y un blanco fácil para sus exterminadores.
—Han pasado ocho años de lo sucedido con los Nosferatu —dijo un religioso—. A lo mejor creyeron que los exorcistas no estaban activos. Esto solo demuestra que rastrean cada uno de nuestros pasos con total cautela, aunque les demore décadas.
—Su paciencia es aterradora —expresó Evans.
Azazel peinó su cabello hacia atrás y suspiró.
—De no haber hecho esa locura de conducir, esos dos estarían muertos —musitó haciendo referencia a sus alumnos—. ¿Se sabe algo de las ofrendas y esclavos que acompañaban a los Belmont esa noche?
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Ofrenda de sangre | Parte I
VampiroLejos del mundo moderno se esconden los secretos más perversos de la humanidad. Hombres y vampiros están unidos bajo tratados y secretos desde hace siglos. La moneda de intercambio entre las razas son las ofrendas de sangre. Sara, Francesca y Ámbar...