La sangre y vísceras de Ámbar eran derramadas por todo el Cordero de Dios, un charco de sangre estaba bajo sus pies, los cuervos la sobrevolaban, graznando. Todo era gris, todo estaba muerto.
Otra noche de pesadillas se unía a una lista larga de aventuras oníricas. Sara abrió sus ojos al sentirse apuñalada por el maldito sol. Pero ahora, Ámbar le preocupaba más que el día anterior. Necesitaba verla, mantenerse a su lado, sacar la fuerza de su interior y protegerla; porque a ella le había tocado la peor parte, el grupo de depredadores más sádicos de todos: los que habían sido humanos.
Vistiéndose rápido, y tomado sus cosas, abrió la puerta para partir, pero sus planes se habían truncado antes de empezar.
—Demian —habló entre dientes al ver al pálido vampiro en la puerta de su habitación, cual estatua viviente.
—Hoy es nuestro día —farfulló moviendo sus orbes verdosas con velocidad.
Ella asintió con la cabeza, no tenía remedio, en ningún momento se había imaginado que él estaría ahí, parado, ¿quién sabía desde hacía cuánto? Si bien Demian no le había hecho nada, su compostura la perturbaban. Había algo en él que no era del todo normal, más allá de ser un vampiro.
Sara salió de su habitación y notó como Demian miraba su mano.
—¿Qué sucede? —preguntó sin más, le molestaba, ahora no podría ir por Ámbar.
—E-el otro día caminaste de la mano con Jeff, todo el día —balbuceó arrugando la frente.
<<¿Acaso nos siguió?>>, reflexionó Sara.
—Él lo hizo sin preguntar —respondió Sara, girando sus ojos, no tenía tiempo para sus sandeces.
Demian no esperó, tironeó de su brazo y tomó su mano sin ninguna delicadeza. Ella lanzó una mirada estremecida, sus reacciones la confundían; pero él no dijo nada, se limitó a guiarla hasta el comedor.
Ambos colmaron sus bandejas con café y algunos croissants. Él escogió una pequeña mesa para dos y comenzó a comer, entre tanto, la mirada de Sara, se enfocaba en hallar a sus amigas, pero sin resultado alguno. También le preocupaba no ver a los dos maleantes que la habían atacado el día anterior.
—¿Bu- buscas a los impuros del otro día? —preguntó Demian.
Los ojos absortos de Sara se posaron en él. Esos tipos no eran su prioridad, aunque trataba de no encontrárselos de nuevo. No obstante, el chisme corría como la sangre de sus venas.
—En realidad busco a Ámbar —respondió sincerándose, además necesitaba desahogarse con alguien—. Temo por ella.
—E-en la noche, los impuros, fueron expulsados —comentó él masticando su desayuno.
—¡¿En serio?! —exclamó más que aliviada, enmarcando una sonrisa que logró contagiarlo.
No podía creerlo, si lo que Demian decía era cierto por fin se sentiría en paz sin importar qué.
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Ofrenda de sangre | Parte I
VampirLejos del mundo moderno se esconden los secretos más perversos de la humanidad. Hombres y vampiros están unidos bajo tratados y secretos desde hace siglos. La moneda de intercambio entre las razas son las ofrendas de sangre. Sara, Francesca y Ámbar...