Capitulo 55. No Rompas Mi Corazón

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Semana número veinticinco de gestación.

Relata Megan Forest.

¡Oh! Habéis extrañado relatar desde la perspectiva de mi niña. Soy tan feliz. Yo vi crecer a esa pequeña y ahora miren, toda mujer.

Observaba la luz del techo. Se mantenía estática en un mismo lugar, obviamente. Titilaba cada ocho segundos, los conté.

Mantuve mi mano pegada a la de Ethan durante todo el viaje en la ambulancia. Y tuve que soltarlo cuando entró a cirugía.

Afortunadamente, la bala tuvo un orificio de entrada y de salida. Hubiese sido muy diferente si en ese proceso, perforara algún órgano cercano o hubiese roto algo importante. Pero no.

El estaba allí, dormido y con efectos de la anestesia. Tenía las piernas ligeramente abiertas y su otra mano descansaba sobre su abdomen.

Veía la venda al costado de su cadera. Por allí había entrado el impacto de la bala. Todo era una locura, una verdadera locura.

Ese chico entró a un domicilio ageno con un arma, dispuesto a disparar y matar a una persona tan buena y dulce como es Zeed. No puedo creer que halla gente tan mala en el mundo.

¿Qué le habrá pasado en su vida que lo hizo tan malo? Nunca lo sabremos.

El cuerpo del chico callo al suelo como una gran bolsa de residuos.  Sin omitir ningún sonido. Aún esperaba que el estruendo de la bala se disipara en el aire, cuando observé a Zeed a los ojos.

Su mirada estaba inundada de miedo y desesperación. Note los nervios que tenía en su interior.

Tenía un nudo en la garganta, Lucy era un manojo de nervios. Zeed permaneció en la policía varias horas, hasta que lo dejaron en una libertad condicional hasta que se debata cuál sería el resultado final.

Sólo tenía escasos veinte años.

—Vas a quedarte ciega si sigues viendo esa lámpara... —Oí el suave murmullo de mi esposo a mi lado.

—No juegues con eso Ethan... —Respondí. Me incline y deje un beso en su frente.

—Lo siento mamá... —Ironizó.

—¿Aún estás drogado? —Levanté mi mano y la pase frente a sus ojos.

—Claro que no... sino puedes preguntarle al unicornio flotante que esta en esa esquina de la habitación. —Rió.

—Eres un idiota... —Murmure.

—Fui sometido a mi última operación para reconstruir todo hace una hora y tu solo me llamas idiota. ¡Piedad! — Soltó.

—Tuviste un gran gesto con Zeed, realmente fue muy valiente lo que hiciste.

—El fue más valiente. Lo mató.

—Si... Es verdad.

—Es un gran chico Meg. El si merece a mi hija. Perdí la cuenta de todas las cosas que hizo por Lucy. Golpeó al chico, más de una vez, la defendió de sus golpes, también salvo a Luz en cierto modo. Ahora se encargó de dejarlo donde merece estar.

—¿Crees que todo saldrá bien más adelante?

—Hablas de... ¿Cuándo nazcan los niños?

—Exacto... ¿Qué pasará con el?

—Iremos a verlos, ofreceremos nuestra ayuda. Haremos todo lo posible para que funcione.

Solté un par de lágrimas. Un nudo se apoderaba de mi cada vez que pensaba en eso.

—Lo hacemos por ella, cariño. — Murmuró a mi lado, tomando mi mano.

—Siento que lo estamos traicionando. Como cuando mi madre me oculto que mi padre moriría... fue una traición.

Recordaba cada parte de esa etapa de mi adolescencia, como si yo hubiese escrito lo que sucedería. Me sentí mal, e hice cosas que no tendría que haber hecho. Me arrepiento de muchas cosas que le dije a mi madre, y eso es algo que no podré cambiar jamás.

—No fue traición. Era por tu bien. Lo mismo es para Zeed. ¿Qué pretendes que le digamos? ¡Hey Zeed! ¿Sabes algo? Tu esposa no sobrevivirá al parto de sus niños. Su cuerpo está demasiado débil y no lo soportaría. Él la decidió darte dos niños antes de eso.

Me observo, sabía que el tan bien tenía ganas de llorar.

—Santo cielo... a veces... No puedo creer que eso valla a pasar... ¿Por qué a ella? —Pregunto al infinito. Observaba la pared.

—Es una guerrera. Yo no podría mantener su sonrisa si supiera que estoy a pocos meses de morir... Me impresiona su madurez. —Sonreí. —Tiene sólo dieciocho años... Es sólo una niña.

—Afrontando la vida como una adulta. —Sonrió.

Oímos unos golpes en la puerta.

La sonrisa suave de Zeed entraba junto a un gran ramo de rosas y tulipanes.

—Estas son para usted Megan, sería extraño si yo le regalara a su esposo flores. En cambio, esto es para usted. —Tome las flores y le extendió a Ethan una cajetilla de cigarros caros, que el duele fumar en un buen momento.

—Tu si sabes dar obsequios chico.

Este se sentó en la cama, minutos más tarde, Lucy entró a la habitación.

Zeed la tomo fuerte ente sus brazos y la colocó en sus piernas. Comenzamos a hablar entre todos, a reír y burlarnos como habitualmente hacíamos.





















Me rompí mi propio corazón escribiendo este capítulo. Sepan comprender. No todos los finales pueden ser felices.

Espero que sigan leyendo pese a eso :)

Heladito 😘

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