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Tres semanas después

Después de aquel halago, Liam se sintió en un vaso lleno de sentimientos encontrados y su corazón parecía palpitar de una manera majestuosa. Él suspiro por la delicadeza que Zayn uso para depositarlo en la cama después de haberle quitado la camisa, el descubría cada vez más la admiración en la mirada parda del hombre moreno.

Zayn unió de nuevo sus bocas en un beso suave, la calma que Liam tenía en los movimientos de sus labios y el rocé que provoca con sus caderas, es simplemente exquisito. El castaño daba jadeos que el hombre tomaba tan posesivo y lo devolvía en ferocidad acariciando toda la piel en sus manos, así dejando el rastro de su toque y quemara la piel.

—Zayn— murmuró Liam en éxtasis, pronunciando el nombre en lo más alto del abismo.

El moreno dejo un beso en la clavícula izquierda y retrocedió, miro lo sensible que se encontra Liam, con los ojos entrecerrados por la neblina de calor y pasión, los labios hinchados tomando todo lo que puede de aire. Acariciando los costados de las caderas tomo los bordillos de la pijama de Liam y los desliza fuera de las piernas.

El gime por quitar la única prenda que separa su deseo por Liam, él no vestía ropa interior y eso pareció interesante al trozo de carne que tiene entre las piernas.

—Voy hacerte el amor esta noche, quiero darte ese placer que tu cuerpo pide en mi nombre y tomare todo de ti en deleite— no había ruido alguno en la habitación y aun así el silencio fue mas ruidoso que las palabras de Zayn que dieron vuelco al corazón de Liam.

Liam abre los ojos mirando la mañana entrar por la ventana, parpadea un par de veces aún con el recuerdo de aquella noche en su mente y que sigue rondando allí como si quisiera recordarle la única vez que volvió a sentir calor de ser amado como un hombre, pero a la misma vez su error por caer en las redes de Zayn y se dejó entregar por su vulnerabilidad del vacío.

Reprimiendo su persona se puso de pie y camino hacia el baño, un escalofrío corrió por todo el cuerpo de Liam cuando se desplazó por el frío suelo del pasillo. Hizo su rutina matutina como siempre, volvió a la habitación buscando a Duke con la mirada y se sorprendió verlo aún dormido dándose cuenta que tan temprano era. Aún tenía tiempo, él quería ir a la oficina y volver a su hábito siendo asistente de un contador.

Un asco, por supuesto.

El tomo una ducha rápida con la finalidad de despojar el cansancio del mal humor, Liam solo quería olvidar esa noche que atrajo la decepción y un corazón más roto. Al salir su niño apenas abría los ojos, sonriendo se acercó y atacó al más pequeño con besos y cosquillas para despedir los restos de sueño.

—Duke quiere comer panqueques— Liam escuchó decir al castaño y lo sentó en sus piernas.

—Hoy no es Lunes, cariño— Duke hizo un puchero.

Lloriqueo un poco en un modo chantaje que imaginaba convencer al hombre, abrazo a Liam con sus cortos brazos y balbuceo sin sentido.

—Panqueques, panqueques, panqueques— demandaba y Liam supo que su hijo era un dramático de lo peor.

—Vale, Duke tendrá sus panqueques— rodando los ojos Liam salió con el niño aferrado a su cuello.

Karen, como siempre estaba moviéndose por la cocina mirando que podría preparar esa mañana, se dio cuenta que Duke no comía simplemente huevo con tocino, no, él comía desayunos elaborados. Eso le tuvo loca y el cereal ni siquiera fue atención para el castaño menor aquella semana. Vio entrar a su hijo y nieto compartiendo espacio personal que Duke marcaba como suyo por toda la atención que recibía de su padre, y es que ser hijo único y salvación para Liam fue como una posición de Rey completamente gratis.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora