Capitulo 21. Suave Susurro

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Amame. Amame como nunca me han amado y te juro, que todo de mi ser será para ti. Ni más ni menos que todo mi ser. —Oí su voz a lo lejos, y es que aunque yo no pueda ver su rostro, se que está allí.

Abrí mis ojos y observé un gran ramo de flores en la altura de mis pies. Supe que mi madre había estafó en la habitación por el perfume que se mantenía en el ambiente, el orden y lo organizado que estaba todo.

Decidí levantarme. No planeo estar toda la vida en una cama y mucho menos tener que estar en silla de ruedas, al menos, no en este momento.

Salí de la habitación, lentamente, observando a mi alrededor cuidando que ningún doctor o enfermera pudiera verme. Si lo hacían, de seguro me llevaría un regaño y un cuidador en mi puerta hasta que me dieran de alta.

Tenía un bendaje algo incómodo sobre mi hombro, que mantenía a mi brazo derecho en una posición de L. La bata que llevaba puesta dejaba a la vista una íntegra imagen de mi trasero. Además de que era bastante fría en realidad.

Me dirigí por los mismos caminos que el doctor el día de ayer me había enseñado. Tratando de recorrer cada lugar sin perderme, o eso sería muy grave.

En el camino observé varias enfermeras, las que indiscriminadamente pasaban por mi lado como si no pudieran verme. Momentos después, las personas comenzaron a disiparse y cada tanto, observaba un doctor saliendo de una habitación con una carpeta de madera en mano.

Una mujer llorando se asomó da un rincón por donde yo caminaba, gritando y sollozando. «la vida es tan injusta» gritaba una y otra vez. Un sabor amargo recorrió mi boca. Recordé el accidente, y lo difícil que hubiese sido para mi madre si yo no hubiese sobrevivido. O peor aún, lo difícil que sería para mi el hecho de que no pueda volver a ver a Lucy.

No te detengas, sigue caminando. Pensé por un momento, mirando que estaba entretenido viendo el llanto de la pobre mujer en el suelo.

Recordé que la cama de Lucy estaba en una de las puertas que yo tenía en frente. Abrí la de en medio, y allí estaba.

Aún acostada, en la misma posición que ayer y con una vía en su nariz, supongo que por precaución. Observé a mi alrededor y cerré la puerta para que nadie sospechara.

Tome una silla que observé algo lejos de su cama, y la coloque a su lado. Me senté sobre ella, recibiendo todo el frío en mi trasero.

Acaricie su mano con suavidad, ella era tan delicada, como una flor en un jardín.

La conozco desde hace años, y aún puedo recordar la primera vez que la vi. Tenía una chaqueta de cuero, cullas mangas eran mas largas que sus brazos, su cabello estaba suelto y adornaba  a la perfección su rostro de niña inocente.

Fingia ser dura y muy ruda. La recuerdo jugando al fútbol en el recreo junto a los niños. Las niñas la admiraban por ser diferente a ellas y por no tener miedo de mostrarse, o al menos eso es lo que yo creo...

Yo era el nuevo y por ende, me mantuve alejado de ella, viendo desde la distancia, como otros chicos le coqueteaban. Tratando de poder copiar lo que ellos hacían.

Eso no significaba que yo no halla tenido novia nunca, tuve dos relaciones. Pero ambas fueron cortas, muy breves y sin mucho de que hablar.

No eran ellas, efectivamente, yo era el problema. Veía en cada una de ellas el rostro de Lucy, y sin darme cuenta, las comparaba con ella. Obviamente ese fue un conflicto en ambas relaciones, por lo que decidí alejarme y terminar esas relaciones. Desde entonces me mantengo firme te mando contra la corriente, tratando de que Lucy pueda ver algo en mi que le agrade, sin invadir su espacio vital.

Quite unos mechones de cabello rebeldes que estaban en su frente, y le di un suave beso en su mejilla. Tenía la piel más suave que halla tocado.

Sus largas y rizadas pestañas descansaban en sus pómulos de una forma divina, como en un cuento de hadas donde la princesa es la más perfecta.

Oí un gran suspiro que no provenía de mi. Al bajar la vista, dos grandes ojos me observaban con duda. Una suave sonrisa se formo en su rostro y le correspondi con una pequeña risa.

—Has despertado... —Murmure.

—¿Cuánto tiempo estuve dormida?

—Cinco días...

—Diablos, me perdí de muchas fiestas... —Solté una carcajada.

—Iremos a una luego. —Recordé que había traído una de mis flores en mi mano y se la tendi suavemente.

—Una flor para la más linda de las flores. —Hice una especie de extraña reverencia, ella río y la tomo para luego olerla.

—¿Por qué sigues aquí? —Pregunto con la mirada indescifrable.

—Yo supongo que hoy me darán de alta... ya sabes aún tengo que tener revisiones y...

—No me refiero a eso Zeed.

—No comprendo...

—Me refiero a porque sigues aquí... conmigo. ¿Por qué aún sigues queriendo acercarte a mi? —Su rostro, cambio de repente a un gesto serio.

—Porque yo...

—No puedes quedarte con migo Zeed. Desperté esta mañana pero el doctor se negó a hablar sobre el accidente o desde hace cuanto tiempo estoy aquí. Simplemente no me dijo nada. Luego de eso oí a varios doctores detrás de la puerta, hablando de mi estado... de mi enfermedad.

Observo un punto fijo en la pared y se alejó de mi un poco.

—Debes alejarte de mi Zeed, yo no quiero hacerte daño. No quiero que sufras por mi culpa.

Si supieras. Pensé.

—No me interesa tu enfermedad Lucy... yo se que puedo hacerte feliz y...

—No lo entiendes. Yo no quiero que estés cerca de mi Zeed, me deje llevar cuando te bese, y si, fue lindo tener una cita. Pero debe terminar allí.

Me empujó un poco. —¡Alejate! ¡Vete de una vez! ¡Encuentra a alguien que te haga feliz!

Di unos pasos hacia atrás, llegando a la puerta. Apreté mis puños y me negué a irme sin decir algo más.

—No me iré Lucy. Y ya es hora de que lo entiendas. —Voltee y la observé, secaba sus lágrimas. —Te amo Lucy, y no voy a irme. Tu y yo seríamos una muy buena pareja pero estas tan cegada por el tema de tu enfermedad que ni siquiera eres capas de ver un poco más allá... ¿No ves que no me interesa nada más que tú bienestar? Lucy... si tu me dijeras que me amas, y que jamás, jamás te abandonara, te juro que no lo haría. En ningún momento de mi vida y bajo ninguna circunstancia, por que te amo... y desearía que pudieras entenderlo...

Abrí la puerta y me dirigí a mi habitación otra vez. Al fin de cuentas no había sigo muy buena idea venir hasta aquí.

—También te amo... —La oí murmurar. —Voltee una vez más pero otra voz me interrumpió.

—Señor Collins... acompañeme y le tramitaremos el alta. Hoy se irá de este hospital.

Sonreí a penas, realmente quería volver a ver a Lucy ahora que al fin os había escuchado... ¿O lo había imaginado?

—Claro... muchas gracias doctor...

Gracias por leer chic@s !!

Heladito 😘

Mi Chica Ideal ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora