7. Seokjin.

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"¿Estás listo?" Me había preguntado, mientras me ponía una camisa blanca y la abotonaba.

"Sí" Le respondí mientras agarraba uno de mis sacos, aquel marrón claro que tanto te gustaba.

Mi mano se encontró con la tuya, nuestros dedos entrelazados. Sabía muy bien que pertenecía a tu lado y contigo.

Nuestros cinco amigos, hermanos, nos desearon suerte. Nos dieron las buenas noches mientras cada uno tomaba su camino hacia distintos lados de la casa.

Te sonreí cuando abriste la parte co-piloto del coche, dejándome pasar primero. Agarré tu camisa, medio entre abierta y te acerqué a mí, una de tus manos estaba apoyado en la puerta y la otra se encontraba en mi mejilla, mientras me dabas uno de los besos más suaves y románticos, que solo tus labios podían darme.

Me dedicaste una sonrisa, tus bonitos hoyuelos aparecieron haciendo que quedara mil veces más enamorado de ti. Tus hoyuelos siempre me hacían caer a tus pies, ¿sabías? Podías tenerme donde quisieras con tan solo aquella sonrisa. Cerraste la puerta del co-piloto mientas daba una vuelta para montarte en la parte del piloto.

El viaje se hizo corto a tu lado. Llegamos a un restaurante, de nuevo habías bajado primero para abrirme la puerta del coche y ofrecerme tu mano, que acepte encantado mientras te daba un beso en la mejilla. Y allí, volvieron a aparecer aquellos hermosos hoyuelos.

Tu mano acompañaba la mía, y aunque aquella noche hacia frío... al estar a tú lado, no lo sentí. Porque eras tan cálido.

"Kim", le dijiste a la recepcionista.

"Mesa 10", te respondió ella.

Y aunque, mi amor, te ganabas todas las miradas del lugar con tu belleza... tus ojos nunca salieron de los míos. Nunca dejaste de verme, nunca soltaste mi mano, nunca dejaste de sonreírme.

De nuevo, tu lado de caballero apareció. Corriste mi silla para hacer que me sentara. "Gracias, mi amor", te había dicho.

"Siempre es un placer, príncipe", respondiste haciendo que mis mejillas se tornaran rojas por la timidez. No era así en público, trataba de no mostrarme con vergüenza. Pero tú, tú siempre fuiste el único que logró ver todo de mí. Tú eras quien me conocía realmente.

Pedimos para cenar. Hablábamos de muchos planes. Entonces, en un momento de la noche te levantaste y viniste hacia mí, tomando mis manos. Te arrodillaste. Mi corazón empezó a latir con fuerza.

Sacaste una pequeña caja color plata y la abriste, dejando ver un anillo color oro con un pequeño diamante.

"¿Quieres casarte conmigo, Kim Seokjin? ¿Quieres que formemos una familia juntos?"

"Sí", no lo dudé ni un momento. No tenía que dudar. Te amaba, te amo, te amé, te amaría por siempre. "Sí, Kim Namjoon. Quiero ser tuyo por siempre".

Lo soy.

Mis lágrimas no pararon ni cuando me desperté, recordando aquel hermoso momento que había revivido en sueños. Aquel vacío en el pecho, algo me faltaba. Y era él. Él siempre me iba a faltar.

Save Me » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora