Dejo con cansancio el libro de artes sobre la mesa y suelto un sonoro suspiro. En qué momento me han mandado a mí hacer bachiller. Bastante me ha costado sacarme la ESO. No suelo estudiar mucho, incluso puedo decir que apenas estudio, pero aquí estoy.
- ¡Celia! ¡Celia! ¡Celia baja! -grita mi madre repetidas veces desde el salón.
Antes de hacer caso a las palabras de mi madre, cojo mi móvil y miro la hora. No me gustaría llegar tarde al entrenamiento. Son las cuatro y media. Creo que tengo tiempo de sobra.- ¿Qué pasa? -pregunto una vez en el salón. Espero que con tanta exigencia, sea importante.
- Necesito que vayas un momento al chino de abajo, se me ha acabado el tabaco. -pronuncia su repetida frase.
Cómo no. Levanto los hombros, indicando que no me importa hacerlo y, seguidamente, mi madre me muestra una sonrisa mientras me da el dinero.- Ya sabes el que me gusta.Cojo las llaves de casa ya que si llamo al timbre, puedo estar esperando abajo como 10 minutos para que me abra. Literal.
Una vez abajo, cruzo la carretera y entro al chino.- Un paquete de Malboro -pido mientras dejo el dinero sobre la mesa. El chino niega mientras con la mano, arrastra el dinero hacia mí.- ¿Cómo que no?
- ¿DNI? -dice únicamente el chino. Niego y levanta las cejas. Me cago en el puto chino. Bueno, aún puedo comprarme mis queridas chucherías.
Tras cinco minuto eligiéndolas, ya que soy bastante especial para esto, las pago y salgo.Me meto una chuchería a la boca, y sin darme cuenta se me cae la bolsa con el resto de chucherías y el dinero que me ha sobrado.
- ¡Mierda! -grito con la boca llena.
Me agacho para recogerlo todo, o intentarlo. Escucho una pequeña risa detrás mía y vuelvo a gritar. -¡Me cago en el que se esté riendo!Una vez que termino de recogerlo todo y consigo subir a mi casa sana y salva, entro y recuerdo que no me ha vendido el paquete de tabaco, pero sí me he comprado chucherías. Miro hacia los lados pensando qué hago con ellas, y finalmente decido por metérmelas bajo la chaqueta. Intento que no se noten y voy hacia mi madre.
- Mamá -dejo el dinero sobre la mesa- No me ha vendido el paquete, no llevaba el DNI.
Mi madre suspira y sigue leyendo el libro que tiene entre sus manos. Tengo suerte, porque no suele mirar el dinero que sobra o lo que me ha dado anteriormente. Tras este proceso, me dirijo hacia mi habitación y cierro la puerta. Dejo las chucherías sobre la mesa, pero antes me meto otra a la boca. Cojo mi móvil y veo que tengo media hora para vestirme.
Cojo la ropa del entrenamiento, la cual se basa en unos pantalones cortos tipo mayas, una camiseta con mi nombre detrás y un 23 abajo, unos calcetines altos y unos bambos. Seguidamente entro al baño y me hago una coleta alta.
Cojo mi pequeña mochila donde echo el agua, el móvil y demás, y atravieso el pasillo llegando nuevamente al salón.- Mamá me voy -informo mientras cojo el botellín de la encimera.
- Vale hija -responde, sin levantar la vista de su gordo libro. Todavía no sé cómo puede estar tanto tiempo leyendo.
Salgo de mi casa y tengo diez minutos para llegar, así que me paro un momento a pensar si llamar al ascensor o bajar por las escaleras. Me decido por la segunda, ya que el ascensor se tira su tiempo para subir a mi piso. Aunque vivo en un séptimo, así que me lo pienso dos veces y finalmente opto por la primera opción. Llamar al ascensor.
Una vez en el polideportivo, veo a Kate despedirse de un grupito de chicos. Cuando ya se han ido, me acerco a ella y decido preguntarle.
- ¿Quiénes son? -le pregunto mirándolos desde lejos.
- De eso mismo tenemos que hablar -suelta una sonrisa tímida y cruza sus manos.
Me conozco este gesto.
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¡Hola! Soy nueva en esto, bueno no tan nueva, anteriormente tenía otra cuenta, aunque no muy grande. Espero que os guste esta novela. ¡Besos!