Capítulo XXIII "Besos entre máscaras"

30 2 2
                                    

Alicia y yo comenzamos a andar hacia un grupito de gente, 2 chicas y 5 chicos, todos ellos enmascarados. Una de las chicas, de ondulaciones castañas, algo más alta que el resto llevaba un blusa blanca remetida por una falda negra, acompañada de unos tacones negros y un sencillo antifaz negro. Aria.

Iba acompañada de un chico algo más alto que ella, cabellos azabaches y unos relucientes ojos verdes que podían atisbarse tras aquel antifaz, también negro pero rozando más un tono grisáceo. Velozmente di por hecho que se trataba del novio de la chica, aquel perfecto desconocido que algunos dirían que sobraba de la ecuación.

Junto a este había otro chico de cabellos castaños, ojos azules que se escondían tras una máscara blanca a juego con su chaqueta, blanca también, acompañada de una camisa negra y una pajarita rosa palo. Dani.

Este conversaba con una chica de pelo oscuro que tiempo atrás habia lucido mechas, se había alisado el pelo, aunque normalmente solía tener unas suaves ondulaciones que en ocasiones cubrían parcialmente sus ojos, unos pequeños ojos castaños cubiertos por una cortina de pestañas que cualquier chica envidiaria, y que esta vez, la gente podía ver tras un pequeño antifaz rosa palo, y su vestido, que llegaba hasta las rodillas, tenía un poco de vuelo, y la parte superior llegaba hasta los hombros, donde el vestido pasaba de un suave y liso rosa palo, a un encaje, tambien rosa, que le cubría los hombros y la parte superior del pecho. Natalia.

Algo más allá, dos chicos mantenían una conversación mientras bebían algo, quizá coca cola. Ambos vestían camisa negra, sin chaqueta, uno de ellos lucía una pajarita morada, y tras su antifaz negro se atisbaban unos delicados y apenados ojos verdes. Rafa. El otro chico, de aire más decidido lucía una pajarita verde, que solo era eclipsada por su reluciente sonrisa, ya que sus ojos, los cuales se ocultaban tras un antifaz también negro, no tenían nada especial. César.

Y nos quedaba uno de los chicos, el cual tenía la vista clavada en el suelo, por lo que apenas se podían ver sus ojos marrones, los cuales ocultaba tras una máscara azul, del mismo color que su chaqueta. Zack.

Alicia se dirigió a Zack y comenzaron a hablar, doy por hecho que el chico quedó alucinado por el vestido de Alicia, y si no es así, es un maldito idiota, aunque se que no quedó indiferente. Después de unos instantes me fijé en que aún no había aparecido alguien esencial. Mi mirada recorrió la sala hasta que di con la chica, la cual lucia un vestido amarillo sobre el cual le caian los rizos. Su máscara era también amarilla, debía reconocer que esto no me sorprendía nada.

-Jasmine -dije en cuanto estuve ante la chica- ¿qué haces aquí sola?

-¿No lo ves? -contestó ella soltando otra pregunta- estoy bailando.

-En ese caso espero que me dejes bailar contigo -dije tomando su mano.

-Nunca rechazaría a un príncipe -contestó la chica riendo- seria descortés por mi parte.

Jasmine colocó su mano en mi hombro y tomó mi otra mano mientras yo la rodeaba por la cintura. Por lo visto, Jasmine no necesitaba un acompañante para pasarlo bien en el baile, supongo que con amigos le bastaba y de algo estaba seguro, nos tenia a nosotros. Jasmine siempre ha sido una chica especial, estuvo conmigo aquella vez que incluso Alicia me dió de lado, Jasmine me ayudó mucho la primera vez que estuve aquí, y jamas podria olvidar eso. Jasmine no era una princesa, ella no quería serlo, Jasmine era distinta, de hecho, podría ser una princesa, era una chica guapa, pero no era lo que quería, se contentaba con quedar en el recuerdo de un par de personas que la querían, para ella, eso era mucho mejor que ser el centro de una multitud de miradas que jamás sentirían aprecio por ella. Era una bonita filosofía.

-Creo que tu princesa ha llegado -dijo Jasmine mirando a la puerta y separándose de mi.

Casi ni me di cuenta de que Jasmine se había alejado y me había dejado solo en mitad de la pista de baile, mirando a aquella chica preciosa de cabellos rubios lisos recogidos en una elegante trenza que caía sobre el pecho de su vestido, de un blanco inmaculado, que llegaba hasta las rodillas por delante, pero que arrastaba por la parte posterior. En su cintura descansaba un cinturón plateado, a juego con sus colgantes y pulseras, por no comentar esos pequeños pendientes que colgaban de sus orejas con una fina cadena plateada.

-Rebeca -dije en cuanto la chica se colocó ante mi, haciendo relucir sus ojos tras el antifaz plateado- estas preciosa.

-Gracias -soltó la muchacha con una reluciente sonrisa.

En ese instante, prácticamente no necesitamos mediar palabra, Rebeca colocó su mano en mi hombro, dejándome vía libre para poner mi mano en su cintura, ella tomó con la otra mano mi propia mano, dejando ambas entrelazadas. Más tarde vi como César tomaba a Rafa y lo llevaba a bailar, irónico sabiendo que Rafa odiaba bailar. Por otra parte, las chicas, Natalia, Jasmine, Alicia y Aria estaban bailando las cuatro juntas, por lo que habían dejado a Zack y Dani solos hablando algo apartados. Yo por mi parte, en ese instante estaba algo distraído, por alguna razón buscaba a la chica con la mirada, aunque me estaba resultando imposible encontrarla.

-¿Estás bien? -preguntó Rebeca.

-Si claro -dije yo con una sonrisa- lo siento, parezco algo idiota.

-Tranquilo -dijo Zack colocándose a mi lado- siempre lo eres ¿me permites un baile?

Rebeca aceptó algo extrañada, acto  seguido Zack me miró y me hizo un gesto para que leyera sus labios mientras decia una corta y única  palabra "Buscala". No me hizo más que eso para saber perfectamente a lo que se refería, por lo que comencé a dar vueltas por todo el gimnasio en busca de la chica de rizos dorados sin mucho exito...

-¿Y tu princesa? -preguntó una chica sentándose a mi lado.

-Se equivocó de príncipe -susurré yo aún sin mirar a la chica.

-Quizá fuiste tú el que se equivocó de princesa -soltó la chica.

Rápidamente alcé la vista para mirarla, no me equivoqué, era ella. Era la chica de los rizos de oro, sólo que esta vez, sus rizos caian sobre un precioso vestido rojo que le llegaba a las rodillas y que irónicamente, coincidía con el color de mi pajarita. La chica me miraba curiosa tras aquel antifaz negro, al igual que el mío, por lo que no dudé ni un instante y tomé su mano para sacarla a bailar. En cuestión de unos instantes la chica colocó su mano en mi hombro, y yo en su cintura.

-Bailas muy bien -dijo la chica con una pequeña sonrisa.

-Digamos que tiempo atrás me enseñó la mejor -solté yo haciéndola sonrojar.

-Soy bastante buena -dijo la rubia- pero desde luego no soy la mejor.

-Para mi siempre has sido insuperable -solté yo siendo sincero- y sigues siéndolo, Bella.

-Supongo que me ves con buenos ojos... -dijo la chica apenada- siempre he sentido que nunca daba la talla, que decepcionaba a todas aquellas personas que me importaban...

-A mi no me has decepcionado -dije yo con cierta decisión.

-¿Por qué piensas eso?

-Porque si no lo pensara no haría esto.

Solté esas palabras y miré a la chica durante unos instantes justo antes de acercar mis labios a los suyos hasta quedar a milímetros, y tras un segundo de incertidumbre, decidí besarla, acariciando sus labios con los mios y cerrando finalmente nuestra pequeña promesa con aquel cálido beso...

Destino YoutubeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora