doce

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Annie estaba sentada frente a Andrea, una simpática compañera de trabajo de Isabella. Una psicóloga especializada en adolescentes.

La morena miró todo a su alrededor, intentando detectar aquel aroma a frutas que invadía sus fosas nasales. Era agradable.

Andrea tomó su libreta y lápiz, miró la hora en el reloj que adornaba su muñeca y sonrió.

-Antonella, ¿por qué estás aquí?

Annie dudó un poco ante su respuesta.

-Porque yo le pedí esto a mamá... -Fue la respuesta de la chica.

-¿Querías hacerlo? ¿Quieres estar acá? -La chica asintió con la cabeza-. ¿Hay algún problema en específico que quieras hablar conmigo?

-No sé qué me está pasando -Dijo la chica con sinceridad-. Es decir, me siento rara.

-¿Rara en qué sentido?

La chica nuevamente dudó en su respuesta.

-¿Por qué todos mis amigos tienen una familia común y corriente? ¿Por qué no puedo yo tener a mis padres juntos? Algo, ya sabe... Algo normal.

-¿Cómo te hace sentir eso? El no tener una familia... Normal.

-Triste y enojada -Respondió Annie-. ¿Es mi culpa?

-No lo es -Respondió Andrea de inmediato-. No es tu culpa.

-Entonces, no entiendo. Papá y mamá se separaron porque nací yo. Eso quiere decir que es mi culpa. Lo único que quiero es que ellos estén juntos. Eso lo único que pido.

Andrea suspiró y luego sonrió.

-Cariño, te diré esto porque te conozco desde que eras un bebé y te quiero muchísimo... Muchas veces, el amor no es aquel cuento que nos cuentan cuando somos niñas.

-Mamá nunca me contó esos cuentos -Dijo Annie.

-Pero apuesto a que siempre has pensando en la familia ideal, la pareja idea, donde todos viven felices por siempre. ¿No?

Annie asintió con la cabeza.

-Bien, hoy haremos algo diferente. Vamos a dejar los cuentos de hadas atrás y vas a cerrar tus ojitos -Annie lo hizo-. Quiero que pienses en el momento más feliz que has vivido con tu madre.

La chica sonrió por inercia.

-¿Puedes contármelo? -Preguntó Andrea sonriendo de igual forma.

-Un día, era el cumpleaños de mamá y... Junto a Tom le hicimos una broma. No la saludamos en todo el día, como si se nos hubiese olvidado, pero luego, por la tarde, le hicimos una fiesta sorpresa y ella se hizo en los pantalones.

DESPUÉS DE 12 AÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora