Capítulo 1.

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Mi madre siempre trabajó para la familia Koo, cuando nací y mi padre nos abandonó, la familia nos recibió bien, acogieron a mi madre en su casa y aunque yo crecí en el cuarto de los sirvientes, me sentía en un hogar.

Ayudaba a mi madre en lo que podía, tuve la oportunidad de asistir a la escuela, así que tenía que encontrar el tiempo suficiente entre las tareas de la casa y las de la escuela.

Los primeros diez años de mi vida fueron los de cualquier niño pobre normal, aunque vivía en la mansión de los Koo, carecía de muchas cosas. Aprendí a la mala lo que eran las privaciones y la pobreza. Sin embargo, nunca tuve los arrebatos de un niño por tener cosas, siempre conformista, siempre callado, porque así fui educado por mi madre.

No sabía mucho de la familia Koo, los conocía y eran amables conmigo, pero debido a mi condición del hijo de la sirvienta, tampoco podía hablar mucho con ellos.

Las demás sirvientas parecían tener más detalles sobre los secretos familiares, siempre escuchaba con atención aquello que ellas contaban con tanto interés.

Uno de los secretos a voces que era conocido por todos, era la existencia de un hijo del señor Koo que había tenido en su primer matrimonio. Cuando su esposa murió dejó huérfano al pequeño y solo a un joven viudo que no sabía cómo criar a un niño.

Nadie sabía nada del paradero de aquel niño, aunque alguna vez escuché a mi madre decir que estaba con sus abuelos en Busan.

Mi vida era demasiado tranquila, hasta el punto de pasar mis días bastante aburrido, era un niño y quería jugar, en cambio estaba rodeado de adultos, nadie parecía tener interés por mí. En la escuela era lo mismo, lo estricto del sistema estudiantil ni siquiera nos permitía hablar con otros niños, siempre asistí a colegios para varones.

Pasaba mis días paseando solo en el jardín, atrapando insectos, aventando piedras, después de hacer todas mis tareas, me dedicaba hacer lo que más me gustaba: leer.

Siempre curioseaba en la gran biblioteca de la casa, buscando algo nuevo, algo distinto para poder pasar horas en las aventuras que se narran en los libros.

Un día cualquiera, mi madre llegó con una noticia que no sabía que iba a cambiarme tanto la vida. Me informó que el hijo del señor Koo, vendría a vivir a la casa como el hijo legítimo de la familia, ya que el chico había cumplido con sus estudios, era hora de que comenzara hacerse cargo de los negocios familiares.

Aquella noticia me tenía realmente curioso, las otras sirvientas se la pasaban hablando de ello en cada oportunidad que tenían, mientras yo, sólo alimentaba mi curiosidad con todos los cuentos que existían detrás de aquel joven misterioso.

El señor Koo, no tuvo más hijos con su segunda y última esposa, al parecer la señora no podía tener hijos. Pero se amaban tan profundamente que eso no les importó, la señora incluso había aceptado que el único hijo del señor Koo viniera a su casa, lo aceptaría como un hijo propio.

El día tan esperado llegó, era un martes, el día amaneció precioso, el sol iluminaba los colores de todas las cosas de forma radiante, parecía que la naturaleza sabía de la importancia del día.

Las tareas para todos los sirvientes fueron asignadas, desde la limpieza de la mansión, la instalación de la habitación para el joven, además del banquete con el que lo recibirían.

Yo me quedé junto a mi madre en la que sería la habitación del joven, mi madre siempre se esmeraba de forma impecable en su trabajo, así que con esa misma dedicación, ayudé a que todo quedara perfecto.

Cuando el auto que traía al joven entró a la propiedad, fuimos llamados todos los sirvientes para recibirlo, formados en fila, portando nuestros uniformes adecuadamente, todos estábamos expectantes con la mirada clavada en la puerta de la mansión.

El Diario. JunHwan- iKON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora