Capítulo 44: El pacificador

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Lemmy no pudo dar crédito al escuchar las palabras de Mistain, la duda inundó su mente y el estar paralizado por un bloque de hierro le desesperaba, la arena del desierto se le pegaba a sus labios secos y la deshidratación le mareaba.

-Me han mentido un centenar de veces, por favor no juegues conmigo -pidió el chico en voz baja.

Mistain mantenía la mirada fija en el muchacho, sentía compasión y creía que tal vez había sido muy duro con él.

-Yo fui el maestro de Mehmet, no quiero hacerte daño. Si me escuchas con la mente tranquila, te voy a liberar -dijo el al mismo tiempo que tocaba la frente de Lemmy.

El chico sintió la energía pura del kepleriano, un mantra que no había sentido antes, un poder que no tenían sus anteriores rivales. La vida misma recorría por todo su cuerpo y curaba sus males. En el rostro del muchacho se dibujó una sonrisa.

-Eres muy diferente a todos esos sujetos, te escucho -comentó el pasando su lengua por sus secos labios.

-Solo quiero informarte que seré tu nuevo mentor, necitas aprender los poderes de la luz, la energía que previamente has sentido. Te recomiendo que calmes esa cólera que habita en tu corazón y se un poco más prudente -explicó Mistain, y con la mano izquierda tocó el hielo que rodeaba a Lemmy; este se fue derritiendo-. Lo primero que vamos a hacer es ir Tanzania para ayudar a Mehmet, yo me encargare de esto, tu solo debes mantener la calma.

El muchacho sintió el frio del hielo rozando su cuerpo, se hacía agua y esta lo empapaba. Gracias a su poder de fuego, concentró suficiente calor para que no le diera hipotermia. Cuando el hielo se derritió, este logró mantenerse de pie en la arena del desierto.

-Voy a seguir sus órdenes al pie de la letra, maestro Mistain -dijo Lemmy mirando al suelo.

Mistain no dijo nada y solo sonrió cuando estuchó que el muchacho le llamó maestro.

Bosque de Tanzania

En los lugares más inexplorados por el hombre, dos individuos con poder titánico se encuentran a punto de desatar una batalla. En un bosque con árboles de tallo corto, donde carece de flora y fauna. Solo unos pocos metros los separan.

-No creo que esta batalla dure más de un minuto -opinó Pagun con un tono de voz soprano que hizo temblar a Mehmet.

-Opino lo mismo, tu cadáver será comida para los buitres -contestó el sultán sin dejarse intimidar.

-Es poco probable que eso suceda, lord Klepton va estar orgulloso de mi si le entrego tu apestosa cabeza -espetó el kepleriano estirando su mano derecha con la palma abierta.

El maestro de Lemmy no respondió nada, solo mantuvo la mirada fija en la palma de su adversario, predecía que iba a dar un ataque certero y debía estar preparado para evitarlo.

De cada uno de los dedos de Pagun, una barra de energía negra emergió de ellos. El mismo poder que carcomía la materia y la desintegraba a nivel molecular. Los cinco rayos viajaron a la velocidad del sonido e iban a impactar directo al rostro de Mehmet, pero este reaccionó agachándose un poco; los rayos no le impactaron.

El kepleriano apretó los dientes y clavó una afilada mirada al sultán. En su mente no cabía la posibilidad de que alguien tan débil lograra esquivar su ataque con suma facilidad.

-Admito que eso fue un golpe de suerte, pero no creo que logres esquivar mis ataques más de dos veces, algo que no pasado en milenos-.

Pagun levantó su mano en dirección al sol, y concentrando una considerable cantidad de energía, materializó una lanza con la misma energía negra. La agarró con fuerza para lanzarla contra Mehmet. Haciendo una parábola, esta viajó a la velocidad del sonido, rasgando el viento y devorando todo a su camino; no logró alcanzar al sultán. Este alcanzó ver la trayectoria de la jabalina todo gracias a su velocidad y solo dio dos pasos a la derecha para esquivarla.

-Ya ha pasado más de un minuto y todavía sigo con vida -dijo el turco cruzando los brazos-, los Keplerianos son muy habladores.

Su rival apretó los puños, se sintió desafiado y desesperado. Pero la impresión de tener un rival tan poderoso mitigó esa cólera.

-Tendrás el honor de ver por primera vez mi verdadera forma -añadió Pagun y extendió sus brazos.

Las llamas negras de la oscuridad de Kepleris arroparon su musculoso cuerpo, el kepleriano sintió como aquel poder viajaba a través de todo su sistema nervioso, podía sentir un fuego intenso más vehemente que las calientes llamas del infierno. Sus ojos se tornaron con un rojo rubí por completo, su piel adoptó un color gris ceniza.

Mehmet no se inmutaba ante el gran poder de Pagun, este seguía observando muy cuidadosamente con los brazos cruzados.

Las patas tomaron forma de chivo cubiertas de pelaje gris, unas alas de murciélago emergieron de su espalda y su rostro quedó calaverado; la transformación había finalizado. Un cetro dorado con una piedra negra en a parte superior, apareció para ser agarrado por manos del kepleriano; donde sus unas crecieron unos quince centímetros y tomaron un color negro.

-Eres el primero que ve mi verdadera forma -dijo Pagun fulminando con la mirada a Mehmet. De sus ojos emergieron rayos de color negro.

-Solo has cambiado tu forma, no veo un gran incremento de poder -comentó el sultán esquivando los dos rayos.

-Estoy esperando un ataque de tu parte -añadió el kepleriano estando estático.

- ¡Espero que no te duela! -sentenció el turco y sus manos las rodeó un aura morada.

A una velocidad superior a la velocidad del sonido, Mehmet se lanzó contra el kepleriano.


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⏰ Última actualización: Dec 10, 2017 ⏰

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