Capitulo 52. Lo Más Importante

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Semana veintidós de embarazo.

Me sentía devastada. Sabía que algo malo había ocurrido en ese momento, cuando ese horrible sentimiento invadido mi pecho.

Instintivamente teclee en el teléfono el número de Zeed. No siquiera había donado. Directamente mi llamada era enviada al buzón de voz. Mis nervios estaban de punta.

Llame al teléfono de papá y el tampoco respondió, luego llame  a casa para conseguir hablar con alguien. Mi madre atendió. Parecía estar durmiendo en ese momento. No me extrañaba, ya que eran poco más de las doce de la noche.

Ella trato de tranquilizarme. Prometió ir a mi casa en ese momento, luego de despertar a papá. Al colgar la llamada, otra entró en la línea.

Llamaban de un número privado, la voz sonaba algo distorsionada. Me comunicaban de un accidente que ocurrió en la carretera. Que un chico joven se había estrellado contra un poste de luz. Parecía estar muerto según el chico que llamaba.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Cuando pregunté quien hablaba y como habían conseguido mi número, este simplemente río y colgó la llamada. Llame a la ambulancia mientras esperaba a mi padre. Quien sólo demoró diez minutos en llegar.

Reporte el accidente mientras me encaminaba hacia el lugar. Cuando llegué, la ambulancia estaba quitando a ese joven del coche totalmente destrozado.

Ingresaron con oxígeno y lo montaron sobre una camilla. Mi corazón dio un vuelco cuando noté que era Zeed quien estaba en ese lugar. Tenía el rostro lleno de sangre, la cual también se extendía por su camisa y cabello. Y en su mano, una rosa algo marchita.

Dejaron la flor en un rincón. Le pedí a una de las enfermeras que me la diera. Sabía exactamente donde la pondría.

Subí con ellos a la ambulancia y sostuve la mano de Zeed durante todo el viaje al hospital. Su pulso disminuía y aumentaba cada tanto. Estaba nerviosa, no sabía su estado de salud. Si tenía derrames, hemorragias internas o lo que fuese.

Recuerdo haber observado a una de las chicas con lágrimas en los ojos. Y preguntarle si el viviría.

Ella me observo durante unos segundos, que fueron como horas para mi.

Respondió, «no lo sabenos aún»

En ese instante. Una parte de mi se había destrozado. Que el muriera, era la peor cosa que podría sucederme en este mundo. Dios no podía ser tan cruel conmigo, no podía luego de todo lo que yo hago día a día para sobrevivir.

Al llegar, me dejaron esperando en la sala y se lo llevaron a urgencias, donde lo perdí de vista por dos largas horas.

Un doctor se acercó a mi, luego de que pasará el tiempo con mamá y papá, tiempo después llegaron mis primos y hermanos, con los tíos y la tía Aly junto a su esposo.

Todos estábamos allí, a punto de escuchar las malas o buenas noticias que tenían para darme.

—¿Parentesco? —Pregunto leyendo su libreta.

—¡Soy su madre! —Grito la señora Collins corriendo por el pasillo. Era la primera vez que la veía fuera de su negocio.

—Yo soy su esposa... —Murmure. Su madre tono mi mano fuerte y ambas contubimos las lágrimas.

—El señor Collins está bien ahora, por suerte no fueron heridas tan graves. Al parecer, la postura en la que estaba cuando ocurrió el choque evitó un gran golpe en el cráneo seguido de una contusión. Hubiese muerto de no ser por eso. —Sonrió. —Se mantendrá en observación unos cuantos días.

Mi pecho se inflo, dando por fin un respiro relajado. Su madre me abrazo y sonrió mientras alegaba algunas lagrimas sobre mi hombro.

Yo toque mi panza, comunicándoles a los bebés que papá estaba bien. Que todo estaba bien.

Y ahora, una semana después, aún estábamos aquí.

Zeed tenía un coágulo de sangre en su cabeza, que poco a poco fue drenando gracias a la ayuda de los médicos. También tenía varios puntos en su frente y algunos más en su pierna.

Pero estaba allí. Conmigo, no me había abandonado. No se rindió en ningún momento.

No me importaba venir día tras día a verlo. Me encantaba ver sus mejoras todos los días. Su gran fortaleza y sus ganas de salir adelante.

Tocaba su mano, llena de agujas clavadas en sus largos dedos. Tenía una mascarilla de oxígeno y una venda en su frente. Las magulladuras violetas estaban desapareciendo de su pálida piel, y un suave color rosa se ajustaba a sus labios.

Me gustaba escribir mientras estaba junto a él. Varias veces le leía diferentes libros que traía de mi casa.

—Eres un buen chico... y te destruire en unos meses... —Murmure. No podía evitarlo. Pensar en eso día a día me atormentaba.

Una lagrima se deslizó sobre mi mejilla. Pero la saqué en ese instante. Prometí no llorar por eso, lo prometí por Zeed.

Entonces, esos ojos cerrados, se abrieron dejándome ver ese hermoso color azul cielo, brillante, como el primer día.

—Estas despierto... —Murmure, quitando la máscara. Tenía un sonrisa tonta en el rostro.

—Estoy mejor que nunca... —Habló con la voz algo baja.

—No me dejaste...

—Nunca lo haría. —Sonrió.

Se mantuvo en silencio un momento, como si quisiera decirme algo.

—¿Qué sucede? ¿Recordaste algo?... —El sonrió levemente.

—Recuerdo que estoy comprometido con la mujer más hermosa del mundo... —Rió. —¿Te dieron mi flor? —Pregunto observando a todos lados.

—La mantengo guardada, en un lugar seguro. —Sonreí.

Pareció aliviado.

—Gracias al cielo. La flor era lo más importante... —Soltó una suave risilla.

Me acomode a su lado, sobre su estómago. Oía su pausada y relajada respiración. Comenzó a acariciar mi cabello suavemente. Y tarareaba una canción mientras lo hacía. Sweet Creature de Harry Styles. El realmente había investigado sobre ellos como me lo había prometido al principio. Me sentía feliz.

Me sentía realmente feliz ahora.















No soy tan mala ¿vieron?
Se que me aman.

Heladito 😘

Mi Chica Ideal ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora