6. Jungkook.

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Luego de dejar a Hoseok en el hospital junto con Namjoon, Seokjin nos llevó a Taehyung y a mí a la casa. Observé por el espejo retrovisor que Taehyung se encontraba apoyado en el asiento, mirando por la ventana. 

—No te preocupes, Hyung...—empecé a hablar, llamando su atención—. Mañana podrás ver a Hoseok-Hyung.

—Ya—dijo mientras bajaba los hombros y suspiraba—. No tengo tiempo de preocuparme por mí no relación con Hoseok. Ahora sólo quiero que Namjoon-Hyung despierte.

¿No... relación?

—Y despertará—afirmó Seokjin mientras sus manos no salían del volante. 

Observé una mueca triste en el rostro de Taehyung. ¿Hyung, qué puedo hacer para que dejes de estar triste? ¿Qué tengo que hacer para que todos mis Hyungs dejen de estar triste? ¿Qué podría hacer para que Namjoon-Hyung se sienta bien cuando despierte? 

Soy el menor de ellos, siempre han estado cuidándome. Me gustaría también cuidarlos a ellos. 

Perdonen, Hyungs. Les prometo que haré que el mundo sea un mejor lugar para ustedes, para que ya no sufran, ni lloren, ni se sientan desgraciados. Para que solo sean felices. 

Aunque me tome años, pero lo haré. Por ellos.


Cuando llegamos a la casa, Seokjin fue directamente a su habitación diciendo que no tenía hambre, que sólo quería descansar. Lo entendí, como ya era de madrugada sabía cómo se sentía. 

Pero aún así, me dirigí a la cocina a buscar algo que había quedado del día anterior. Ramen. Rodé los ojos. Como en estos últimos tres meses, Seokjin no estaba, Namjoon solía cocinar... aunque a veces no quería—o no le salía la comida—, pedía disculpas y ordenaba Ramen, diciendo que por lo menos tendríamos algo qué comer. 

Solíamos comer esto todos los días cuando apenas empezamos—había dicho Yoongi—. No tiene nada de malo volver a comerlo... por un tiempo. 

No, Yoongi-Hyung. Tienes razón, no tiene nada de malo. Recordé el por qué comíamos solo Ramen en aquellos días, y es que siempre ahorrábamos para poder salir de aquel primer departamento o para poder comprar un regalo de cumpleaños decente, cuando le tocaba a alguien. Hicimos muchos sacrificios, pero por suerte no nos hemos olvidado lo que era estar en lo más profundo, no nos hemos olvidado cómo salir adelante, ni tampoco pasamos frío varios meses o como hemos pasado hambre. 

Pero aquellos mal días ya pasaron. Es lo que siempre intento recordar: ya pasaron.

Aunque, nunca lo admitiré en voz alta... tengo miedo de que vuelvan. No por mí, ya no soy aquel niño que debían mantener y darle la comida de sus Hyungs. Tenía miedo por ellos, porque estábamos tan en la cima que... si caíamos, sentía que ellos se iban a destrozar. 

Por eso, haría lo imposible para que eso no pasara. 

Abrí el Ramen, mientras lo ponía a calentar en el microondas. Esperé el minuto y agarré un tenedor, yendo directamente a la habitación de Taehyung. 

Lo observé acostado en la cama, echo un bollito. Sus rodillas estaban en su pecho y temblaba.

—Hyung—lo llamé lentamente, él alzó un poco la mirada para verme—. Toma, Hyung—le pasé el Ramen.

—No tengo hambre, Kookie—susurró. Me senté en su cama y le pasé el pote de Ramen. No iba a aceptar un no y él lo sabía.

Giró los ojos mientras se sentaba lentamente y tomaba el pote entre sus dedos, empezó a comer lentamente. 

Me lo quedé observando unos minutos. Taehyung me había gustado por varios años, siempre que lo veía sentía mi corazón latiendo más rápido y me relamía mis labios deseado de probar los suyos. Pero... aquello cambió. Cambió cuando cometí la mayor estúpidez de mí vida. Y aunque aún seguía sintiendo cosas por él, decidí ignorarlas. Él estaba enamorado de Hoseok, no de mí. Debía aceptarlo, ser un buen perdedor y dejarlo ser feliz. ¿Pero es normal que doliera tanto el... dejarlo libre? Cuando en realidad nunca estuvo conmigo. 

Me quedé mirándolo hasta que terminó el pote, lo dejó al lado de su cama y me miró. Entonces se acercó y rápidamente, beso mis labios. No duró más de cinco segundos aquel toque pero había sido suficiente para que mi corazón empezara a ir más rápido. 

—Hyung...

—No significa nada—respondió—, solo es un beso de «gracias». 

Asentí, aún medio aturdido.

—Ahora... ¿puedes irte, por favor? Quiero dormir. 

Me levanté de su cama, observando cómo se volvía a recostar, mientras me daba la espalda.

—Buenas noches, Kook—escuché que dijo.

—Buenas noches, Hyung.

Save Me » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora