(Gif de Isabella)
Su madre siempre tenía la loca idea de convertir acción de gracias en una pequeña navidad anticipada. Y lo era, ¿o no?
Casi todos los invitados habían llegado. Algunos tíos, primos, amigos, incluso su hermana estaba allí, quien se la pasaba viajando por el mundo, no se perdió la cena de día de acción de gracias, ni de loca. Es como si ella hubiese sabido de ante mano que Christopher sería un invitado más. Porque podía apostar su alma al diablo a que ella tenía algo que ver con todo ésto, lo comenzó a sospechar desde que vio sus ojos al momento de saludarla. ¡Era una traicionera!
Aún no se creía lo que estaba a punto de pasar.
El timbre resonó en toda la casa y Annie fue quien corrió hacia ella, a recibir a los invitados. Era la familia Pelletier.
La relación de Christopher e Isabella había muerto hace doce años, pero sorpresivamente, la mujer nunca perdió el contacto con los padres del hombre. Ellos no tenían la culpa de tener un hijo tan idiota. Pasaban cada día de acción de gracias juntos, además de varios fines de semanas del año. Isabella los consideraba como parte de su familia, y lo eran, después de todo, eran los abuelos de su hija.
-Tienes una cara de culo que te mueres -Bromeó Marianela, la hermana mayor de Isabella-. ¿Estás más pálida? ¿O sólo es mi impresión?
-Si no cierras tu boca, te sacaré los ojos, los meteré al horno y se los daré a los invitados.
-Estás tan frustrada, hermanita. En serio, creí que ya no sentías nada por él.
-No siento nada por él -Aseguró Isabella.
-Claro, porque los celos que huelo son pura tontería mía... ¡Qué divertido será todo esto! ¿Crees que venga con su prome...
-Cállate -Susurró la chica, viendo como los señores Pelletier se acercaban a ella con una gran sonrisa.
-Mira, ahí vienen tus suegros. Y aquí es cuando me voy... Adiós hermanita -Susurro Marianela en su oído y se marchó en busca de una copa de vino.
-¡Bella! -Dijo con entusiasmo César. Un hombre alto, esbelto, de pelo blanco.
-¡Cariño! ¡Te habíamos extrañado tanto! -Dijo esta vez Julia.
Jamás se iba a acostumbrar a lo educados y elegantes que ellos eran. Ojalá le hubieran enseñado la misma educación a su maldito hijo.
-Hola, ¿cómo están?
-No tan guapa como tú, pero me estoy acercando -Respondió Julia, dándole un cordial abrazo-. Estás cada día más reluciente, amor.
-Gracias, Julia.
César la abrazó fuertemente, al igual que siempre. Los tres compartieron un par de palabras, para luego ir a saludar al padre de Isabella. Poco después, Marianela volvió a su lado, con una copa de vino blanco.
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DESPUÉS DE 12 AÑOS
JugendliteraturLa mayor parte del tiempo, el amor no es perfecto, no es color rosa, no provoca mariposas en el estómago, no dura por siempre. ¿Cómo te enteras de todas estas cosas? Cuando alguien te decepciona, cuando ves tu cuento de hadas derrumbarse justo frent...